EscucharEn el Museo del Carbón de Kentucky, en Estados Unidos, los visitantes pueden conocer todo lo referente a ese combustible fósil, pero el techo del edificio es otra historia: se instalaron 80 paneles solares para aprovechar el poder del sol para generar energía a bajo costo.
Un estudio realizado por la Lappeenranta University of Technology (LUT) de Finlandia y Energy Watch Group (EWG), dado a conocer en el marco de la cumbre climática (COP23), realizada en Bonn, Alemania, muestra que la transición global a una electricidad 100% renovable, lejos de ser una visión a largo plazo, ya está sucediendo.
Un sistema global de electricidad basado enteramente en energía renovable pronto será factible para cualquier momento durante todo del año y sería más conveniente desde un punto de vista costo-efectivo que el sistema existente, basado ampliamente en combustibles fósiles y energía nuclear.
El estudio señala que "la transición energética no es más una cuestión de factibilidad técnica o viabilidad económica, sino de voluntad política".
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Las actuales tecnologías ya incluyen almacenamiento para garantizar un constante suministro con el fin de cumplir la demanda entera de electricidad del mundo para el 2050, lo cual puede suceder incluso antes con el suficiente apoyo político, según se desprende del estudio.
Como lo dio a conocer el presidente de EWG, Hans-Joset Fell (a través del Climate News Network), “no hay razón para invertir un dólar más en combustibles fósiles o energía nuclear”, ya que la energía renovable brinda un suministro costo-efectivo.
La otra cara de la moneda
El discurso de las petroleras, sin embargo, es otro.
De acuerdo con Mark Campanale, director ejecutivo de Carbon Tracker Initiative –quien habló recientemente en el XIV International Media Forum for the Protection of Nature de Greenaccord, realizado en Florencia, Italia–, las petroleras desestiman el creciente rol de las energías renovables, ignorando los inminentes cambios en energía.
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Por ejemplo, British Petroleum (PB) está proyectando un incremento en el uso de combustibles fósiles de un 24% para el 2035; Exxon, de un 27% para el 2040; y Shell, de un 37% para el 2040. La OPEC, por su parte, se apega valientemente a un incremento del 54% para el 2040.
Lo cierto es que para frenar el calentamiento global a 2 °C, es necesario limitar las concentraciones de C02 a 450 partes por millón (ppm) y para el 2040, la demanda de carbón necesita estar un 45% por debajo de los actuales niveles y la de petróleo y gas deben ser un 30% más bajas. Una cifra por debajo de las 900 gigatoneladas (Gt) de CO2 pueden ser quemadas para mantener el aumento en la temperatura del planeta por debajo de los 2 °C.
Nuevamente, la proyección de las petroleras es otra: por ejemplo, la compañía de petróleo y gas Santos, de la región de Asia-Pacífico, ha admitido que su plan de negocios está basado en un escenario de cambio climático de un aumento de 4°C en las temperaturas globales, lo que apunta a una generación de valor para la compañía.
Empero, si los gobiernos aumentan su ambición para no sobrepasar los 2 °C aun cuando el camino es largo todavía (y solamente EE.UU ha dicho que no será parte del Acuerdo de Paris), la realidad podría ser totalmente distinta.
Carbon Tracker estima que en los próximos 10 años, el 42% del capital para gasto de Shell es para proyectos que serán innecesarios en el mundo de los 2 °C y que los vehículos eléctricos (la otra parte de la ecuación al lado de la generación eléctrica con energía renovable), podrían abastecer el 35% del transporte en carretera para el 2035 y cerca el 66% para el 2050.
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Nuevas posibilidades
Un nuevo informe de la Corporación Financiera Internacional (IFC), del Grupo del Banco Mundial, revela que las inversiones en energía renovable en el mundo (en donde América Latina y el Caribe tienen un liderazgo), podrían ascender a $11 billones acumulados para el año 2040 si se implementan reformas que faciliten subastas de energía renovable, reformas de títulos de propiedad y marcos regulatorios para favorecer el almacenamiento de energía.
Asimismo, las inversiones en almacenamiento solar y de energía fuera de la red pueden alcanzar los $23.000 millones al año para el 2025, si los países emplean tarifas diferenciadas, estándares técnicos y de seguridad claros, así como incentivos financieros específicos al tiempo que respaldan nuevos modelos de negocio para la energía solar comunitaria y soluciones financieras innovadoras.
En el arranque de la COP23, el pasado 6 de noviembre, el World Business Council for Sustainable Development (WBCSD), más los CEO de 200 compañías, se pronunciaron a favor de un diálogo facilitativo entre gobiernos y compañías con el objetivo de medir el progreso colectivo en las metas del Acuerdo de París e incrementar la ambición de las Contribuciones Nacionales o planes climáticos de los países.
