Con motivo de una encuesta realizada por la Oficina del Consumidor Financiero, sobre el tema de endeudamiento, he podido conocer una amplia variedad de reacciones que no podía anticipar.
Por un lado, algunas personas se han negado a aceptar los resultados, porque esperaban que los números “demostraran” sus propias ideas o prejuicios: todos los ticos son unos irresponsables enjaranados, las tarjetas de crédito son la madre de todos los males, etc.
Otros dudan sobre la validez de los datos, porque suponen que solo los bancos prestan plata. Lo cierto es que la encuesta refleja lo que ya sospechábamos: hay muchas fuentes de fondos, como asociaciones solidaristas, familiares o amigos, etc.
Y hay quienes aceptan que en efecto los datos fueron generados bajo criterios científicos muy rigurosos, pero concluyen que debiera ser posible prohibir que a la gente se le permita tomar crédito. Es más, la publicidad debiera indicar algo así como “endeudarse es nocivo para la salud”, o quizás “toda deuda tiene efectos secundarios”, o “antes de tomar un crédito consulte a su asesor”.
Estas reacciones nos llevan a una interesante discusión sobre la libertad que todos tenemos, en principio, para proceder como mejor nos plazca, mientras no configuren un delito. Prohibir que la gente se endeude podría sonar bien. ¿Pero a partir de cuánto sería el límite? ¿La restricción sería la misma para mujeres y hombres, jóvenes o viejos, trabajadores o desempleados? ¿Quién lo definiría?
Los variados perfiles de endeudamiento que identificamos solo reflejan las diferentes formas en que las personas decidieron, libremente a lo largo del tiempo, ejercer ese derecho a endeudarse. Pudo ser para estudiar o comprar casa, para irse de viaje o abrir un negocio. Fue su elección.
Restringir las libertades parece a menudo la solución a muchos problemas de nuestra sociedad. Pienso que el problema más bien está en que la educación que recibimos no nos enseña a ejercer nuestras libertades, con sus encantos y sus riesgos. La educación financiera incluye esa dimensión.