Los bancos son señalados constantemente por la vocación de negocio y el objetivo de generar ganancias, lo cual es totalmente orgánico a la actividad que desarrollan; como cualquier otro negocio debe ser rentable. Sin embargo, la evolución propia del ecosistema, en el que desarrollan la actividad, los ha llevado a un sistema plenamente integrado y coherente de gobernanza.
Hoy, en banca, ya se habla de resultados sociales positivos y de la necesidad de que exista una conexión y un diálogo con la sociedad. Los bancos gestionan la responsabilidad social como un elemento fundamental en las políticas, actuales y futuras, porque tienen el compromiso de generar valor para todos los sectores; menos decir y más hacer.

La sostenibilidad corporativa es un enfoque de negocio que persigue la creación de valor a largo plazo, mediante el aprovechamiento de oportunidades y la gestión eficaz de los riesgos inherentes al desarrollo económico, medioambiental y social.
En la actualidad, es práctica normal impulsar políticas, objetivos y estrategias que permitan a las entidades bancarias atender adecuadamente las demandas de los grupos de interés, en el marco de un entorno sostenible. Para ello, sin lugar a duda, necesitan del compromiso e involucramiento de gobiernos corporativos robustos que faciliten los procesos y guíen en el establecimiento de buenas prácticas.
Los compromisos y responsabilidades están vinculados con la transparencia, la innovación (entendida como mejora continua), el respeto al medioambiente, la promoción del diálogo y la equidad en las relaciones laborales, la comunicación constante con la sociedad y la generación de relaciones de largo plazo con sus clientes basadas en la confianza, entre otros. La inclusión, la justicia y las prácticas coherentes de operación también son parte de ese nuevo norte.
Las tendencias internacionales han dado paso a la creación de indicadores como el Dow Jones Sustainability Index (DJSI), uno de los mejores y más influyentes en el mundo en materia de sostenibilidad, que permiten adicionar índices que no necesariamente están relacionados con liquidez o capitalización. Los índices de sostenibilidad relacionan el éxito económico con el desempeño sostenible; lo cual genera, a largo plazo, resultados más predecibles y confiables.
Parafraseando el adagio que dicta “lo que no se mide no mejora”, no se puede dejar de evidenciar la importancia de medir continuamente esas nuevas responsabilidades y compromisos para direccionar las acciones e identificar las áreas de mejora en el proceso.
El sector bancario tiene el reto de que la gente lo sienta aún más cercano, que forme parte de sus proyectos de vida y comparta sus preocupaciones. Lo anterior nos hace reconectar con esa necesidad de dialogo permanente con la sociedad, del cual nos habla la gobernanza sostenible.
La comunicación transparente, que facilite una relación clara con las personas, es una tarea en proceso por parte de las entidades financieras. Las personas valoran que los bancos tengan un compromiso ambiental y social, pero igualmente señalan la necesidad de que la banca refuerce la relevancia en sus vidas. Ese compromiso de impactar positivamente la sociedad toma cada vez más importancia.
Todo esto no solo trata de un comportamiento basado en un interés propio, sino que también resulta atractivo para inversores, clientes y comunidades. La gobernanza sostenible representa riesgos menores y tienen mayor probabilidad de causar un impacto positivo y duradero en el desarrollo de las personas y de la sociedad.