
Vivimos en un mundo globalizado y convivimos con gente de otras etnias, nacionalidades, creencias, religiones y costumbres. Esto nos hace desarrollar una mente abierta y disfrutar de la diversidad.
Siendo esta nuestra realidad, como adultos responsables debemos criar hijos tolerantes.
Sabemos muy bien que los niños nacen sin prejuicios, los van obteniendo a partir de las actitudes poco flexibles que van observando en su ambiente. Los valores y los prejuicios se transmiten de padres a hijos; por esta razón debemos revisar nuestras creencias y evitar las manifestaciones despectivas sobre otras nacionalidades, credos y etnias.
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Cuando su hijo le pregunte sobre ese otro niño con quien comparte el aula, explíquele de forma sencilla y sin prejuicios, de dónde viene, qué come, cómo viste.
Como adultos, no debemos condenar la curiosidad de los niños sino aprovecharla para darles información. Es importante que el pequeño se ponga en los zapatos de las otras personas; hay que explicarle lo difícil que sería dejar el país, la familia y llegar a otro país.
También hay que estar vigilante de que las películas y los programas que observen, no presenten patrones estereotipados o despectivos.
Por supuesto, esa actitud de los adultos en la casa, también es importantísima en la escuela y el colegio, donde los docentes deben enseñar a sus alumnos a ser tolerantes y esto lo logran con su ejemplo, y su trato igualitario.
*La autora es presidenta de la Comisión Costarricense de Cooperación con la UNESCO.