A pesar de que ya todos estamos convencidos de la importancia de gestionar la transformación digital como un proceso clave dentro de nuestras empresas, en Centroamérica y el Caribe seguimos encontrando importantes barreras que están limitando la capacidad de adopción de nuevas tecnologías:
- La miopía de solo ver al cliente en la relación actual que tiene con la empresa y no “subir un nivel” para explorar el ciclo de vida completo, creando nuevos espacios de interacción y descubriendo nuevas necesidades que atender.
- Encontramos rigidez de un modelo operativo que no permite flexibilidad para cambiar la forma de hacer las cosas, condicionando los procesos a los líderes de los departamentos, en una visión segmentada de la cadena de valor.
- Falta de una arquitectura empresarial que conecte las necesidades del negocio con infraestructura tecnológica, por lo tanto, lo que generalmente encontramos es un ‘espagueti’ de sistemas, aplicaciones, bases de datos y protocolos de comunicación, construidos sobre la marcha para atender el negocio.
- Financiamiento desenfocado de las prioridades del negocio o en apuestas tecnológica de bajo impacto (bajo retorno a la inversión digital RODI).
- Cultura cerrada a la experimentación y con miedo al cambio, limitando los espacios para la innovación digital.
- Escasez de talento con las capacidades técnicas y blandas, no solo para la gestión de la tecnología, sino también para la gestión propia de la transformación.
- Marco regulatorio que en algunas industrias puede desestimular la utilización de tecnología para activar procesos de cambios y optimización.
Existe además una trampa que desvía los esfuerzos de transformación en la región: la actualización de tecnología, una percepción de que con solo la inversión en catch up es suficiente para mantener al negocio relevante en la actual dinámica del mercado.
Nuestra encuesta global de EY Parthenon 2022 sobre el Índice de Inversión Digital determinó que las empresas están invirtiendo un 65% más en transformación digital, en donde un 72% de los encuestados afirman un compromiso para transformar sus operaciones en los próximos dos años, realizando una medición disciplinada del retorno de la inversión digital (RODI), con valores promedios de 7,6%.
A pesar de que en el 2022 ya el 41% de las empresas realiza mediciones al retorno de la inversión digital, aún existen muchas organizaciones a nivel global que tienen dificultad para medir y lograr los resultados que demandan las inversiones digitales. Tres de cada cinco empresas no saben cuánto gastaron o desconocen el costo operativo digital o no son capaces de determinar el impacto del proyecto digital: ingreso incremental, optimización de costos o mejoras al capital circulante.
Todos estos retos en la medición del impacto de la transformación digital generan un umbral de confianza que limita a la empresa a desarrollar las nuevas capacidades digitales y de gestión que la transformación necesita. En el 2022 el 31% del gasto digital de las empresas se asignó para crear capacidades, mientras que un 69% se asignó a la ejecución de proyectos e iniciativas. Esto sugiere que las empresas están pasando de solo invertir en las principales eficiencias operativas internas a desarrollar nuevos productos, canales y servicios digitales que les permitan acercarse a sus clientes, para conocerlos, protegerlos, y como consecuencia, generar ingresos adicionales.
¿Con cuáles criterios las empresas pueden definir la asignación de los recursos disponibles? La respuesta no es sencilla, es una combinación de una estrategia digital clara, un caso de negocio bien desarrollado y capacidades de gestión y ejecución comprobados.
En el 2020 solo el 1% de los encuestados había definido una estrategia digital en su organización, en el 2022 el porcentaje aumentó a 16%. Estos resultados revelan que las empresas están conectando sus estrategias digitales con una implementación exitosa, que trae consigo el desarrollo de importantes elementos de gestión y capacidades empresariales: cultura de experimentación e innovación, agilidad (manifestado en su portafolio y marcos de trabajo), responsabilidades claras y modelos de medición, sin embargo, aun muchas empresas necesitan mejoras cuando tratan de definir una estrategia digital real, con escogencias y renuncias que enfocan los recursos, con planes de implementación claros y con responsabilidades ejecutivas que apoyan los procesos de cambio.
Dentro del estudio que realizó EY Parthenon se logró identificar un grupo de empresas que se clasificaron cómo líderes digitales. La principal característica de estos líderes es la creación de valor no lineal al invertir fuertemente en capacidades, desarrollar equipos y habilitar tecnología y plataformas para la gestión de datos.
Los líderes digitales señalaron en la encuesta, que desarrollan estrategias que se puedan ajustar a los cambios del entorno, promoviendo una cultura de experimentación que podría impactar hasta el 40% del portafolio de proyectos de la empresa, generando agilidad y velocidad en la gestión.
Estas empresas son menos propensas a las brechas de talento, se preocupan por capacitar a los líderes de equipo para convertirlos en agentes de cambio para socializar y promover los proyectos digitales que requieren un mayor nivel de esfuerzo. Desacoplan sus modelos operativos de innovación, la estructura de incentivos y los indicadores de desempeño para fomentar la “preparación para el futuro” en armonía con las “gestión del ahora”.
Por último y preparando el cierre de este espacio, las empresas líderes están enfocando sus inversiones digitales en innovación y nuevos productos y servicios, alcanzando el éxito a través de la inversión, la integración o asociación con terceros para adquirir nuevas capacidades, integración de procesos (flujos de valor dentro de la empresa) y cambios al modelo operativo.
Una real transformación digital demanda un replanteamiento del modelo operativo, y en ocasiones, de nuevas oportunidades en el modelo de negocio. Y quizás sea por esta ambición estratégica que cuesta tanto a nuestras empresas centroamericanas poder visualizar todas las oportunidades que emergen al iniciar un proceso con estas características.
¿Cuál es la brecha de su empresa en relación con los líderes digitales de su categoría? ¿Cómo la estrategia de su empresa lo orienta para enfrentar la transformación digital de su industria?
El autor es gerente senior de Estrategia e Innovación de EY Centroamérica, Panamá y República Dominicana.