Bajos precios internacionales, inexactitud en las cifras, competividad a medias y hasta contrabando, son las cuatro principales trabas que le pasan la factura al productor local de frijol.
Esa suma de males hacen que los frijoleros vean la rentabilidad del negocio como lejana y busquen con mayor urgencia soluciones palpables.
El Gobierno no los contradice, y, por el contrario, aseguran estar en el mismo barco.
A la fecha, y según datos del Consejo Nacional de Producción (CNP), son 3.305 productores los que componen la cartera local.
Traba tras traba
Para empezar, mientras un quintal del grano proveniente del exterior se vende en ¢22.000, ya puesto en Costa Rica, el quintal de producto costarricense no se logra colocar en menos de ¢33.000 (monto mínimo permitido para evitar pérdidas).
Ventajas arancelarias ayudan a las importaciones. La colocación del grano proveniente de Nicaragua o China (10.000 toneladas al año) no paga impuesto.
Ahora, ¿por qué Costa Rica no puede bajar sus precios y volverse más competitivo?
¿Eficiencia? Ni tanto. Los frijoleros son parte del grupo de productores que han visto crecer su productividad un 24% en los últimos 25 años.
Es decir, el sector ha podido sacar más provecho (producir más toneladas) a cada hectárea sembrada, pero no a menores costos.
De esta forma, no ha podido superar niveles de producción por encima del 20% del consumo local.
“Cada vez nos cuesta comercializar más el grano pero no tanto por un problema de colocación, sino por los altos costos de producción”, dijo Alejandro Monge, director de la Asociación Nacional de Industriales del Frijol (Anifri).
Al tema del precio y competitividad, se le suma otra traba: es un sector desorganizado.
Las dificultades se maximizan por no saber precisar quiénes son los productores, cuánto producen y dónde está ubicados.
La propia Anifri y el CNP difieren sobre los datos de la producción nacional del grano.
De acuerdo a un censo elaborado por la Escuela de Agricultura de la Región del Trópico Húmedo (Earth) –a petición de la Anifri–, se encontraron 386 productores menos que los incluidos en las listas del Consejo y, a su vez, se contabilizaban entre 4.500 toneladas y 6.000 toneladas de más por cosecha.
“Nadie va a la finca a verificar que lo que el productor dice sea cierto”, añadió Monge.
Entonces, si el país no cosecha todo el frijol que vende como nacional, eso lleva a la cuarta y última traba: el contrabando.
La puerta de entrada reconocida por las autoridades para grano de contrabando es la zona norte.
Justamente en la Región Huetar Norte, se produce el 52% del grano local entre noviembre y enero.
Más que un tema de control fronterizo, los productores insisten en la necesidad de mayores controles cruzados entre las autoridades involucradas.
Datos del propio CNP aseguran que la ilegalidad mueve como mínimo unos 10.000 quintales al año.
Espacio para mejorar
Productores y Gobierno coinciden en que para mejorar sustancialmente, el productor debe reducir sus costos y apostar hacia semillas certificadas, mejor acceso a fuentes de crédito y hasta agroquímicos más baratos.
El cómo no lo tienen claro.
Desde el Gobierno, la apuesta va por la necesidad de agregar valor, ofrecer un producto cada vez más terminado.
José Joaquín Salazar, viceministro Agricultura, aseguró estar enfocado en trabajos de valor en la Región Brunca y Huetar Norte, pero no precisó los detalles.
“Ya no es solo secar, limpiar y poner en bolsa”, afirmó.
