Hace algún tiempo, un funcionario de un banco internacional mencionó que la economía de Costa Rica había experimentado una gran transformación en su estructura productiva, especialmente por el crecimiento y desarrollo de las zonas francas. Nunca imaginó que ese comentario sería posteriormente malinterpretado con intereses políticos.
La economía costarricense, en su parte doméstica —donde se concentra aproximadamente el 85% de la producción nacional— crecía en años anteriores alrededor de 4,7%, el año pasado 3,0% y en lo que llevamos del presente año, con dificultad, la actividad económica apenas llega a un 2,3%.
Las cifras macroeconómicas no lucen tan negativas cuando se incluyen el alto crecimiento que ha habido en la producción y exportaciones de las zonas francas, en alguna medida consecuencia del anuncio de la imposición de aranceles para nuestros productos de exportación.
No sólo la actividad económica ha bajado, sino que la creación de empleos se convirtió en una reducción de los puestos de trabajo de 50.000 personas, con un efecto muy negativo en el bienestar económico de muchas familias.
Esa desaceleración tan fuerte de la economía doméstica se debe a la política económica, monetaria y cambiaria, llevada a cabo por el Banco Central y las autoridades de Gobierno. Ese ha sido el factor que definitivamente ha causado un sensible deterioro en el producto del 85% en la producción nacional.
Hace algunos años, el ilustre economista Eduardo Lizano señaló que, para que la población de nuestro país sienta los beneficios del crecimiento económico, la tasa anual de crecimiento debería oscilar entre un 4,5% y un 5%. Lamentablemente, estamos muy lejos de alcanzar ese nivel.
Lo más grave es que, mientras no se modifique la política económica, seguiremos moviéndonos con una economía doméstica prácticamente estancada. En sectores como el turismo, la agricultura y la construcción, se observa retroceso con consecuencias nefastas.
En lugar de avanzar con paso de jaguar, como quisiéramos, hoy la economía local más bien avanza al ritmo de una tortuga. ¡Esa es la realidad!
No es justo que la mayoría de la población pague los platos rotos del mal manejo económico de las autoridades.
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Fernando Naranjo Villalobos es doctor en economía por la universidad de Pennsylvania. Fue ministro de Hacienda y de Relaciones Exteriores. También estuvo al frente del Grupo Taca, del Banco Nacional de Costa Rica como gerente general y ocupó el cargo de director general de la aerolínea Volaris. Es el presidente de la firma Consejeros Económicos y Financieros S. A. (Cefsa).