El espíritu navideño a menudo inspira la idea de que, para los más pequeños de la casa, encontrar un cachorro bajo el árbol es un regalo entrañable que promete alegría y compañía. Sin embargo, detrás de esa imagen idílica se esconde una realidad económica y de compromiso a largo plazo que muchas veces se ignora: un perro no es un regalo, es una inversión de tiempo, recursos y responsabilidad.
Instituciones y expertos veterinarios advierten que el impulso de regalar mascotas durante diciembre resulta en un aumento de abandonos en enero y febrero, una “tónica” que se repite anualmente, especialmente con algunas de las razas más populares en Costa Rica.
“Los perritos son una excelente compañía para los niños, y les ayudan a desarrollar habilidades y fortalezas que les motivarán a ser más responsables y empáticos. Pero detrás de esto hay un adulto responsable quien debe ser el tutor del perrito, para que pueda atender todas sus necesidades y garantizarle calidad de vida”, afirmó Amy Barboza Chinchilla, administradora del Club Dachshund Costa Rica.
¿Cuánto cuesta realmente un perro?
Si bien el costo de la adopción o compra inicial puede ser considerable, es apenas la punta del iceberg financiero. Un reportaje de El Financiero estimó que el gasto promedio mensual para la manutención de razas populares en Costa Rica (como golden retriever, chihuahua, schnauzer, salchicha y poodle) puede oscilar entre $100 y $400 (aproximadamente ¢50.000 a ¢200.000).
La alimentación representa el gasto fijo más significativo dentro de la manutención de un perro, cubriendo tanto la comida de calidad como las dietas especializadas que pueda requerir. En cuanto a la salud y cuidados veterinarios, estos son obligatorios y constantes, e incluyen vacunas, desparasitación y chequeos anuales.
Por otro lado, las emergencias médicas, como tratamientos inesperados, cirugías o enfermedades crónicas, representan potencialmente el gasto más alto e impredecible para los dueños. Además, el aseo y la peluquería, que engloban baños, cortes de pelo y cuidado dental, varían en impacto financiero según la raza y sus necesidades específicas. Finalmente, los accesorios (camas, juguetes, correas y platos) implican un gasto tanto inicial como de reemplazo a lo largo del tiempo.
El doctor Óscar Robert Esquivel, de la Clínica Drs. Robert, enfatiza que esta planificación económica es un compromiso mensual y fijo “por lo menos por los próximos diez a quince años”. Estamos hablando de una inversión total que fácilmente puede superar las decenas de miles de dólares a lo largo de la vida de la mascota.

Tiempo y estilo de vida
Más allá de lo económico, la decisión de incorporar un perro debe basarse en un análisis profundo del estilo de vida del futuro tutor, no de quien recibe el regalo.
Según el doctor Robert, un perro puede vivir más de 20 años, y su cuidado implica una atención diaria que incluye paseos múltiples, juego y cariño.
“Uno de los inconvenientes es no analizar las condiciones que tenemos para recibir esa nueva mascota y esa nueva raza. No estudiamos bien la raza que estamos adquiriendo o adoptando, qué necesidades tienen y si lo que tenemos en casa se adapta”, asegura el Dr. Robert Esquivel.
Un perro sin el ejercicio o la estimulación mental adecuada “botará esa energía más bien en destrucción en la casa”, lo que se traduce en más gastos y frustración, añade.
Barboza explicó que todos los diciembres, en las redes sociales del Club, realizan una publicación para recordarle al público que los perritos no son juguetes.
“No recomendamos regalarlos en Navidad solo porque son muy bonitos, pero no son un peluche; ellos empiezan a hacer sus necesidades por la casa, se comen zapatos, muebles, lo normal de cualquier cachorro. Y en enero y febrero, vemos un aumento de cachorros abandonados. Esto ya ha sido la tónica durante los últimos dos años y podríamos casi asegurar que este año que viene también”, afirmó.

Responsabilidad antes que impulso
Un perro no es un peluche ni un juguete para un niño; es una vida que requiere un adulto responsable como tutor, enfatiza Amy Barboza. Si bien los niños pueden desarrollar empatía y responsabilidad al participar en el cuido, la carga financiera y la toma de decisiones recae siempre en los padres o adultos a cargo.
La recomendación unánime de expertos, veterinarios y agrupaciones como Asociación Adaana, Animal Hope Costa Rica, Asociación Adopta una Mascota o el Club Dachshund Costa Rica es clara: No regale un perro en Navidad.
En su lugar, regale la promesa de uno. Regale la investigación, la planificación financiera y el compromiso. Regale un certificado de adopción que se hará efectivo después de que la familia haya analizado seriamente su capacidad (económica, de tiempo y de espacio) para asumir esta gran inversión a largo plazo.
“Nunca hay que tomarlo a la ligera; estamos adquiriendo una vida que va a necesitar de nosotros durante muchos años y nuestro compromiso es darle la mejor calidad de vida”, concluye el Dr. Robert Esquivel.
Piense en el perro no como un obsequio de temporada, sino como un socio de vida que exige una rigurosa diligencia debida, tanto financiera como personal.
Esta decisión trasciende la economía doméstica; se convierte en un desafío de bienestar nacional. Según registros del Servicio Nacional de Salud Animal (Senasa), la institución tramita anualmente cerca de 4.000 denuncias relacionadas con maltrato y abandono. Expertos coinciden en que una parte significativa de estos casos se origina cuando la novedad del “regalo” navideño se desvanece y la realidad de los gastos se impone, dejando a miles de animales a la deriva y a las familias con una inversión fallida.
