Los créditos de consumo de largo plazo se han popularizado en los últimos años: actualmente en el mercado es fácil encontrar entidades que le presten a 10, 15 o 20 años. Sin embargo, es mejor que evite endeudarse por consumo a tantos años.
Antes de explicar por qué es inconveniente vale la pena aclarar que muchas veces el endeudamiento en esas condiciones no es un capricho sino una necesidad, así que es comprensible que, si no hay escapatoria —ya sea porque se presentó una emergencia o porque necesita flujo de caja—, se acuda a alargar un préstamo de consumo.

No obstante, si le es posible, considere evitarlos.
¿Por qué son problemáticos?
Empecemos con que consumo es una categoría de crédito muy diversa, normalmente se trata de un préstamos para uso libre: la gente puede usar el dinero para comprar electrodomésticos, un viaje, saldar una emergencia médica o, en realidad, para lo que quiera.
Lo que sí suelen tener en común es que requieren pocas garantías (en algunos casos, ninguna) y son préstamos para saciar una necesidad que no perdura en el tiempo, a diferencia de, por ejemplo, un crédito de vivienda.
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“Por definición, los préstamos de consumo deberían tener plazos relativamente cortos”, explica Hazel Valverde, gerenta general del Banco Central de Costa Rica (BCCR).
¿Cuán cortos? Pues depende de cada caso, pero la normativa actual (Sugef-306) comienza a castigar patrimonialmente a las entidades financieras cuando otorgan créditos de consumo a más de cinco años, así que ese periodo sirve como referencia para determinar cuándo se empiezan a volver más riesgosos.
A pesar de esto, un 41,5% de todos los préstamos bancarios de consumo superan los nueve años y en cooperativas ese número asciende a un 55,6%, según datos del BCCR a abril del 2024.
Bernardo Alfaro, exsuperintendente General de Entidades Financieras, le preocupa ver el crecimiento en los plazos de este tipo de operaciones, ya que estruja la capacidad de pago del deudor en el largo plazo por una necesidad que probablemente era cortoplacista.
“Es muy complicado tener una obligación a un plazo tan extenso por algo que no obedece a una a una realidad económica, no tiene sentido endeudarse en consumo a plazos superiores a los 5 años, no es una buena práctica financiera personal”, dice Alfaro.
El Banco Popular y el Banco de Costa Rica (BCR) le confirmaron a este medio que ellos otorgan préstamos de consumo por hasta 20 años, principalmente en consolidación de deudas, sin embargo, para eso piden una garantía hipotecaria. Coopenae también dijo que pide este tipo de garantía cuando el préstamo supera los nueve años.
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Esto blinda en parte a las entidades financieras, ya que les permite alargar los plazos porque, en caso de impago, tienen una garantía valiosa, además de que, según Carlos Fernández, exgerente del BCR, probablemente estén cobrando tasas de interés por encima de las de vivienda con una garantía similar. Allí hipotéticamente ganan por los dos lados: una tasa de interés más alta y menos riesgo.
No obstante, para los deudores puede que sume una angustia nueva. ¿Se imagina perder su casa por comprar un vehículo, un viaje, un electrodoméstico o una remodelación (o probablemente la suma de todos estos si se trata de una consolidación)? Suena como un riesgo muy alto.
Si se encuentra en una situación en la que tiene que poner la casa como garantía, Alfaro recomienda negociar una tasa de interés menor a la que normalmente tendría una de consumo (de las más altas del mercado).
El Informe Anual de Riesgos del BCCR de 2024 señaló la extensión de los plazos de consumo como un elemento que podría fomentar el sobreendeudamiento de la población.
No todo es malo, la ventaja de alargar los plazos es que las cuotas mensuales bajan. Es decir, las personas pueden liberar parte de su presupuesto para otras necesidades; en casos extremos, estos créditos pueden ser un alivio, como en una consolidación de deudas, pero el precio a pagar es saldar un préstamo por décadas —más pago de intereses— por algo que probablemente disfrutó solo en el corto plazo.