A veces, cuando estoy en una actividad con amigos o familiares, se me pregunta, ¿Qué nos pasa que crecemos tan lento en Costa Rica? y la respuesta que doy es: nuestra productividad es muy baja. Es decir, producimos pocos bienes y servicios por hora trabajada respecto a otros países, por lo que el tamaño del pastel no aumenta significativamente, por ende, no podemos satisfacer las necesidades crecientes de la población.
Y complemento diciendo: en países con altas tasas de crecimiento como China, India y Corea del Sur, la mejora de la productividad explica más de tres cuartas partes del crecimiento económico. Ante estas respuestas, una segunda pregunta surge, ¿y por qué nuestra productividad es tan baja? Este artículo pretende brindar alguna luz al respecto.
En primer lugar, es importante tener presente que, la productividad de las empresas depende en esencia de dos cosas complementarias: (i) las prácticas de producción de las empresas, sobre las cuales tienen algún grado de control directo en principio, y (ii) factores externos a las empresas, como lo es el entorno en el que operan, sobre los cuales estas no tienen control directo alguno, pero los políticos sí, al establecer políticas y crear instituciones que afectan positiva o negativamente el quehacer de las empresas.
Entonces, para responder a la pregunta inicial sobre por qué no crecemos tanto como quisiéramos, cabe analizar cuánto ha crecido la productividad en Costa Rica, cuánto de dicho crecimiento se debe al quehacer propio de las empresas (mejora en las prácticas de producción) y cuánto al entorno en que operan, lo que en última instancia determina cual tipo de empresas es el que logra usar más factores de producción —trabajo y capital— ¿las más productivas o las menos productivas? A esto último, los economistas lo llaman asignación de recursos.
La asignación de recursos (quién usa los recursos disponibles) es una de las claves para responder la pregunta que nos ocupa, ya que la productividad de un país no es otra cosa que la suma de la productividad de todas sus empresas, donde estas productividades, al sumarse, se ponderan por el uso relativo de los factores de producción. En otras palabras, si las empresas más productivas son las que emplean la mayoría de los factores de la producción, la productividad agregada será alta, pero si las empresas menos productivas son las que usan más los factores de producción, la productividad será baja y, por ende, el crecimiento económico del país como un todo.
Estudio
En un trabajo que realicé junto con un par de colegas para la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) hace unos años, analizamos el crecimiento de la productividad laboral en Costa Rica (es decir, producción por trabajador), para el período 2001-2015. Encontramos que, durante este período, la productividad laboral para toda la economía costarricense, creció en promedio 2,4% por año. Este resultado fue producto de dos fuerzas opuestas: por una parte, las mejoras en los procesos productivos de las empresas, hicieron crecer la productividad del país 2,7 puntos porcentuales por año; mientras que el mayor uso relativo de los factores por parte de las empresas menos productivas, arrastró hacia abajo la productividad de la economía como un todo en -0,3 puntos porcentuales por año. Es decir, si bien la productividad creció a lo interno de los sectores productivos, gracias a un mejor desempeño de las empresas, el trabajo se desplazó de los sectores más productivos a los sectores menos productivos, reduciendo así la productividad agregada de nuestro país.
Al analizar el anterior resultado, dividiendo el período de estudio en dos, el período previo y el período posterior a la crisis financiera mundial (i.e. 2001-2008 y 2008-2015, respectivamente), se encontraron importantes diferencias en cuanto a los conductores del crecimiento de la productividad en ambos períodos.
En el primer período (2001-2008), la productividad del país creció, gracias tanto a las mejoras en los procesos productivos de las empresas como a la asignación de recursos hacia las empresas más eficientes. Por el contrario, en el segundo período (2008-2015), sólo las mejoras en los procesos productivos aumentaron la productividad agregada, mientras el crecimiento del empleo se dio principalmente en las empresas menos productivas, arrastrando así hacia abajo el crecimiento total de la economía. En otras palabras, en ausencia de esta mala asignación de recursos y ante el mismo crecimiento de la fuerza laboral durante ese período, se habría obtenido una mayor productividad y una mayor tasa de crecimiento de la producción en Costa Rica. Ante estos resultados, cabe preguntarse ¿Qué ha sucedido en la economía costarricense desde el 2008, que está fomentando la mala asignación de los recursos?
Un reciente estudio de Sebastian Levy, para el caso de México, puede servirnos de referencia para contestar la pregunta anterior. Al igual que en el caso de Costa Rica, encuentra el autor que las fuentes de empleo han crecido principalmente en los sectores menos productivos de la economía mexicana. Todo lo cual, muestra una mala asignación del trabajo, y, por ende, una caída en la productividad agregada. Levy concluye de su análisis que, las principales políticas e instituciones que impiden el crecimiento de la productividad (y por ende el crecimiento económico), son aquellas relacionadas con las regulaciones sobre los impuestos, el trabajo y la seguridad social, y el cumplimiento de los contratos. Lo anterior, ya que estas políticas e instituciones gravan al sector de alta productividad de la economía y subsidian al sector de baja productividad, sofocando la productividad y frenando el crecimiento.
Convendría analizar, en el caso de Costa Rica, si hay políticas e instituciones relacionadas con las regulaciones sobre los impuestos, el trabajo y la seguridad social, y el cumplimiento de los contratos, que estén detrás de la mala asignación de recursos antes señalada. De ser así, a partir de un análisis riguroso, podríamos definir acciones correctivas que fortalezcan nuestro pacto social, y que, al mismo tiempo, promuevan un crecimiento más alto, sostenido e inclusivo, con el que todos soñamos.
Finalmente, en el estudio para la Cepal se identificó al sector de servicios como aquel sector que arrastra la productividad de Costa Rica hacia abajo. Pero no todas las actividades de servicios hacen esto. De hecho, hay una dualidad en este sector, ya que mientras la productividad de unos subsectores decae durante la mayoría del período de análisis (electricidad, gas y agua; servicios comunales, sociales y personales; y servicios de administración pública), en los demás, la productividad laboral muestra una tendencia creciente durante la mayor parte del período (comercio, restaurantes y hoteles; construcción; servicios empresariales; servicios financieros y seguros; y transporte y telecomunicaciones).
Sería conveniente estudiar las razones por las cuales, en los primeros subsectores, se viene produciendo una reducción significativa de su productividad, afectando así negativamente la productividad del país como un todo. Yo me atrevería a hacer una hipótesis, y es que, en el primer grupo de servicios, la competencia es aún muy débil, debido a la existencia de barreras de entrada al mercado, y esto permite la existencia de empresas de baja productividad que, en otras condiciones, ya habrían salido del mercado.
El autor es el presidente de Academia de Centroamérica.