Álvaro Mesén estuvo bajo los reflectores durante dos décadas. También recientemente, cuando enfrentó una grave situación de salud. Estaba a punto de lanzar tres productos de limpieza de su emprendimiento Happy Value.
Frente a la casa —que comparte con su esposa María Isabel Chaves, sus hijas Daniela e Isabela y su hijo Gabriel, en Belén— hay un arco de fútbol y un aro de baloncesto. Ahí juega Gabriel con sus amigos.
Dentro de la casa, hay mucha actividad. La sala y el comedor son los espacios donde reciben a las visitas, como compañeros de los equipos en los que jugó Álvaro y jugadores actuales. Y también son los espacios de trabajo.
Cada trimestre, cuando las empresas hacen pedidos, se llenan de las cajas de la iniciativa Happy Box de Isabela, Daniela y Gabriel.
Ahí mismo se encuentra la computadora en la que gestionan ambos proyectos. Y dos exhibidores: los productos de limpieza para edificios, viviendas y residencias y los más recientes: detergente antibacterial, spray controlador de olores y el polvo quita manchas para ropa, zapatos y utensilios deportivos, que se venden en supermercados.
“Hay que entender cuándo dar el paso a las grandes ligas“, dice Álvaro. “Esa es la gran diferencia con la gente que se queda”.
Preparación
Álvaro es una persona tranquila, de conversación fluida y sin aspavientos. Sabe lo que es sobresalir, pero sin exclamaciones rimbombantes.
Es oriundo del Barrio El Carmen, en Alajuela. En 1990 se graduó en el Colegio Redentorista San Alfonso. Dos años después pasó al primer equipo de la Liga Deportiva Alajuelense, donde permaneció 12 años. Ahí estaba desde ligas menores.
Jugó después en el Club Sport Herediano (2004 a 2006), Brujas (2006-2007) y Liberia (2007-2010). Con la Selección de Costa Rica participó en 37 juegos. Al retirarse del fútbol ya estaba preparado, tras una larga transición.
Durante esas dos décadas dividió el tiempo con el estudio. Inició en sistemas informáticos, luego cambió a administración, carrera de la que se graduó en 2010 en la Universidad Internacional de las Américas (UIA). Más tarde obtuvo la maestría en gestión de proyectos de la Universidad para la Cooperación Internacional (UCI).
Aprovechó los dos años en Liberia para realizar el trabajo de graduación del posgrado. Lo hizo en la empresa del astronauta Franklin Chang, Ad Astra Rocket Co., con un proyecto centrado en la gestión y la logística (recursos, tiempos y requerimientos) para la plataforma que soporta el lanzamiento de aeronaves con motor de plasma.
Ingresó a Chiquita Brand y en 2013, pese a que se le presentó una oportunidad en DHL, se unió a la Federación Costarricense de Fútbol (Fedefutbol) como responsable de presupuestos y estrategias en gestión, concentrado en el área administrativa.
Tras esa experiencia realizó consultorías. Una de ellas para el Club Sport Uruguay de Coronado, junto con Pablo César Wanshope, el actual director técnico de Saprissa. Aquí analizaron la estructura administrativa y deportiva.
Álvaro también realizó otras consultorías para compañías como Dos Pinos, Grupo Roble, Emerson, Kimberly Clark y HP hasta que en mayo de 2014 ingresó a Prodex en gestión de proyectos de innovación y como responsable del desarrollo de nuevos productos. Esa experiencia lo impulsaría a salir de Prodex para emprender.
Hubo intentos anteriores: en ventas por multinivel, tecnología y telecomunicaciones (con un servicio de llamadas mediante Internet), aires acondicionados y administración de condominios.
Incluso creó una empresa llamada Lifestyle para conseguirles hospedajes y tours a los extranjeros atraídos por el turismo médico. La empresa no prosperó. Solo organizaron dos tours y con turistas locales.
Nunca dejaron de buscar oportunidades, incluso cuando los resultados eran frustrantes, como cuando perdió $1000 en una inversión. Cada paso en falso fue una lección.
Como en los partidos, donde se adapta la táctica a cada rival, María Isabel y Álvaro se adaptaron y apostaron a los productos de higiene biodegradables.
Ya estaban tocando puertas y, cuando varias parecían abrirse, todas se cerraron de un día para otro.
Detenidos en el tiempo
Álvaro dejó Prodex en junio de 2019 y María Isabel la agencia de comunicación Efectiva poco tiempo después. Era todo o nada. Querían algo propio e independizarse.
El proyecto de negocios era la producción —mediante terceros— y la comercialización de una línea de limpieza biodegradable. Se incluían desinfectantes antibacteriales, para empresas y hogares con la marca Happy Value, creada por el nombre de la mascota de la casa, Happy.
La oportunidad venía de las tendencias a productos amigables con la naturaleza y el bienestar. Pero la pandemia del Covid-19 cayó como una lápida. Las empresas interesadas empezaron a retrasar y suspender las negociaciones, los acuerdos y las compras. Tenían incluso proyectos cotizados.
Todo se detuvo cuando en marzo de 2020 se decretó el confinamiento. No había nada qué hacer.
Álvaro y María Isabel estaban sin empleo, sin contratos de asesorías (Isabel en el campo de la comunicación), con tres hijos y todas las demás obligaciones pendientes. Pero les hicieron frente. Como le tocó a muchos, negoaciaron con el banco para el pago de la deuda de la casa, por ejemplo.
Encerrados, iniciaron un proyecto familiar, Happy Box, de cajas de regalo para empleados de empresas, una idea de Daniela e Isabela.
Las compañías requerían enviar obsequios a sus colaboradores confinados en teletrabajo. Les contrataban las cajas, a las que les colocaban los obsequios y se iban a entregarlas.
Álvaro se encargaba de esta última labor. Eran tantas que también recurrieron a servicios de transporte colaborativo y a otras personas.
La línea de producción la organizaron primero dentro de la casa. Luego hubo que moverla a la cochera porque ya no cabían en la sala y en el comedor.
En la actualidad, las ventas de Happy Box están normalizadas. “Se reactivan al final de cada cuatrimestre”, explicó María Isabel. En ese momento las firmas envían premios a sus colaboradores.
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Nadie desistía. En el segundo semestre del 2020, don Joseph Joseph, y su equipo de Pequeño Mundo, dieron el visto bueno para comercializar los productos de higiene de Happy Value. Empezaron con un jabón de manos.
Al fin, un respiro. Para ese momento ya le estaban dando vueltas a una idea más, aunque habría falta sobrepasar una dura prueba familiar.
En cuidados intensivos
Hacer deportes y ejercicios es natural en la familia de Álvaro y María Isabel. El mismo Álvaro sale a trotar, practica ciclismo, hace triatlón y va al gimnasio.
Con tantos años ligados a estas actividades, sabían que no toda buena lavada ni todas las alternativas eliminan los malos olores y muchas veces dañan la ropa.
Un domingo después de hacer ejercicio y haber lavado la ropa, surgió la idea de hacer algo nuevo: un detergente antibacterial. Luego, llegaron los otros dos productos.
Empezaron a trabajar la formulación con la fábrica, que ya tenía una base, y María Isabel desarrolló la marca y la imagen aprovechando sus conocimientos y experiencia en mercadeo y comunicación.
Estaban seguros que la nueva apuesta daría resultados. Incluso mandaron a traer 5.000 envases. Todo estaba listo. Entonces Álvaro enfermó de gravedad.
La Selección de Costa Rica disputaba su último partido para clasificar al campeonato Mundial de Fútbol en Catar. Era el 14 de junio del 2022, el juego de repechaje contra Nueva Zelanda, que La Sele ganó 1-0. Pero el resultado Álvaro no lo supo.

Álvaro se descompuso y fue trasladado de urgencias al hospital México. Despertó dos días después en una cama de cuidados intermedios del Hospital México.
El diagnóstico no era positivo. Una tomografía de cerebro reflejaba una masa en la parte inferior derecha. Había perdido el conocimiento por hidrocefalia.
Le colocaron una derivación para drenar el agua. Con eso también tendrían tiempo para una resonancia.
La válvula no funcionó como se esperaba y él seguía delicado. El médico decidió operar. En total, fueron dos cirugías cerebrales.
En la primera operación le encuentran un absceso que estaba dañando el tallo cerebral y cuarto ventrículo, una cavidad ubicada muy cerca que contiene líquido cefalorraquídeo. Este es un líquido transparente e incoloro que rodea y baña el cerebro y la médula espinal. Actúa como un amortiguador, protegiendo estos órganos de lesiones, y también ayuda a eliminar desechos y proporcionar nutrientes.
Todavía no se sabe cómo llegó la bacteria al torrente sanguíneo y se alojó en el cerebro de Álvaro. El pronóstico era reservado, pese a que habían sacado la infección. Le aplicaron anticoagulantes y tres antibióticos de amplio espectro, uno de los cuales fue el que dio resultados.
Álvaro respondió favorablemente. Su condición física, forjada por años de hacer deporte, fue clave para la recuperación. Poco a poco recobró el conocimiento y la movilidad. Como a todo deportista, el cuerpo le pedía moverse.
Un día iba caminando por el pasillo y se topó con uno de los doctores que le hizo pruebas ahí mismo. El resultado fue positivo. A principios de agosto de ese año le dijeron que ya podía hacer vida normal. Habían pasado 25 días.
Álvaro retomó la actividad de Happy Value. Las ventas habían continuado en Pequeño Mundo. Ahora darían otros pasos con los productos para ropa deportiva.
En góndolas
Con los productos de limpieza comercializándose en Pequeño Mundo y también en Automercado, Álvaro y María Isabel acumularon la experiencia para intentar ingresar a Walmart. Tenían reservas, pues habían escuchado muchas cosas sobre esta cadena.
A Álvaro y a María Isabel les habían dicho que entrar y permanecer en Walmart era difícil. Sin dejarse llevar mucho, a principios de 2024 hicieron contacto con Walmart y su programa Una mano para Crecer. Esta es una iniciativa de la cadena en la que apoyan a casi 200 pymes como proveedores de sus diferentes formatos, según el producto y los respectivos segmentos de mercado.
La experiencia en este año y medio les impresionó a Álvaro y a María Isabel.
En ese programa reciben una evaluación a nivel de producto y de gerencia. Además, les brindan capacitación, asesoría y mentoría de ejecutivos de Walmart, tanto sobre los procedimientos para ingresar a góndolas como en el área de gestión y de los sistemas de logística de la cadena.
El primer pedido se concretó en setiembre de ese año. Pero todavía están aprendiendo.
Él recuerda que un día, después de la primera entrega, no recibían pedidos de productos a través de los medios usuales, como el correo electrónico. Hasta que se dieron cuenta que había que ingresar al sistema. Lo hicieron y vieron que tenían varias órdenes pendientes.
Otro día acudió al centro de distribución con una caja, haciendo caso al pedido recibido. Hizo la fila y, de repente, alguien le preguntó qué hacía ahí con una caja. Entonces le dijeron que tenían que negociar con Walmart para que la orden fuera por una mayor cantidad.
Entraron a Walmart con el detergente, pero actualmente se ofrecen los tres productos para ropa deportiva. Ahora esperan dar un paso más para que todos tengan un espacio cerca de la sección de productos para deportes. La meta es consolidarse y esperan hacerlo con cuidado, pues no todas las oportunidades convienen necesariamente.
Con la comercialización en Walmart las ventas aumentaron 300%.
“Es como en el fútbol”, ejemplifica Álvaro. “Uno sueña con llegar al Mundial. Y para eso hay que empezar el camino, entender, estudiar, replantearse. A veces hay que echar para atrás. A veces hay que empujar”.
Datos vitales |
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Empresa: Happy Value |
Fundadores: Álvaro Mesén y María Isabel Chaves |
Año de fundación: 2019 |
Productos: 11 productos biodegradables |
Categoría de limpieza general: ocho productos para higiene y aseo de viviendas e instalaciones |
Categoría de ropa deportiva: tres productos especializados para sanitizar y proteger prendas e implementos deportivos (detergente antibacterial, ‘spray’ controlador de olores y el polvo quitamanchas) |
Producción: mediante tercerización |
Comercialización: los productos de limpieza general se venden en las cadenas Pequeño Mundo y Automercado; los productos para ropa deportiva se venden en Walmart |
Precios: desde ¢3.890 a ¢7.850; el kit para ropa deportiva cuesta ¢15.000 |