
Diversos estudios señalan que por cada colón que los costarricenses obtenemos producto de un ingreso, consumimos dos colones; es decir, mensualmente gastamos un colón de deuda por cada colón que recibimos.
Así mantenemos una economía con un sobreendeudamiento constante y creciente, que repercute directamente en nuestra capacidad adquisitiva a largo plazo. De esta manera es muy difícil estimular un consumo sano que contribuya a reactivar la economía.
El Ministerio de Economía, Industria y Comercio (MEIC) publica cada tres meses un estudio comparativo de tarjetas de crédito. Del más reciente de esos informes, divulgado en abril pasado, la cantidad de tarjetas en circulación es de 3.000.232, esto incluye los plásticos tanto titulares como adicionales. Este dato implica un incremento de 216.962 tarjetas en comparación con el estudio trasanterior.
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Asimismo, en el mercado costarricense hay 31 emisores autorizados para colocar tarjetas de crédito; estos entes, que incluyen tanto a bancos públicos como privados y cooperativas, entre otros, suman un total de 466 tipos de plásticos.
Credomatic de Costa Rica, en su trabajo conjunto con Bac-Credomatic, maneja 96 tipos de tarjetas distintas, del total de 466, lo que representa una colocación de 20,6% tarjetas en el mercado, seguido del Banco Promerica con 82 tarjetas (17,6%), y como tercer mayor colocador el Banco Popular con 52 plásticos, representando un 11,1%.
En lo que respecta al saldo de la deuda, de acuerdo con el informe emitido en abril, en el que se incluye el monto colonizado (la deuda tanto en colones como en dólares, al tipo de cambio vigente en ese momento), este alcanzó un nivel de ¢1.419 millones. Esto representa un aumento de ¢215.811 millones en deuda respecto a abril del 2018; lo cual equivale a un 4,18% del PIB.
Fácil acceso
Aunado a lo anterior, el acceso a este tipo de financiamiento resulta bastante sencillo pues, por ejemplo, en el caso de Bac Credomatic solamente se requiere llenar un formulario vía Internet o acudir a una agencia local y brindar datos personales y de ingresos, para obtener una tarjeta.
Dada esta facilidad para obtener instrumentos crediticios, las entidades emisoras diversifican los beneficios adicionales de los plásticos con el objetivo de atraer a clientes potenciales. Tales “ganchos” incluyen, por lo general, desde viajes hasta servicios en el campo de la salud, además de acumulación de puntos o devolución de porcentajes de las compras efectuadas.
El mercado nacional tiene varias particularidades que contribuyen a estimular y generar un alto nivel de endeudamiento. Me refiero, entre otras, a la falta de educación financiera que se ve reflejada en una cultura con poco interés en el ahorro y la inversión.
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No obstante, en Costa Rica existen costos muy altos en materia de pago de intereses. Esto genera perjuicios para aquellos consumidores que presentan mora en sus pagos mensuales.
Si bien con la colocación de dinero a través del plástico dinamiza la economía en el corto plazo, a largo plazo genera una contracción en la capacidad adquisitiva, por lo que es importante que conozcamos bien el funcionamiento de estos instrumentos de crédito antes de utilizarlos.
En este contexto surge la necesidad urgente de fijarle topes a las tasas de interés excesivas que sobrepasan la capacidad de pago de las familias; de lo contrario, será aún mas complicado de lograr la necesaria reactivación económica.