Donde muchos ven una casa abandonada o en mal estado sin más remedio que la demolición, Pablo Chinchilla encuentra una oportunidad.
Convertir espacios deteriorados en hogares llenos de vida es una especialidad que lo llevó a dirigir una de las empresas de bienes raíces y remodelación más solicitadas en Texas, Estados Unidos.
La historia de este costarricense nacido en San Joaquín de Flores, Heredia, no está llena de títulos académicos, sino de aprendizaje autodidacta.
En 2008, aunque no había completado su bachillerato por madurez ni empezado la universidad, decidió casarse y mudarse a Norteamérica, donde el camino no fue nada fácil.
“A mis 22 años, mientras trabajaba en un hotel, no sabía que dentro de mí había un emprendedor. Siempre me vi como un empleado bueno y responsable, pero no como empresario”, comentó durante una entrevista con El Financiero.
A pesar de contar con un buen nivel de inglés y la compañía de su esposa estadounidense, Christa, a quien conoció en Costa Rica, la barrera cultural era tangible. Lejos de su familia y sin estudios superiores formales, tuvo múltiples empleos, como la reparación de dispositivos tecnológicos y arreglos varios en casas, antes de encontrarse con el talento que hoy le acompaña.
En uno de los primeros trabajos que aceptó tuvo la oportunidad de colaborar en la remodelación de una vivienda deteriorada, una vivencia que le permitió ver algo que otros no: la posibilidad de transformar espacios, de combinar estética y funcionalidad, de convertir lo olvidado en algo valioso.
“La experiencia de haberlo hecho antes y estudiar de forma autodidacta con videos, libros, podcasts y hasta contacto con conferencistas fue lo que me abrió las puertas al mundo de los bienes raíces”, aseguró Chinchilla.

“Cambiar el chip”
Padre Rico, Padre Pobre, de Robert Kiyosaki es el libro que cambió la vida de Chinchilla. Recordó que poco después de empezar a educarse en los negocios por cuenta propia, dio con esta obra que le enseñó la lección clave de su actual empresa:
“En vez de trabajar por dinero, hay que buscar que el dinero trabaje para usted”.
Al leer el libro, algo cambió dentro de él y lo hizo comprender que cualquier negocio, sin importar el sector, debe generar ingresos de manera constante y permitir que el capital trabaje incluso cuando el propietario no está presente.
“A lo largo de los años he leído decenas de libros sobre liderazgo, finanzas y desarrollo personal, además de asistir a múltiples conferencias de negocios”, cuenta.
Aplicó la visión aprendida a este nuevo campo que le atrajo por la combinación de ingresos sostenibles y escalabilidad, pues durante sus años de trabajo en la instalación de equipos en hogares vio viviendas de valores tan diversos como $20.000 y hasta $5 millones.
Con la certeza de que no podía depender únicamente del trabajo de 12 a 13 horas al día reparando áticos en medio de un clima asfixiante por sus altas temperaturas, como lo hacía hasta entonces, decidió que los bienes raíces serían la manera de generar ingresos las 24 horas.
“En Costa Rica nos frena mucho la idea de que el éxito es sinónimo de tener estudios universitarios y, si no, uno está perdido. Para cambiar ese chip se requiere ver más allá de los prejuicios y ese horizonte. Todos podemos estudiar por cuenta propia, y eso inicia con el celular; en vez de ver videos graciosos, podemos destinar ese tiempo a aprender cosas nuevas”, comentó.
Con determinación decidió arriesgarse e invertir un ahorro de apenas meses en una propiedad de bajo costo para transformarla con sus propias manos, como si de un programa de los Hermanos a la obra se tratase.
Reforzó su aprendizaje con videos sobre reparación eléctrica, plomería y decoración. Pintó las paredes, instaló pisos y reparó todos los detalles necesarios hasta lograr vender la propiedad con ganancias considerables.
La experiencia lo impulsó a comprar nuevas casas y, eventualmente, a invertir en propiedades de renta.

Hace cuatro años, conoció a un par de socios con mentalidad similar a la suya y fundaron Blue Marlin Investment Properties, la empresa que actualmente dirige. Como resultado, su operación creció de tres o cuatro propiedades al año a 37 durante 2024.
Modelo de negocio
Cuando un propietario se comunica con Chinchilla para ofrecerle una vivienda, su primera pregunta es cuál es la condición del inmueble.
Si la respuesta es que la casa ya fue remodelada pero los dueños no pueden pagar más la hipoteca, probablemente no sea una oportunidad atractiva para él, debido a que las propiedades recién arregladas dejan poco margen de ganancia, mientras que las que requieren reparaciones importantes suelen tener mayor potencial.
Por ejemplo, si una casa completamente renovada puede venderse en $100.000, él procurará comprarla por la mitad de ese valor, es decir, unos $50.000 o incluso $40.000, si el deterioro es considerable.
A esa inversión inicial debe sumarle los materiales, mano de obra y mejoras estructurales. Además, siempre deja un margen destinado a cubrir gastos como impuestos, honorarios de agentes inmobiliarios, inspecciones y eventuales descuentos que solicitan los compradores después de revisar la propiedad.
“Por eso, cuanto más deteriorada esté una casa, más rentable puede llegar a ser”, dijo Chinchilla.
En algunos casos compró viviendas en condiciones tan precarias que apenas se sostenían en pie por alrededor de $30.000, pero con una correcta planificación y remodelación, lograron alcanzar valores de venta mucho más altos en el mercado.
Además, él y sus socios utilizan un aspecto importante de la legislación estadounidense a su favor: el impuesto sobre ganancias de capital (capital gains).
Explicó que, si la propiedad se vende antes de cumplir 12 meses desde la compra, la ganancia se considera de corto plazo y se grava con una tasa alta, por lo que lo más rentable es esperar más de 12 meses para vender cuando el impuesto es mucho menor.
Actualmente, la empresa cuenta con un equipo de 15 a 20 personas dedicadas a mantenimiento y operación de las propiedades.

Crecimiento orgánico
Blue Marlin Investment Properties no invierte en publicidad con campañas en redes sociales, folletos o pancartas, sino que su crecimiento se dio de boca en boca con recomendaciones de los clientes satisfechos.
Para ejemplificar, Chinchilla contó el surgimiento de la relación con uno de sus principales fieles, Home Depot. Cuando recién tocaba las puertas para dar sus primeros pasos en el camino, se aseguraba de conversar con contratistas, plomeros y electricistas mientras compraba suministros.
Con el tiempo, su presencia frecuente hizo que muchos lo reconocieran y buscaran directamente para ofrecer servicios o colaborar en proyectos tras ver los resultados de su trabajo. Además, le permitió conocer a sus actuales colaboradores.
Ahora prefiere acudir a los grandes almacenes, donde el flujo de personas es constante, porque le permite conocer a profesionales del sector y mantener vivo un círculo de contactos clave.
“No podemos dejarle todo a las redes sociales. El contacto humano es importante, debemos ir y tocar la puerta nosotros mismos, no sentarnos a esperar una llamada”, dijo.
No poseen oficinas abiertas al público, sino que cada socio opera en su oficina desde casa, y algunos colaboradores y su secretaria en un complejo de apartamentos cercano.
Todos ellos se encuentran lo suficientemente capacitados para delegarles responsabilidades, lo cual, aseguró, es esencial para guiar un negocio al éxito.
Durante todo el proceso, su esposa y sus tres hijas −Bella, Emma y Olivia—lo acompañan con apoyo incondicional. El despegue de su negocio le permite dedicarles tiempo de calidad cada día, un aspecto que calificó como fundamental en su vida.
Fruto del capital que logró reunir con esta actividad, brinda becas para estudiar inglés y adquirir habilidades tecnológicas a niñas del orfanato Hogar Cristiano de Puntarenas, en El Roble de la provincia.
Además, cada fin de año les organiza una fiesta navideña con el fin de compartir la luz que lo llevó de ser un colaborador en un hotel con dudas sobre su futuro a un referente en la remodelación habitacional de Texas.