En un año donde las proyecciones comerciales para Centroamérica dibujan una curva ascendente, impulsada por una demanda estadounidense que parece inmune a los vaivenes de la geopolítica global, el mapa del crecimiento exportador regional muestra una excepción notable.
Mientras la “nueva era de interdependencia instrumentalizada” descrita por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) reconfigura las cadenas de suministro y beneficia a varios países del istmo con una desviación de comercio favorable, una economía específica se prepara para registrar el desempeño más discreto del bloque en el 2025.
A pesar de compartir la vecindad geográfica y los socios comerciales, esta nación proyecta una expansión en el valor de sus exportaciones que apenas roza el umbral del crecimiento moderado, quedando muy por debajo del dinamismo de sus pares.
Se trata de Belice, país que si bien forma parte del Sistema de la Integración Centroamericana (SICA), a menudo se analiza bajo la óptica del Caribe en ciertos foros multilaterales y cuya dinámica comercial es inseparable del istmo.
Según los datos del informe “Perspectivas del Comercio Internacional de América Latina y el Caribe 2025”, Belice proyecta un crecimiento en el valor de sus exportaciones de bienes de apenas un 4% para el próximo año.
Esta cifra lo sitúa en el último lugar de desempeño relativo en la región, marcando una distancia considerable frente a los ritmos acelerados de sus vecinos inmediatos y del resto de Centroamérica.
La cifra de un solo dígito de Belice contrasta radicalmente con el comportamiento del resto de la región central. Mientras la economía beliceña avanza a un 4%, el resto de los países centroamericanos se prepara para celebrar expansiones de doble dígito.
Las proyecciones de la Cepal sitúan a El Salvador, el siguiente en la lista de menor crecimiento, con un 10%, más del doble que Belice. La brecha se ensancha aún más al comparar con economías como Guatemala (15%), Costa Rica (16%) o los líderes en proyección, Nicaragua (21%) y Honduras (25%). Ni hablar de la comparación con el caso extraordinario de Panamá, que lidera la tabla con un 36% debido a factores mineros coyunturales.
La paradoja de “vender más para ganar lo mismo”
Lo que ocurre con Belice es un caso de libro de texto sobre la diferencia entre volumen (cantidad física) y valor (dinero recibido). El informe revela que la maquinaria productiva beliceña no está detenida; de hecho, trabajará a marchas forzadas. El volumen de sus exportaciones crecerá un robusto 14% en 2025, una tasa de envíos físicos superior a la de El Salvador (10%) y prácticamente igual a la de Costa Rica (15%).
En términos sencillos, Belice estará enviando al extranjero muchos más contenedores y carga que el año anterior. Sin embargo, este esfuerzo logístico y productivo no se traducirá en una ganancia proporcional en la caja registradora nacional. El país está corriendo más rápido solo para mantenerse en el mismo lugar, una situación que expone la fragilidad de depender de los precios internacionales.
El verdadero lastre para las cifras de Belice se encuentra en los precios. La Cepal proyecta una caída del -9% en el precio de los productos que exporta este país. Este deterioro en los términos de intercambio es el más severo de toda la subregión centroamericana, anulando gran parte del esfuerzo productivo realizado para aumentar el volumen.
Mientras sus vecinos disfrutan de precios estables o ligeramente al alza (como Nicaragua con un +3% o Guatemala con un +2%), Belice enfrenta una coyuntura de precios internacionales adversa para su canasta exportadora específica, lo que comprime sus ingresos finales.
El golpe de las materias primas
Este fenómeno subraya la vulnerabilidad de las economías pequeñas atadas a los commodities (materias primas). Aunque el reporte no desglosa la canasta beliceña, sí proyecta caídas de precios generales para 2025 en productos que son vitales para ese país: el precio del azúcar caerá un 14,3% y el del banano se desplomará un 19,6%. Al ser estos pilares de la oferta beliceña, el país importa la deflación de los mercados internacionales.
Esto contrasta con la resiliencia de socios como Costa Rica o México, cuyas canastas exportadoras han migrado hacia manufacturas y tecnología. Mientras Belice sufre la caída del agro tradicional, países con oferta de dispositivos médicos o manufactura avanzada logran defender mejor el valor de sus ventas, pues estos productos son menos sensibles a la volatilidad de precios que afecta a las materias primas agrícolas.

A pesar de ocupar la última posición en crecimiento de valor, el 4% de Belice no es un dato de recesión, sino de desaceleración relativa frente a un entorno regional efervescente. El país logra mantenerse en terreno positivo en un contexto global donde potencias como México apenas crecerán un 5%.
Sin embargo, la diferencia de velocidad respecto a sus socios del SICA plantea retos para la competitividad beliceña y la necesidad de estrategias que permitan no solo exportar más volumen, sino capturar mejor valor en los mercados internacionales para no quedar rezagado en la carrera del desarrollo regional.
