El año 2025 se inscribirá en la historia del turismo costarricense como un periodo de intensa volatilidad, reajuste estratégico y crecimiento moderado, lejos del dinamismo exponencial visto en años previos. El sector, pilar de la economía nacional, ha navegado un entorno complejo marcado principalmente por la apreciación histórica del colón, la caída en la visitación extranjera en buena parte del año, movimientos hoteleros, cierres y llegadas de rutas aéreas y el desafío de la seguridad. El balance final del año es un testimonio de la resiliencia del país, pero también de la urgencia de medidas estructurales para blindar su competitividad frente a la región.
Los datos de las llegadas de turistas reflejan que desde septiembre del año pasado se observa una disminución en este indicador que se mantuvo durante la mayor parte del 2025. Sin embargo, el último corte –actualizado a noviembre– muestra un crecimiento del 12,2% en comparación con el 2024, aunque en términos absolutos en los 11 meses del año se muestra una caída del 0,4% si se compara con el año previo.
El comportamiento en lo que va del año llevó al Instituto Costarricense de Turismo (ICT) a ajustar la expectativa de crecimiento de turistas del 1,7% respecto a 2024. El escenario más probable, según el ICT, es mantenerse “muy cercano a las cifras del año 2024, registrando cerca de 2,6 millones de turistas por la vía aérea”.
La presión económica más significativa de 2025 provino del mercado cambiario. La ascendente apreciación del colón frente al dólar, alcanzando mínimos en más de 20 años, se convirtió en una “asfixia” financiera para las empresas turísticas que perciben sus ingresos en moneda extranjera (dólares) pero enfrentan costos operativos mayoritariamente en moneda local (colones, salarios, servicios). Hacia finales del año, la moneda estadounidense estuvo por debajo de los ȼ500, algo no visto en dos décadas. Esta situación, que ha sido denunciada por la Cámara Nacional de Turismo (Canatur) y otras cámaras empresariales, ha mermado severamente los márgenes de ganancia. Al encarecer la experiencia vacacional en dólares, la política cambiaria del Banco Central de Costa Rica (BCCR) ha hecho al país menos atractivo frente a competidores directos como México, República Dominicana, Colombia y Panamá.
El impacto también se nota en el indicador de divisas de turistas que han llegado al país este año. De acuerdo con el Banco Central, al cierre del primer semestre de 2025, ingresaron $3.087 millones por este concepto, es decir, $71 millones menos que en 2024.
La caída en el número de llegadas, combinada con el incremento de los costos operativos por la fortaleza del colón, tuvo consecuencias directas en el mercado laboral del sector. Aunque el ICT indicó ante una consulta de El Financiero que “los datos de empleo en actividades relacionadas con turismo, no se alejan de la tendencia que han reportado los indicadores de fuerza laboral para el total del país” (recopilados y analizados por el INEC), los gremios empresariales señalaron una pérdida neta de empleos en el sector turístico al comparar trimestres, evidenciando que la inestabilidad financiera de las empresas, especialmente en el segmento de pequeñas empresas, impactó su capacidad para sostener o contratar personal. La reducción de la rentabilidad llevó a muchas empresas a optimizar sus estructuras, resultando en congelación de plazas o ajustes de personal.

Un factor adicional de riesgo que marcó la agenda del sector fue la emisión de alertas de seguridad por parte de gobiernos clave, como el de Estados Unidos y Canadá. El ICT ha tomado estas comunicaciones “con toda seriedad” y las ha atendido con respeto y transparencia. La entidad subraya que estas alertas forman parte de las prácticas regulares de información a ciudadanos en el exterior.
El instituto hace hincapié en que Costa Rica recibe casi tres millones de visitantes al año, y “la gran mayoría disfruta su estadía sin incidentes.” No obstante, el ICT “no desconoce que existen modalidades delictivas que evolucionan y requieren ajustes constantes por parte de las autoridades competentes.” Aunque la institución no dirige la seguridad operativa, coadyuva activamente para garantizar las condiciones del destino.
Pese a los vientos en contra, el sector aéreo y hotelero no se detuvo, mostrando una intensa reconfiguración de la oferta. Se mantuvo el movimiento de aerolíneas que van y vienen, con incrementos de frecuencias y la apertura de nuevas rutas clave para la temporada alta, un signo de que las empresas aéreas siguen viendo valor estratégico en el destino. No obstante, algunas aerolíneas que habían incursionado con rutas estacionales han revaluado sus frecuencias o suspendido temporalmente sus vuelos debido a la demanda fluctuante y a los costos operativos internos en colones.
Por ejemplo, GOL Linhas Aéreas canceló en noviembre su ruta entre San José y São Paulo, mientras que Wingo suspendió la conexión entre San José y Bogotá. Por otro lado, Viva Aerobus y Porter son dos nuevas aerolíneas que llegaron al mercado nacional este año, para volar a Monterrey y a dos ciudades canadienses respectivamente.
Paralelamente, el mercado de hotelería de lujo mostró movimientos significativos, con aperturas como Nekajui y Waldorf Astoria, la cadena Selina cerró sus puertas, mientras que Hotel Villa Lapas cambió de identidad, solo por poner algunos ejemplos. Estas inversiones demuestran una confianza en el valor fundamental de la marca Costa Rica a pesar de la coyuntura.
El desarrollo de infraestructura ha sido otro eje central: las inversiones en marinas y aeropuertos continúan siendo prioritarias. Los operadores de las principales terminales aéreas, AERIS (SJO) y CORIPORT (LIR), han tenido que gestionar la temporada alta optimizando la capacidad instalada y la eficiencia. El estatus de la certificación aérea del país (FAA Categoría 1) se mantuvo en el foco de la atención de las aerolíneas estadounidenses y de las aerolíneas ticas con ambiciones de expansión. La modernización de las marinas, por su parte, busca atraer el turismo de yates y embarcaciones privadas, un segmento de alto gasto que podría ayudar a mantener las cifras de divisas.
El cierre de 2025 encuentra al turismo costarricense en un punto de inflexión. El sector, con su expectativa de visitación moderada y una rentabilidad bajo presión por la política cambiaria, debe concentrar sus esfuerzos en garantizar la calidad de la experiencia y la seguridad, al mismo tiempo que las cámaras empresariales redoblan su llamado al BCCR para encontrar soluciones que eviten que el costo de la moneda nacional siga asfixiando al principal generador de divisas del país.

