
La biorevolución, es el último estudio presentado por el McKinsey Global Institute y dado a conocer por El Financiero, que explica con profusión de datos acerca de las profundas transformaciones socioeconómicas y científico-tecnológicas, resultantes de la multifacética investigación biotecnológica.
Pudiendo alcanzar según las estimaciones financieras de ese instituto, la extraordinaria cifra de hasta $4.000 millones en las siguientes dos décadas.
Obvio es preguntarse si en Costa Rica, algo de esos increíbles desarrollos podremos realizar y así beneficiarnos, la respuesta es afirmativa sin duda. No obstante, los obstáculos internos a vencer predominan sobre los externos; de manera resumida veamos cuáles son algunas de esas trabas y sus posibles soluciones.
1. Apoyar las bioindustrias. Nuestra extensión territorial y demografía parecen afectar la autoestima, al subestimar la propia capacidad científica-tecnológica, reservando grandes progresos técnicos, para otras nacionalidades y latitudes. Lo cual explica en parte la escasez de los bioemprendimientos.
La presente pandemia ha mostrado a talentosos profesionales ticos con una gran capacidad, creatividad y disponibilidad, mostrando potencial hacia un mayor aprovechamiento. ¿Por qué entonces, no apoyarlos en establecer sus iniciativas?
Esta transformación significativa en la mentalidad, actitud y quehacer, en el caso del sector salud nacional, puede lograrse en buena parte, al aprobarse el expediente legislativo 21.840, dirigido a modificar la Ley General de Salud y otras leyes relacionadas
2. Fomentar la interdisciplinariedad en la biomedicina. En el nuevo ranking de competitividad global, entendiendo ésta según los atributos y cualidades de la economía, que permiten un uso más eficiente de los factores de producción. Encontramos seis países no tan poblados, ni extensos, pero muy innovadores para investigar y desarrollar, gracias a programas en los cuales participan expertos de formación diversa.
La explicación es sencilla, gracias un fenómeno documentado. Si se investiga con personal formado en las mismas escuelas, utilizando las mismas metodologías y enfoques, las posibilidades de generar creaciones se reducen a un mínimo.
LEA MÁS: ¿Prolongará el COVID-19 la vida del índice Libor?
Extrañamente hoy día decenas de compatriotas, integran esos equipos multidisciplinarios de salud, en prestigiosos centros de investigación estatales o privados, pero en otras naciones. Debemos frenar esta diáspora de jóvenes talentosos formados en el país.
3. Decidir y tramitar rápido. Asimismo, es imprescindible que la administración pública en general, se adecue a las excepcionales circunstancias nacionales e internacionales y agilice su proceder. Permitiendo una tramitación oportuna y expedita, capaz de transformarse rápidamente en acciones concretas dirigidas a reactivar la economía costarricense, muy especialmente en la agroindustria.
Al ser miembros de la OCDE debemos ser muy eficientes administrativamente, no es válido olvidarse de tal significativo compromiso internacional. Un caso concreto son las normas actuales de la Comisión Nacional para la Gestión de la Biodiversidad (Conagebio), que la misma Contraloría General de la República ha indicado, que son incongruentes con “los principios de eficiencia, eficacia, simplicidad y celeridad”.
Este proceder retrasa directa y sensiblemente, a los investigadores y emprendedores que utilizan nuestros recursos bioquímicos y genéticos. Con el fin de corregir esta situación está planteado el expediente N°21807 en la corriente legislativa.
4. Reenfocar prioridades al atraer inversiones. En el mundo postcoronavirus, la competencia por conseguir recursos financieros externos será bastante más agresiva que la actual. Razón obligada, de crear mejores escenarios dedicados a la investigación y desarrollo (I+D) en salud.
Con de fin de optimizar las circunstancias ofrecidas a compañías biomédicas y que no abandonen el territorio patrio. Justamente por esa necesidad, en el expediente 21.840 se añade el concepto de investigación básica en salud, que se complementaría con la actual Ley Reguladora de Investigación Biomédica. Porque esta última legislación contempla investigación clínica, pero no básica, la cual es previa a los ensayos clínicos.
De hecho, existe un gran vacío legal que esa reforma llenaría y a partir de la misma, se podría regular esta importante labor. Pero, además según lo señala el informe McKinsey, es el sector de las innovaciones biotecnológicas, las que transformarán las economías, las sociedades y nuestras existencias.
LEA MÁS: Prepare sus oficinas para el regreso de los colaboradores
5. Utilizar insumos ya listos. Para meternos de lleno en esta transformación biológica, se dispone con documentos que han significado años de trabajo. A saber: Estrategia Siglo XXI (2007), los Planes Nacionales de Ciencia, Tecnología e Innovación 2011-2014 y 2015-2021, la Ley de Régimen de Zonas Francas N°7210, el acuerdo de dicha ley emitido por la Comisión Especial para la Definición de Sectores Estratégicos, ubicando a la “Industria farmacéutica y biotecnología”, como vitales.
Además, se dispone de la Ruta 2021 preparada por Micitt, el decreto N° 36952-Micitt-Comex-MEIC del 11/01/2012, dirigido a la Declaración de Interés Público y Nacional de la Industria de Dispositivos Médicos, muy similar al último promulgado por el vigente gobierno del bicentenario. Toda esta documentación y planificación puede englobarse dentro de la Estrategia Nacional de Bioeconomía 2020-30, un visionario esfuerzo con múltiples e innovadoras acciones, tales como la creación de un conglomerado de biomedicina con la participación de actores públicos, privados, académicos e industriales.
6. ¡El mundo no nos esperará, ni vendrán superhéroes a rescatarnos! Debemos valernos por nosotros mismos. Entrémosle a esta biotransformación y catapultemos a Costa Rica a un nivel superior de vida, gracias al excelente talento humano tico y nuestra capacidad instalada.