
El avance de las criptomonedas y, en particular, de las stablecoins (activos digitales vinculados a monedas como el dólar), encendió las alarmas en los principales centros financieros del mundo.
Estas nuevas formas de dinero digital podrían erosionar la autonomía monetaria de las naciones y crear una dependencia de divisas y tecnologías extranjeras. En este escenario, los bancos centrales se ven forzados a reaccionar.
En 2021, El Salvador tomó una decisión radical al adoptar el bitcoin, una criptomoneda privada y descentralizada, como moneda de curso legal, en un intento por insertarse en la nueva economía digital.
Ahora, Europa acelera sus propios planes en el mundo de los activos digitales, lo que ha llevado a muchos a preguntarse: ¿está el viejo continente siguiendo, a su manera, los pasos del país centroamericano?
La respuesta, según se desprende de las propias declaraciones y documentos del Banco Central Europeo (BCE), es un rotundo no. La estrategia de Europa no solo es diferente, sino que va en la dirección opuesta a la de El Salvador, con un objetivo claro: reforzar el sistema existente, no reemplazarlo.
Euro digital
El BCE no busca adoptar una criptomoneda privada, sino crear su propia Moneda Digital de Banco Central (CBDC, por sus siglas en inglés): el euro digital. A diferencia del bitcoin, esta no sería una moneda descentralizada, sino una forma de dinero público, emitida y respaldada directamente por el BCE, garantizando su estabilidad.
Pero la principal preocupación de Europa, y el motor detrás de su urgencia, es el dominio casi absoluto del dólar en el mercado de las stablecoins. Cerca del 99% de las transacciones con estos activos se realizan con criptomonedas vinculadas al dólar, como Tether (USDT) y USD Coin (USDC).
El asesor del BCE, Jürgen Schaaf, advirtió que si los pagos en Europa llegaran a depender de estas stablecoins, la región quedaría expuesta a la política monetaria de Estados Unidos y a las decisiones de unas pocas empresas tecnológicas no europeas.
El BCE no rechaza por completo las stablecoins, pero considera que, con una regulación adecuada, aquellas denominadas en euros podrían convertirse en aliadas para fortalecer el peso internacional de su moneda.