Opinión

¿Vivíamos mejor sin tecnología? Lecciones de la era del fax y la paciencia obligatoria

Las circunstancias obligaban a una vida paciente, de mayor esfuerzo físico y mental, pero también con más espacio para el análisis y la reflexión. Quizás porque no teníamos tantas distracciones tecnológicas, me parece que gozábamos de una mayor calidad de vida

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Al ingresar al Banco Central, el 19 de noviembre de 1984, el armamento asignado fue una pesada máquina de escribir Olympia, calculadora de escritorio Sharp, grapadora, perforadora de papel, lapicero, una cinta Scotch, una cajita de correctores Korex, y el motivo de mayor realización: el escritorio Rosago, con silla giratoria y teléfono Siemens. Ese espacio de 1,5 m² fue como un alargamiento del hogar, mi lugar en la trinchera laboral diaria.








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