Algo fundamental ha cambiado en la forma en que los costarricenses llenan su alacena. Los datos de la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares (Enigh) 2024 revelan una contracción histórica: el gasto promedio mensual por hogar en “Alimentos y bebidas no alcohólicas” cayó un 21,1% en términos reales comparado con 2018.
Este desplome, que llevó el gasto promedio de ₡168.077 (a precios de hoy) a ₡132.548, no se explica por una única causa.
Si bien el auge de las comidas fuera de casa juega un rol, el análisis detallado de las cifras apunta a una “tormenta perfecta” compuesta por cuatro factores estructurales: la reducción del tamaño de las familias, el downtrading (búsqueda de opciones más baratas), cambios dietéticos profundos y el traslado del presupuesto hacia la conveniencia.
A continuación, desglosamos las cuatro claves que explican por qué el carrito de compras es hoy más ligero que hace seis años.
1. El factor demográfico: Menos bocas, carritos más vacíos
El primer responsable de la caída en el gasto por hogar es aritmético: los hogares costarricenses se están encogiendo.
En 2018, el promedio de miembros por hogar era de 3,2 personas; para 2024, esta cifra cayó a 2,8 miembros. Esta reducción del 12,5% en el tamaño familiar implica, naturalmente, una menor necesidad de volumen de compra para abastecer la vivienda.
El auge de los hogares unipersonales, que pasaron de representar el 13,2% en 2018 al 18,3% en 2024, obliga a los supermercados a repensar sus formatos. El consumidor actual busca presentaciones más pequeñas y “single-serve”, alejándose de las compras por volumen tipo “club de precios” que eran vitales para las familias numerosas del pasado.

2. El desplome de los carbohidratos y el cambio de dieta
Más allá de la cantidad, la composición de la dieta está cambiando. El rubro que sufrió el recorte más agresivo no fue un lujo, sino un básico: “Pan y cereales”, cuyo gasto real se desplomó un 31,7%.
Este fenómeno responde a una doble presión. Por un lado, el factor inflacionario: durante el periodo inter-encuestas, el precio de los derivados del trigo sufrió alzas históricas, obligando a los hogares de menores ingresos a eliminar productos de alto desembolso inmediato como cereales de caja, repostería y galletas para proteger lo esencial (arroz y frijoles).
Por otro lado, en los estratos medios y altos, tendencias globales de salud y la reducción del consumo de ultraprocesados han mermado la demanda de harinas refinadas. No es solo que el tico coma menos pan; es que el pan se volvió más caro para unos y menos atractivo para otros.
3. Downtrading en proteínas: Adiós a la res, hola al sustituto
El tercer factor es el efecto de sustitución o downtrading (bajar de categoría). El gasto real en “Carne” cayó un 20,1%.
Dado que la inflación en alimentos ha sido alta en el periodo inter-encuestas, una caída en el gasto real implica que los hogares están comprando menos kilos de carne o, lo más probable, migrando hacia cortes y proteínas más económicos. El consumidor está sustituyendo cortes premium de res por opciones más rendidoras como pollo, embutidos, o volcándose hacia marcas privadas y formatos de descuento (hard discount) para mantener la ingesta de proteína sin desbalancear las finanzas.
4. El efecto “delivery”: La cocina se apaga
Finalmente, está el factor de conveniencia. Mientras el gasto en supermercado caía, el gasto en “Restaurantes y servicios de alojamiento” creció un 6,8% en términos reales.
El INEC aporta un dato crucial para entender la foto completa: si se suma lo que gastamos en comida para la casa más lo que gastamos comiendo fuera, el gasto per cápita en alimentación se mantiene relativamente estable (₡78.678 en 2024 frente a ₡77.114 en 2018).
Esto confirma que una parte del presupuesto que antes iba a la despensa se ha trasladado a la conveniencia de la comida preparada. Sin embargo, el crecimiento del 6,8% en restaurantes no compensa matemáticamente la caída del 21,1% en alimentos del hogar, lo que refuerza que los factores 1, 2 y 3 (demografía y cambios de hábito) son los verdaderos motores de esta contracción.
Desigualdad en la mesa
El impacto de estos cambios no es igual para todos. La presión por optimizar el gasto en comida es vital para el Quintil 1 (los hogares de menores ingresos), quienes deben destinar el 32,2% de su consumo total a alimentos y bebidas. Para ellos, cualquier ineficiencia en la compra es crítica. En contraste, el Quintil 5 (mayores ingresos) solo compromete el 13,4% de su presupuesto en este rubro, lo que les permite mantener patrones de consumo más estables o migrar más agresivamente hacia restaurantes.
Conclusión para el sector retail
La Enigh 2024 envía un mensaje contundente a la industria de alimentos y bebidas: el mercado de “abastecimiento para el hogar” se está achicando en valor real.
Las estrategias basadas en volumen familiar perderán efectividad frente a un consumidor que vive solo o en pareja, que ha decidido recortar carbohidratos y carnes rojas, y que compara precios rigurosamente. El crecimiento futuro del sector dependerá de adaptarse a hogares de 2,8 personas y ofrecer soluciones de valor que compitan no solo contra otro supermercado, sino contra la facilidad de pedir comida a domicilio.
