El sistema financiero costarricense, entendido por las instituciones que captan depósitos, cambió más en la última década que en los veinte años anteriores.
Así lo señala el estudio “Sistema de Intermediación Financiera Costarricense: evolución, desafíos y perspectivas 2014-2024″ de la Academia de Centroamérica en colaboración con Consejeros Económicos y Financieros (Cefsa).
Este se presentó en una actividad el miércoles 10 de diciembre con la participación de Luis Liberman, socio de Cefsa y asociado de la Academia; Daniel Ortiz, director de Cefsa; Allan Calderón, subgerente general de Coopenae y Andrés Portilla, director de asuntos regulatorios del Instituto de Finanzas Institucionales.
En el texto, se analiza el comportamiento del sector en un periodo marcado por digitalización acelerada, cambios en la liquidez, presiones regulatorias y un entorno macroeconómico que ya no se comporta como antes.
Primero, sostiene que el sistema muestra señales de ser “estable y robusto”, pero enfrenta desafíos estructurales crecientes que definirán su rumbo en los próximos años.
Bajo esa premisa, los expertos advirtieron que el país cambió de la mano con una economía que se modificó, así como una intermediación financiera con necesidad de adaptarse a una realidad mucho más compleja.
Vulnerabilidades en activos, rentabilidad y crédito
Entre los principales hallazgos, se encuentra un crecimiento de los activos de apenas un 6% anual durante la última década, muy por debajo del 18% registrado en la etapa previa.
Además, la razón entre crédito y Producto Interno Bruto (PIB) cayó a 52%, lo que sería reflejo de una intermediación que se estancó.
A esto se suma un proceso sostenido de consolidación: el sector opera hoy con menos intermediarios, menos sucursales físicas y una presión creciente por eficiencia, al tiempo que la digitalización redefine la operación diaria de bancos, cooperativas y financieras.
Por otro lado, la rentabilidad aún es un desafío; los indicadores de retorno permanecen deprimidos, los márgenes se estrecharon y los costos regulatorios siguen al alza. Según los datos analizados por Ortiz y Liberman la desaceleración en rentabilidad es más notoria desde el 2009 a la fecha.
Además, alerta que persisten distorsiones legales que limitan la competitividad y condicionan la sostenibilidad.
Otra conclusión es la fuerte concentración del crédito en los hogares: el giro hacia préstamos de consumo y vivienda convirtió a las familias en el principal pilar del crecimiento crediticio durante años, pero también en la mayor vulnerabilidad del sistema.
El informe identifica un conjunto de riesgos emergentes que ya impactan la operación del sistema: fraude digital, ciberataques, interdependencia operativa, vulnerabilidades de liquidez, la irrupción de los criptoactivos y las implicaciones del envejecimiento poblacional.

