Luis Guillermo Solís, virtual presidente electo, respondió a varias consultas de El Financiero sobre política comercial, en una entrevista a los candidatos que publicamos en la edición anterior (N° 961, 3-9 de marzo del 2014; pág. 22).
Compartimos el enfoque de Solís sobre la inviabilidad de renegociar el TLC con EE. UU. y la necesidad de impulsar la atracción de inversión extranjera y crear condiciones para que esta llegue a zonas de menor desarrollo.
Ahora bien, Solís aboga por una política comercial “más equilibrada”: darle un rol más preponderante a la Cancillería; enfatizar la administración de los tratados vigentes en lugar de negociar nuevos tratados; darle más importancia al mercado local. Además, se muestra cauto en cuanto al ingreso del país a la Alianza del Pacífico y la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE). Estos temas nos causan preocupación.
El conocimiento, experiencia y atribuciones legales sobre política comercial externa y de inversión extranjera están en el Ministerio de Comercio Exterior (Comex), no en la Cancillería. El modelo de Comex y las instituciones que lo acompañan en promoción de exportaciones y atracción de inversiones ha sido sumamente exitoso, incluso reconocido a nivel mundial. Mejorar el funcionamiento de la Cancillería es importante, pero para hacerlo no es necesario debilitar el sector de comercio exterior.
Por otra parte, es conveniente precisar qué significa mejorar la administración de los tratados. Si significa mejorar en áreas como el funcionamiento de las aduanas, los registros sanitarios y fitosanitarios o la reglamentación técnica –áreas que corresponden a otros ministerios e instituciones más allá de Comex– nos parece muy bien darle alta prioridad.
Pero la pretensión de que el Gobierno se limite a administrar tratados suele encubrir el deseo de echar atrás en la apertura y recurrir a prácticas proteccionistas, lo que sería un gran retroceso. También debería aclararse que el fortalecimiento del mercado local no debe conducir a revivir trabas o medidas discriminatorias contra las importaciones o la inversión extranjera.
Como economía pequeña, Costa Rica debe continuar integrándose al mundo, en especial cuando este avanza rápidamente hacia la conformación de megabloques regionales. En tal sentido, el próximo Presidente debería impulsar decididamente y concretar el ingreso del país a la Alianza del Pacífico y a la OCDE.
La Alianza del Pacífico le permitirá al país consolidar y profundizar su relación comercial y de cooperación con las economías más dinámicas de la región, sin grandes costos adicionales, pues ya tenemos tratados de libre comercio con los cuatro países miembros.
En cuanto a la OCDE, es un foro de altísimo nivel, que promueve las mejores prácticas en políticas públicas. Ser miembro fortalecería enormemente la posición de Costa Rica de cara a negociaciones internacionales en todos los ámbitos y contribuiría a la seguridad jurídica, el mejoramiento de la competitividad y la reforma del Estado.
Según Solís, en materia comercial la nave ha volado con un motor –exportaciones e inversión extranjera– cuando debió tener el segundo motor –producción para el mercado local– también encendido. Bienvenidos todos los esfuerzos para que el segundo motor funcione. Sin embargo, el próximo Presidente debería asegurarse de que el primer motor siga funcionando tan bien como lo ha hecho, pues si flaquean ambos motores, la nave podría perder el rumbo y precipitarse al abismo.