El Aeropuerto Internacional Daniel Oduber Quirós se ha consolidado como el motor indiscutible del desarrollo de Guanacaste. Las cifras de crecimiento, con un récord de 1,9 millones de pasajeros en 2024 y una tendencia al alza, son motivo de optimismo. Este auge en la visitación es vital para una provincia que busca mejorar la calidad de vida de sus habitantes a través del turismo, generando empleo y oportunidades en una de las zonas con mayor potencial del país.
Sin embargo, este panorama positivo se ve contrastado por las conclusiones de una auditoría técnica del Laboratorio Nacional de Materiales y Modelos Estructurales (Lanamme). El informe, basado en los trabajos de reparación de la pista realizados por la empresa MECO, señaló incumplimientos en la calidad de dichos arreglos.
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Los hallazgos son específicos y preocupantes. El estudio señala la presencia de deterioro prematuro y deformaciones en la superficie. De manera crucial, alerta sobre una tendencia significativa a incumplir con el valor del PCR esperado, el índice clave que mide la resistencia del pavimento. Según Lanamme, el 75% de los puntos medidos no cumple con el valor requerido, una condición que el laboratorio califica de inadecuada para una intervención tan reciente. Adicionalmente, se advierte sobre una reducida capacidad de frenado en algunas secciones bajo condiciones húmedas, lo que compromete la seguridad operacional.
Esta situación no es un mero apunte técnico; tiene implicaciones directas en la operación del aeropuerto. Aerolíneas de primer nivel como Air France-KLM e Iberia han confirmado la solicitud a las autoridades de Aviación Civil de una certificación oficial del estado de la pista. Como antecedente, cabe recordar que KLM suspendió su ruta a Liberia hace años precisamente por las condiciones de la superficie de aterrizaje. La confianza de las aerolíneas, un activo fundamental, depende de la certeza técnica y la seguridad.
El contexto se hace más complejo con la disputa entre las partes. La constructora MECO ha negado enfáticamente la existencia de un deterioro prematuro, argumentando errores en la metodología de Lanamme y señalando que el análisis se basó en proyecciones y datos que, según la empresa, no correspondían a la zona central de operación ni a la vida útil de 10 años definida para el proyecto.
Mientras las autoridades del Ministerio de Obras Públicas y Transportes (MOPT) señalan que la obra cuenta con garantías y no ha sido recibida de forma definitiva, la incertidumbre prevalece. Para un país que se proyecta al mundo como un destino de primer nivel, esta situación es una debilidad expuesta. No podemos aspirar a atraer más vuelos intercontinentales y a diversificar nuestros mercados si la infraestructura más elemental genera dudas. El objetivo de conectar Guanacaste con más destinos europeos se vuelve una tarea difícil si no podemos garantizar a las aerolíneas las condiciones óptimas que requieren para sus operaciones.
Es imperativo que las instituciones responsables, principalmente el Consejo Técnico de Aviación Civil (Cetac) y el MOPT, actúen con celeridad y transparencia para resolver esta controversia. El camino a seguir debe incluir la obtención de una certificación técnica definitiva que sea aceptada por todas las partes y que brinde tranquilidad al sector aeronáutico nacional e internacional.
El futuro de Guanacaste y la reputación de Costa Rica como destino seguro y confiable están en juego. Es el momento de asegurar que nuestra infraestructura esté a la altura del potencial de nuestro país y de las expectativas de nuestros visitantes y socios comerciales.