Todas las elecciones son únicas, no existen leyes inmutables que las rijan; aunque se pueden encontrar rasgos comunes, siempre hay que examinar el contexto sociohistórico para entenderlas.
Desde una perspectiva sistémica todos los partidos retroceden (2018), ninguno llega al 30% .
La agenda ha estado marcada fuertemente por el tema del matrimonio igualitario, invisibilizando temas importantes (reforma fiscal, infraestructura, transporte).
El gran ganador es Restauración Nacional que surge de la nada, conquista el primer lugar y varias curules, desplazando al PLN en las costas y al PAC en cantones de la GAM.
Lo más importante es la derrota del PLN, que por primera vez en siete décadas no estará en la final, aunque obtiene la fracción legislativa más grande.
Se debilitan los extremos
El oficialismo accede a la final, pero retrocede 9% con relación con el 2014, pierde tres diputados y casi el 80% del electorado no vota por sus representantes.
El PUSC, aunque no juega en la final, logra casi triplicar su votación y suma un diputado.
El derrumbe aparatoso del populismo punitivista de Juan Diego Castro marca también la singularidad de los comicios.
La Asamblea Legislativa queda un poco menos fragmentada y se debilitan los extremos ideológicos (ML y FA), facilitando las negociaciones.
Se aproxima un período de coqueteos, con miras a forjar una coalición que haga posible la victoria de alguno de los finalistas.
Prestemos atención al contenido de estas.