Costa Rica, junto a Chile, es uno de los países reconocidos por su agua potable directamente salida del grifo.
A pesar de ello, en solo tres años el país aumentó en un 447,6% las importaciones de este líquido embotellado, tanto mineral como gasificado, entre 2015 y 2024 provenientes de 17 países, especialmente de Estados Unidos e Italia.
El mercado costarricense no se queda atrás en este mercado, pues basta una breve visita al supermercado para encontrarse con varias marcas nacionales de larga trayectoria.
Sin embargo, los envíos de Costa Rica al extranjero durante el año pasado se concretaron a tan solo cuatro naciones, para un aumento total entre el 2015 y 2024 del 27,2%, una cifra considerablemente más baja, lo que deja en evidencia un déficit comercial en este producto.
Este fenómeno no pasa desapercibido entre los comercios, pero no solo supermercados: los hoteles, restaurantes, proveedores y expertos en bebidas dejaron de ver el agua solo como un producto para consumo y lo transformaron en casi un elemento gourmet.
¿De dónde importamos?
El líquido vital de la Tierra es un recurso que se da por sentado en las regiones que tienen el privilegio de verse rodeados por ella en grandes proporciones.
Es por esa razón que comprar una botella se volvió tan común que el incremento de la demanda ocurrió como una bola de nieve, donde sumó poco a poco a cada vez más consumidores hasta afianzarse como parte de un estilo de vida.
Hace diez años las importaciones sumaban $1.318.850, de acuerdo con datos de la Promotora de Comercio Exterior (Procomer), pero al cierre de 2024 se contabilizaron un total de $7.222.080; es decir, casi cinco veces.
Ahora bien, hasta setiembre de 2025 sumaba $6.151. 000, lo cual deja entrever una posible continuidad de la tendencia al alza.
Estados Unidos e Italia encabezaron la lista el año pasado, el primero con $3.232.720 y segundo $3.093.500.
Esto es congruente con lo identificado por los negocios en el país. Por ejemplo, El Mangroove Hotel, Los Sueños Marriott Ocean & Golf Resort, Costa Rica Marriott Hacienda Belén y W Costa Rica concuerdan en que la marca San Pellegrino, de origen italiano, es de las más populares entre sus clientes.
Resaltan, también del mismo país, San Benedetto y Panna. Y Noruega, que sumó $52.860 el año pasado, logró posicionar su agua Voss.
La paradoja: ticos prefieren agua extranjera y extranjeros agua tica
Las exportaciones también mostraron un crecimiento aunque en menor medida: en 2015 sumaron $372.170, en 2024 $473.520 y al corte de setiembre de 2025 se contabilizaban $589.600.
Puede que parezca un crecimiento leve, y ciertamente lo es, pero la oferta de marcas costarricenses no es exorbitante. Los mismos hoteles consultados rescataron a Rainforest, Agua Cristal, de Florida Ice and Farm Company (Fifco) y San Ángel entre las nacionales favoritas.
Sin embargo, señalaron un aspecto particular: quienes la consumen son, en su mayoría, extranjeros. Es decir, mientras los costarricenses en estos establecimientos tienden a solicitar una marca importada, quienes visitan el suelo nacional quieren probar el agua tica.
En realidad, no es algo fuera de lo común, pues el instinto aventurero se antepone ante cada situación. Así lo afirmó Leandro Aldaburu, gerente general de El Novillo Alegre, quien también atestigua esta tendencia.
“El turista actual es más consciente y procura consumir productos locales, busca opciones con menor huella de carbono, envases retornables y menos transporte asociado. Por eso prefiere lo nacional”, comentó.
Exclusividad
Tomar agua dejó de ser una simple respuesta a una necesidad biológica, y como ocurre con tantos otros mercados y productos, se encamina a la estrecha ruta hacia la exclusividad.
La experiencia de Aldaburu le permitió concluir que el contexto cambió por completo. Para él, colocar una botella de agua premium sobre la mesa le da al servicio un estatus distinto perceptible por cualquiera, especialmente la mineral, aunque la gasificada es igualmente aceptada.
La sommelier y colaboradora el restaurante Sofía Mediterráneo en Tamarindo, Mariana Mora, recordó que durante años se decía que el agua “no tenía sabor”, pero era una idea errada.
En su formación en la Escuela Española de Cata, la directora les hacía probar distintas aguas públicas del país y comprobaban que no todas sabían igual. Según dice, cada una tiene componentes particulares que influyen en su sabor.
“Por ejemplo, algunas, por su composición mineral, tienen un sabor ligeramente salado y se utiliza para acompañar alimentos. Otras, como la de Guanacaste, donde resido actualmente, tienen un toque ligeramente más dulce”, mencionó.
La elección entre la mineral y gasificada depende del gusto del cliente, pero esta última suele generar una sensación efervescente en la boca, algo “refrescante y placentero para muchas personas”.
Asimismo, señaló haber observado un aumento en la cantidad de clientes que prefieren agua embotellada por encima de la del grifo, incluso cuando el restaurante la ofrece filtrada y con gas de la casa.
Mayor conciencia sobre hábitos saludables
Por otro lado, un aspecto que ambos resaltan como detonante de este interés es la concientización de las personas sobre hábitos saludables.
Los profesionales en salud, de mano con las redes sociales, consiguieron poco a poco hacer atractivo un estilo de vida saludable, entre lo que se incluye evitar las bebidas altamente azucaradas.
Fifco, con su Agua Cristal, experimentó este escenario de primera mano hasta clasificarlo como un patrón de consumo.
“Cada vez más personas integran el consumo de agua como parte activa de su rutina de salud y autocuidado. Esto ha elevado la frecuencia de compra y desplazado el consumo desde ocasiones puntuales (como deporte o calor) hacia una presencia constante durante el día. Las personas valoran marcas que representen algo más que hidratación: buscan transparencia, sostenibilidad y conexión emocional”, aseveró.

La presentación es crucial
Convencer a un cliente de comprar algo fácil de conseguir en la comodidad de su propio hogar es todo un reto exitosamente superado en Costa Rica.
Juan Bernárdez, jefe de estrategia de la firma consultora White Rabbit, explicó que la dificultad de persuadir al tico para adquirir un agua considerada premium incrementó a lo largo de los últimos años.
Para llegar a dicha deducción la firma calculó que un 89,7% consideran que es injusta la relación entre lo que pagan versus lo que reciben.
Por eso, la estrategia de venta debió reinventarse para dar valor. Esa es la apuesta de RainForest Artesian Water. Detrás de la marca costarricense, Sergio Hernández, gerente general, trabaja junto a su equipo para captar a más consumidores día tras día desde hace más de una década.
“La marca pasó de envases plásticos a tetrapak y, tras comprobar que ese material generaba fugas, alteraba el sabor y no cumplía con la promesa ambiental, migramos definitivamente al aluminio. También incorporaron agua en lata (regular y gasificada) para democratizar el acceso sin perder el enfoque sostenible. Eso nos ha sumado muchos puntos", resumió.
Para Hernández, es importante responder al mayor interés de los clientes por hidratarse, la reducción de la tolerancia a bebidas con azúcar y la búsqueda más consciente de productos con impacto ambiental reducido.
A ello se suma la pérdida de confianza en el agua potable en ciertas zonas del país, por lo que cada vez una población más grande necesita un hombro amigable donde apoyar su hidratación.


“Ya no se trata solo de comprar agua porque se tiene sed; es una decisión informada sobre el impacto del producto. Sumarse a programas de reforestación y fomentar envases reciclables también forma parte del proceso”, argumentó Hernández.
Sobre esto, Alaburu y Mora sumaron un aspecto que consideran clave en la decisión, y es el material del cual está hecho la botella.
Una botella de vidrio o aluminio no solo es “más bonita”, sino que también aporta a la visión sostenible que genera la ausencia de un plástico convencional.
“Hay una fuerte aversión de los clientes premium hacia envases de plástico, la contaminación que generan, y aunque otros también dejan residuos, el solo hecho de evitar ese material les convence”, afirmó Mora.
Es una visión también compartida por Automercado, supermercado que dijo ser testigo del alza en la cantidad de compradores de agua gasificada en botella, influidos por su presentación.
“El consumo de agua gasificada ha ido aumentando su venta a lo largo del tiempo, ganando participación versus el agua natural. Principalmente se vende en presentaciones personales de botella y lata como en packs de estas presentaciones”, constató Automercado ante una consulta de este medio.
En conjunto, el mercado del agua embotellada en Costa Rica revela un cambio profundo en los hábitos de consumo al pasar de ser un producto cotidiano y accesible a convertirse en un símbolo de bienestar, experiencia y hasta estatus.
Las importaciones crecen con fuerza mientras las marcas nacionales reconfiguran su propuesta de valor para responder a consumidores más exigentes, conscientes y selectivos.
Entre preferencias cruzadas, percepciones de calidad y una creciente preocupación ambiental, el país se mueve hacia un escenario donde la hidratación deja de ser un gesto rutinario y se convierte en una elección que combina salud, identidad y estilo de vida.
