¿Qué sería de Costa Rica si no hubiéramos tenido desde 1843 experiencias exitosas de alianzas público-privadas? Claramente no seríamos la nación que somos, ni tendríamos el alto índice de desarrollo humano que tenemos.
Esta primera colaboración en 1843 consistió en la creación por parte de un grupo de empresarios de la “Sociedad Económica Literaria”, con el fin de mejorar la vía a Puntarenas y posteriormente colaborar con la construcción del puerto. Estas obras eran vitales para el desarrollo del sector agrícola por lo que era natural la colaboración entre gobierno y empresarios.
Sin duda mi “alianza” favorita se dio cuando en 1882 el gobierno otorgó al empresario Manuel Victor Dengo la concesión para desarrollar la luz eléctrica en el país. El ingeniero Dengo venía de visitar la recién inaugurada estación eléctrica de “Pearl Street” en Nueva York instalada por Thomas Edison y con base en esta experiencia funda la Compañía Eléctrica de Costa Rica que permitió que el 9 de agosto de 1884, San José se convirtiera en la tercera ciudad del mundo en contar con energía eléctrica.
Es evidente que, desde la segunda mitad del Siglo XIX, nuestros líderes políticos y nuestros ciudadanos entendieron que, solo trabajando hombro a hombro gobierno y empresarios, era posible construir la Costa Rica soñada de los años 1800. Yo creo firmemente que en 2021 esta necesidad sigue siendo igual o es aún mayor. Solo trabajando juntos podremos construir la Costa Rica soñada para el 2050.
Claramente la situación macroeconómica y la pandemia han puesto en evidencia que es imposible para el Gobierno contar con todos los recursos humanos, financieros y logísticos para sacar al país adelante. ¿Qué debemos hacer entonces? La solución es clarísima. Debemos dejar de satanizar el trabajo conjunto de empresarios y Gobierno para enfrentar los retos claves del país. Desde 1843, esta colaboración entre sectores ha probado no solo ser útil, sino exitosa.