Esta prosopopeya como título invita a reflexionar cuánto hemos avanzado desde que hubo apertura, una adolescencia (entre niños y adultos) en la que aún podemos madurar: mejorar, corregir y sugerir lo que será más adelante una vida adulta plena y efectiva.
Antes debemos dimensionar algunas referencias como avances desde que se abre el mercado de los seguros a la competencia un 07 de agosto de 2008:
12 son los reglamentos creados solo para el mercado asegurador junto con los correspondientes lineamientos. Reglamentos propios de seguros que muchos han sido revisados y reformados hasta integralmente conforme todos los jugadores y el supervisor aprenden como anticipar los cambios de maduración. Ni mencionar la regulación transversal existente que lo hace más complejo (legitimación de capitales, grupos vinculados, supervisión consolidada, entre otros).
13 fue el número máximo de entidades aseguradoras compitiendo. Hoy son 12 aseguradoras, la última en constituirse fue hace 10 años. A partir del año 2012 comienzan a darse transacciones interesantes: en el camino se dio la primera compra de una aseguradora por un grupo asegurador global; la fusión por absorción (2013) de otra entidad aseguradora por otra local; se constituye la última aseguradora hasta la fecha (año 2014); la compra de establecimiento mercantil de una aseguradora local por otra local (año 2022); como también, modificación de algunas licencias de aseguradoras para convertirse en mixtas para no solo vender seguros de daños o solo de personas sino cualquier tipo de seguro (años 2011, 2018, 2021); se dieron las últimas compras de acciones de dos aseguradores por otros dos grupos (2017 y 2024).
39 son las sociedades corredoras de seguros existentes. De esa cantidad 20 fueron sociedades agencias que se transformaron a sociedad corredora (51%), siendo entonces una nueva forma de hacer intermediación de seguros.
21 son las sociedades agencia de seguros. Esta figura que proviene desde antes de la apertura del mercado de seguros inicia en el 2008 con 64, es decir, su reducción ha sido considerable.
84 son los operadores de seguros autoexpedibles. En el 2010 iniciaron autorizados 10, su aumento ha sido interesante para la distribución de seguros masivos los cuales no requieren un proceso de análisis para la suscripción del seguro.
No hay reaseguradores constituidos. Salvo por ley especial la entidad aseguradora estatal también es reasegurador, aspecto que debe valorarse bajo el principio de igualdad de “Trato Nacional” que proviene de los tratados de libre comercio en caso que una aseguradora actual desee también ser reasegurador; sin embargo, no ha existido aún un interés por constituirse una entidad de este tipo en el país.
Crecimiento constante de primas y siniestros. Ni tan siquiera fue afectado por la pandemia. Sugese nos indica que los ingresos por primas totales aumentaron en un 219,1% del 2008 al 2023, con un crecimiento constante del 8,3%. Esto muestra que se está madurando, que se puede estar acortando la brecha protección al calcularse todos los eventos ocurridos que generan desgracias respecto a los que sí están asegurados.
¿Cómo consumidores hemos aprendido a valorar lo importante que es la cobertura de un seguro para las personas y empresas? No muy atrás, como seres gregarios que somos, esto comenzó brillantemente como una expresión de la convivencia social de bienestar; esta figura de mutualidad se traslada al sistema económico para que, una vez conociendo que las desgracias existen y siempre van a existir (unas más o menos frecuentes y más o menos severas) entre todos podamos distribuir la pérdida de esas desgracias porque sabemos (actuarialmente) que unos pocos del grupo van a sufrir la desgracia, no sabemos quiénes, pero sí que algunos la van a sufrir.
Este concepto debería ser conocido desde los textos escolares, a través de una historia, como una solución educativa que permita generar esa conciencia de querer salir adelante con la pronta reparación de lo dañado que una cobertura de seguro permite, un futuro de ingresos garantizado ante la pérdida de un ser querido.
¿Qué lógica tiene establecer impuestos al sistema asegurador? Cargarle impuestos paradójicos y ocurrentes a una actividad aseguradora que procura que una sociedad pueda volver a surgir luego de una desgracia, es contradictorio.
La contradicción natural a este sistema es que se les impone a unos pocos (los que contratan un seguro) una carga económica para satisfacción de todos, algo que debe ser responsabilidad plena y directa del Estado. La medida no es congruente. Lejos de incentivar la cultura del aseguramiento, algo que necesita nuestro país para cerrar la brecha de protección, lo que promueve es limitar el acceso al seguro a través de un costo que, al fin y al cabo, lo pagaría el consumidor.
Otro aspecto en beneficio del consumidor de seguros es revisar los modelos de impuestos al reaseguro (mecanismo que usan las aseguradoras para protegerse internacionalmente) que hoy afecta a los seguros de vida y gastos médicos con el muy técnico “IVA revertido”, esto haría eficiente el precio de la prima del seguro.
Otro ejemplo paradójico, es el impuesto del 4% sobre de todas las primas que se emitan para financiar al Cuerpo de Bomberos de Costa Rica, hoy sus ingresos exceden considerablemente su presupuesto más ideal, tema que debe replantearse. Ni qué decir el impuesto para financiar el INEC, y así unos proyectos de ley presentados que ni siquiera conexidad tienen.
Recomposición del mercado. En la dinámica de mercado, se observa también un devenir natural de acomodo sobre la distribución del mercado de los seguros en donde no es nada fácil competir cuando inicia el primaje en un 100% en manos de una entidad aseguradora; claro, conforme pasa el tiempo se evidencia no solo crecimiento del mercado sino también una competencia con la sutil bondad de ofrecer el producto y el servicio de una manera distinta y eficiente.

A un año de alcanzar la mayoría de edad, el mercado asegurador costarricense ha transitado un camino de transformación profunda, pero aún enfrenta desafíos estructurales que limitan su madurez plena. La evolución normativa, la diversificación de actores y productos, y el crecimiento sostenido en primas son señales de progreso. Sin embargo, persisten tensiones entre regulación y eficiencia, entre protección al consumidor y sostenibilidad operativa, y entre el ideal de mayor cobertura y las barreras fiscales que la obstaculizan.
La adultez del mercado no debe medirse solo en años, claro, sino en capacidades para responder con agilidad, equidad y profundidad a los riesgos que enfrenta la sociedad moderna. El seguro no es un lujo, es una herramienta de resiliencia social. Por ello, urge una idea conjunta, sin contradicciones que integre el concepto de seguro en el tejido educativo, económico y cultural del país.
La mayoría de edad no es un punto de llegada, sino el inicio de una etapa más exigente, donde la madurez se demuestra en decisiones valientes, innovadoras y centradas en el bienestar colectivo.
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El autor es abogado especialista en seguros y socio de la firma Finlex.