El consejo de mi abuela: por qué la conversación es un arte que debemos enseñar en casa
A partir de un consejo familiar, este artículo explora por qué conversar es una habilidad que se aprende y cultiva. Descubra su importancia para el desarrollo intelectual y los lazos afectivos.
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PorDyalá Jiménez
Cuando mis hijos tenían seis y ocho años mi abuela me dio un sabio consejo cuyo impacto no comprendí en ese momento: enséñales a tus hijos cómo conversar. Ella me explicó que el conversar no es algo instintivo, que es más bien una actividad social que se debe aprender. Por suerte, aún sin interiorizar cuán profundo era su consejo, lo compartí con mi esposo y lo pusimos en marcha de inmediato. A partir de entonces nos sentaríamos a desayunar y a cenar en las noches, por lo menos tres veces a la semana, alrededor de temas para conversar.
El asunto no fue tan fácil, pues nuestro instinto por interrumpir para decir lo primero que venía a la mente o enfocarnos en evitar los regueros de arroz fuera del plato le ganaba a menudo a la disciplina requerida para una buena conversación. Lo más difícil era encontrar temas de interés que unieran a dos generaciones y que se prestaran para más que un “sí” o un “no”. Fuimos practicando con los años y hoy, 12 años después, le sigo agradeciendo ese consejo aun cuando hace más de cinco años que falleció.
La profundidad del consejo de mi abuela la fui apreciando con los años. Cuando aprendemos a conversar, aprendemos a querer aprender. Si bien hay muchos tipos de conversación, la conversación a la cual se refería mi abuela no era la narración de la jornada, la descripción del chisme del barrio, las dolencias físicas o de salud de ese momento. La conversación, para ella, gira en torno a las ideas. Esa que requiere que leamos una novela, escuchemos un podcast, estudiemos un artículo de opinión, compartamos por qué nos gusta o nos disgusta un cantante o una artista. También aquella en que se comparten intereses de las personas en la conversación, no monólogos sino genuinas preguntas sobre la otra persona.
Por otro lado, la verdadera conversación requiere de saber escuchar, saber preguntar y saber transmitir ideas. Para transmitir una idea, sobre todo si es compleja, se debe ordenar los conceptos y sintetizar, para no aburrir con elocuciones largas y detalladas. También se requiere modular el tono de voz, hacer pausas, entender cuándo hay que parar para, por ejemplo, evitar que se enfríe la comida o llevar los platos a la cocina. Manejar el tiempo y entender el ánimo de la familia o quienes estén en la mesa son desafíos adicionales.
Dyalá Jiménez (Jose Cordero)
La conversación es una de las cosas que hace parte de la cultura, cultiva el espíritu y nos acerca los unos a los otros; nos enseña a reflexionar y a ser más tolerantes. No es algo fácil pero, como la mayoría de las cosas difíciles, es sumamente enriquecedor.
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Dyalá Jiménez es abogada y se especializa en resolución de disputas internacionales. Es miembro de las más prestigiosas instituciones de arbitraje del mundo, como el Ciadi del Banco Mundial, el Consejo Internacional de Arbitraje Comercial y el Consejo Internacional de Arbitraje para el Deporte. Es exministra de Comercio Exterior y conforma la Junta Directiva de Cinde.
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