La seguridad de las pensiones es uno de los grandes retos de Costa Rica. El Régimen Obligatorio de Pensiones Complementarias (ROPC) ha crecido de forma notable en activos y se ha convertido en un pilar del bienestar de miles de trabajadores. Sin embargo, ese crecimiento está expuesto a riesgos financieros internacionales y a la presión demográfica del envejecimiento poblacional. La pregunta central es: ¿cómo blindar el ahorro de los trabajadores ante estos desafíos?
La respuesta puede estar en un binomio estratégico: un modelo de multifondos eficiente y el uso de coberturas financieras inteligentes. Se trata de una combinación sencilla en su diseño pero poderosa en su impacto, que permite dar estabilidad al sistema, ordenar el riesgo y, al mismo tiempo, aprovechar las oportunidades de crecimiento.
Multifondos, simplicidad con impacto
En el debate actual sobre la creación de fondos generacionales se ha puesto sobre la mesa un esquema que en teoría luce innovador, pero que en la práctica es complejo, difícil de implementar y costoso de administrar. Costa Rica necesita soluciones más simples y eficientes.
Un esquema de dos fondos puede cumplir con la misma función y con mejores resultados:
- Un fondo agresivo, para los trabajadores más jóvenes, con alta exposición a activos de crecimiento como acciones internacionales.
- Un fondo conservador, para quienes se acercan a la jubilación, con mayor peso en bonos y activos de bajo riesgo.
El traslado entre uno y otro ocurre de forma automática conforme la edad del afiliado avanza. Así, cada persona mantiene un perfil de riesgo coherente con su etapa de vida, sin necesidad de trámites complicados ni decisiones que el trabajador promedio difícilmente podría tomar con información suficiente.
Este modelo sigue una curva descendente de riesgo: en la juventud predomina la renta variable, aprovechando el horizonte de largo plazo para absorber volatilidad y capturar crecimiento. Conforme el trabajador se aproxima a la edad de retiro, esa exposición se reduce de manera gradual hasta llegar a cero, al mismo tiempo que aumenta la participación de instrumentos conservadores.
Ejemplo internacional: México apostó por un esquema de diez multifondos. La teoría era sofisticada, pero en la práctica el afiliado común no entiende las diferencias y los costos operativos aumentaron. Países Bajos, por el contrario, diseñó solo dos fondos generacionales con reglas automáticas de transición. Los resultados fueron similares en términos de rendimiento, pero con mucho mayor eficiencia administrativa.
Otros casos refuerzan la lección. Australia, con su superannuation system, permite una amplia libertad de inversión, pero ha debido invertir millones en educación financiera para que los afiliados comprendan sus opciones. Reino Unido, en cambio, ha impulsado esquemas por defecto que trasladan gradualmente el riesgo sin intervención del trabajador, simplificando la experiencia. Los países nórdicos, reconocidos por su solidez social, combinan multifondos básicos con reglas claras de transición automática, logrando altos niveles de confianza pública.
Ejemplo narrativo en Costa Rica: Juan, de 28 años, está iniciando su vida laboral. Su fondo debe estar cargado de acciones, porque aún tiene 35 años para enfrentar volatilidad. María, de 60 años, está a punto de jubilarse: su fondo debe estar casi en su totalidad en bonos. Con un esquema de dos multifondos, Juan y María no tienen que preocuparse por cambiar de fondo: el sistema los mueve automáticamente, asegurando que cada uno tenga el perfil adecuado.
Blindar la porción internacional
La otra pieza fundamental está en las coberturas financieras. Buena parte de la volatilidad que enfrentan los portafolios del ROPC proviene de la porción internacional de sus inversiones. Allí se encuentran las mayores oportunidades de retorno, pero también los riesgos más significativos.
El uso de derivados como forwards, swaps y opciones permite blindar al trabajador frente a caídas abruptas en los mercados globales o movimientos bruscos en los tipos de cambio, sin tener que renunciar al potencial de crecimiento.
Ejemplo internacional: en Chile, la Superintendencia exige que los fondos tengan estrategias de cobertura cambiaria. Esto permitió que, en momentos de fuerte depreciación del peso, los portafolios mantuvieran estabilidad. En Estados Unidos, los grandes fondos de pensiones públicos aplican estrategias de overlay (superposición) con derivados que reducen pérdidas en caídas fuertes de la bolsa. En los Países Bajos, un sistema que combina coberturas con multifondos ha sido clave para mantener estabilidad incluso en periodos de tasas de interés negativas. En Canadá, fondos como el Ontario Teachers Pension Plan son referentes globales por su disciplina en coberturas, lo que les ha permitido crecer incluso en entornos adversos.
Ejemplo narrativo en Costa Rica: durante la pandemia de 2020, un trabajador cercano a la jubilación vio caer el saldo de su pensión de manera significativa por la turbulencia internacional. Con coberturas, esa caída se habría moderado, evitando que la persona tomara decisiones apresuradas o perdiera confianza en el sistema.
Ejemplo numérico: si una persona de 55 años tenía $100.000 invertidos en su fondo y los mercados internacionales cayeron un 20%, su saldo pudo bajar a $80.000 sin protección. Con coberturas bien aplicadas, esa caída se habría reducido a un 8% o 10%, manteniendo su ahorro en $90.000 o $92.000. Esa diferencia representa tranquilidad financiera en el momento más delicado de la vida laboral.

El binomio estratégico
La verdadera fortaleza surge cuando ambos mecanismos se combinan. Los multifondos aseguran que el perfil de riesgo esté bien calibrado de acuerdo con la edad, las coberturas protegen de los choques externos de corto plazo.
El resultado es un sistema que se adapta al ciclo de vida del trabajador y a la volatilidad global.
Ejemplo práctico: un afiliado de 45 años podría tener un 45% de su portafolio en renta variable y un 55% en instrumentos conservadores. Si ocurre una crisis internacional con pérdidas del 20%, el portafolio sin cobertura vería reducciones directas, mientras que el portafolio con coberturas podría limitar la caída a la mitad.
Beneficios macroeconómicos: un sistema de pensiones más estable genera confianza en los mercados financieros locales, permite a las operadoras invertir con mayor planificación y abre espacio para atraer inversión extranjera. Además, reduce la presión política en momentos de crisis, cuando la ciudadanía suele cuestionar la sostenibilidad del modelo. Un esquema sólido también facilita que los fondos de pensiones inviertan más en proyectos de infraestructura nacional, contribuyendo al crecimiento económico.
Impacto social: un sistema que logra estabilidad en el ahorro individual también contribuye a la reducción de desigualdades. Quienes dependen únicamente de su pensión complementaria para subsistir no pueden permitirse volatilidades extremas. Al suavizar las caídas y mantener un perfil de riesgo adecuado por edad, se garantiza que todos los afiliados, independientemente de su nivel de ingreso, tengan acceso a un esquema más justo. Un modelo robusto fortalece la confianza ciudadana, reduce tensiones sociales y convierte al ROPC en una verdadera herramienta de equidad.
Responsabilidad de gestores y regulador
El diseño de un modelo sólido requiere también de una gestión responsable. Las operadoras de pensiones tienen el deber fiduciario de aplicar estas estrategias con profesionalismo, velando por el interés de los afiliados y no por incentivos de corto plazo. Implementar multifondos y coberturas exige disciplina, transparencia en los costos y rendición de cuentas periódica.
Al mismo tiempo, el regulador debe acompañar este proceso con normas claras, criterios técnicos y una supervisión que combine firmeza con visión de largo plazo. La Superintendencia de Pensiones (Supén), junto con el Consejo Nacional de Supervisión del Sistema Financiero (Conassif) deben garantizar que estas herramientas se utilicen correctamente, que se eviten abusos y promuevan las mejores prácticas internacionales. Sin esta gobernanza, cualquier innovación corre el riesgo de quedarse en buenas intenciones.
Una ruta de país
Costa Rica necesita decisiones de fondo en materia de pensiones. No se trata de añadir más complejidad, sino de apostar por soluciones prácticas y efectivas.
Con dos multifondos claros y coberturas bien diseñadas, el sistema sería más simple, más justo y más transparente. El trabajador joven tendría un camino claro hacia el crecimiento; el trabajador mayor tendría certeza de protección; y la sociedad en su conjunto ganaría confianza en un pilar esencial para la estabilidad social y económica.
Ejemplo social: imaginemos el impacto de esta estrategia en dos millones de afiliados al ROPC. Millones de familias podrían planificar su futuro con mayor tranquilidad, sin el temor de ver reducidos sus ahorros por una crisis internacional o por un esquema demasiado complejo de fondos.
Llamado político: esta no debe ser una discusión técnica aislada, sino una decisión de política de Estado. El diseño del sistema de pensiones afecta a varias generaciones y define la confianza social en las instituciones. Apostar por un binomio de multifondos y coberturas envía un mensaje claro: el país prioriza la seguridad social y protege el fruto del trabajo de sus ciudadanos.
En un contexto donde las reformas suelen ser polémicas, esta propuesta ofrece equilibrio entre innovación y prudencia, entre eficiencia financiera y justicia social.
Pensiones como pacto intergeneracional
Las pensiones no son solo una herramienta financiera, son parte de un pacto intergeneracional. Los trabajadores de hoy sostienen con sus aportes a los jubilados actuales, y confían en que mañana el sistema les responderá con la misma solidez. Este círculo virtuoso depende de la confianza.
Un esquema de multifondos y coberturas, bien gestionado y supervisado, no solo protege los ahorros individuales, sino que también fortalece ese pacto colectivo que garantiza estabilidad social.
Blindar las pensiones no es un lujo reservado a especialistas; es un deber con las generaciones que hoy ahorran y con las que mañana dependerán de ese ahorro para vivir con dignidad. Costa Rica tiene la oportunidad de dar un salto cualitativo en la protección del ahorro de sus ciudadanos. Apostar por multifondos y coberturas es apostar por un sistema más sólido, más justo y más transparente. Es blindar, de una vez por todas, el futuro de las pensiones.
La combinación de multifondos y coberturas no es un experimento, sino una ruta probada internacionalmente que Costa Rica puede adaptar con inteligencia. Un esquema simple, justo y bien regulado permitirá que los trabajadores jóvenes aprovechen las
oportunidades de crecimiento, que los adultos próximos al retiro cuenten con protección real y que la sociedad en su conjunto confíe en un sistema sostenible. Blindar las pensiones es blindar la estabilidad social y económica del país: una decisión que no admite postergaciones y que debe asumirse con visión de largo plazo.
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Malberth Cerdas es docente de Administración de Negocios y Economía de la Universidad Fidélitas. Consultor en estrategia y especialista en Pensiones e Inversiones Institucionales.