La apuesta del bar Bebedero es abandonar su local permanente y migrar a puntos de venta temporales (conocidos como locales pop-up). Este es un ejemplo de cómo la mezcla de la coyuntura económica y las tendencias de experiencia del cliente pueden modificar los modelos de negocio tradicionales.
En agosto pasado, el bar de cocteles a la medida cerró su punto de venta en el edificio Steinvorth, en San José, y anunció un tour por diferentes sitios. En setiembre y octubre, por ejemplo, estuvo en el bosque de Monteverde, dentro de la propiedad del hotel Belmar.
Liz Furlong, dueña de Bebedero, explicó que este tipo de operación les da más flexibilidad y elimina los costos asociados a una dinámica con presencia física permanente.
“Uno no tiene que invertir en nada más que en el equipo y en comida y bebida extra. La idea con una operación temporal es que no sea tan costosa; es rápida de armar y desarmar. Nosotros tuvimos que llevar los muebles e instalarlos, pero, aparte de eso, nuestros gastos de operación son los normales”, afirmó.
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Para dar continuidad al estilo de Bebedero, en el pop-up decidieron mantener la estética, el menú y los mixólogos.
Las tiendas o actividades temporales (pop-ups) aumentan el interés de los consumidores, por su novedad y por tener fecha de clausura, pues esto crea la sensación de que la oportunidad de compra se acabará.
Además, son una opción para que centros comerciales y dueños de locales sigan obteniendo rentabilidad de espacios desocupados o para atraer tráfico que beneficie a los negocios permanentes.
Bajo este tipo de dinámica se pueden desarrollar actividades de temporada o de un día, siempre con una fecha de cierre prevista desde el principio (en ocasiones, si resulta conveniente, podría extenderse, aunque siempre con la intención de terminar a corto plazo).
Para los propietarios de los inmuebles, estos cambios implican un ajuste en la gestión administrativa, inmobiliaria y comercializadora del espacio. Para los comercios, aunque el riesgo es menor, también significan consideraciones especiales (Ver recuadro: Nuevas reglas)
En el caso de Bebedero, por ejemplo, sus sedes deberán siempre tener permisos para la venta de bebidas alcohólicas.
“Locales de la zona y visitantes de Monteverde están invitados a disfrutar de nuestro bar y terraza con calefacción de 6:00 p. m. a 12:00 a. m. todos los días. Además, nuestros clientes están invitados a aprovechar nuestro código de descuento para reservar en el Hotel Belmar, Bebedero11, que incluye un coctel gratis por huésped”, comentó Furlong.
La ventaja de estas actividades temporales es el hecho de que muestran los inmuebles como un negocio vivo, mientras que la desocupación extendida entrega el mensaje opuesto.
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En Costa Rica ya se han registrado otras aplicaciones de esta tendencia, como la apertura de Bario Venue, un local tipo “caja negra”, en Plaza Tempo. Este proyecto es propiedad de la diseñadora Ana Gutiérrez y sus socios.
“Desde la apertura de Bario hemos realizado decenas de eventos: desde team buildings y lanzamientos de productos para empresas como McDonald’s , Hewlett Packard, Microsoft y Kimberly Clark hasta fiestas de cumpleaños y Bar Mitzvah. Nos han contratado para realizar seminarios e impartir master classes, así como exhibiciones de diseño. En realidad, el espacio es sumamente versátil y eso es lo que los clientes prefieren de Bario Venue”, explicó Gutiérrez.
Al tratarse de un espacio comercial, equipado para uso flexible, los organizadores no encuentran las restricciones usuales de los salones de hotel, lo que permite una mayor creatividad a la hora de producir el evento.
Gutiérrez mencionó que en las próximas semanas desarrollarán actividades muy diversas, desde un lanzamiento de tenis de colección y artículos de belleza para hombres hasta una exhibición de servicios y artículos para futuras madres.
“Actualmente, el consumidor busca experiencias y la versatilidad que ofrece Bario permite sorprender al público y crear nuevas y emocionantes conexiones con los clientes potenciales”, afirmó Gutiérrez.
Del negocio
Bebedero operaba como un bar del estilo speakeasy, es decir, que es conocido de boca a boca o que es escondido. Esta definición hace referencia al período de 1920-1933, cuando en Estados Unidos era ilegal consumir alcohol y la única forma de encontrar un local donde comprarlo era por referencia o invitación.
“Nuestra ubicación en el edificio Steinvorth era muy escondida. Sin comunicación anterior, nadie podía saber sabido que había un bar en el edificio”, explicó Furlong.
Ahora se dedicarán a eventos y operaciones temporales, en alianza con socios estratégicos.
“Un pop-up puede ser una noche o un fin de semana. En Monteverde vendemos cervezas artesanales y, por supuesto, nuestros cocteles a la medida”, dijo Furlong.
RECUADRO
Nuevas reglas
La operación temporal (de tipo pop-up) obliga a los involucrados a atender nuevas condiciones de negocio:
Propietarios:
Deben verificar si los cambios en el uso del inmueble son permitidos por las autoridades correspondientes y si los permisos de funcionamiento existentes deben modificarse. Lo mismo aplica para los acuerdos de convivencia cuando se trata de locales en centros comerciales o de desarrollos mixtos con múltiples propietarios.
Además, los locales deben ser flexibles y ceder el control en temas como decoración y públicos meta, para resultar atractivos a diferentes giros de negocio.
Operadores:
Un negocio con actividad temporal puede encontrar dificultades para disponer del personal en forma constante.
Debe revisar sus obligaciones obrero patronales, de patentes y de impuestos, con los ajustes para que su operación siga siendo legal.
Pierde la opción de crear fidelidad y debe desarrollar una propuesta más atractiva para compensar el desarraigo con la experiencia.
Fuente: entrevistas hechas por EF