Dicen que el conocimiento es poder. Para los países hay dos formas principales de adquirir conocimiento: la primera es esperar a que otros lo generen y luego adquirirlo. Quien opta por esta vía estará siempre rezagado y recibiendo “las sobras”. La otra forma es generarlo localmente, a través de las actividades de investigación y desarrollo (I+D).
Una primera derivación de lo anterior es que los países que no apoyan la generación de conocimiento están condenados a ceder el poder.
En Costa Rica, la generación de conocimiento enfrenta una serie de barreras. La primera, y quizás principal, es la falta de recursos. Costa Rica invierte entre 5 y 7 veces menos en I+D que países desarrollados con población similar como Singapur o Finlandia, respectivamente. No es solo eso, el país pasó de invertir 0,58% del PIB hace 4 años a 0,44% en la actualidad. Es decir, no hace falta compararnos con otros para decir que vamos para atrás.
La segunda limitación es la falta de incentivos para la inversión privada. En los países desarrollados el sector privado aporta entre un 60% y un 80% de la inversión en I+D, mientras que en el país representa menos de 33%. La evidencia internacional indica que la existencia de incentivos fiscales y directos genera ciclos virtuosos de mayor inversión y múltiples externalidades, incluida la sobrevivencia de las empresas en ese mundo tan competitivo.
Otra limitación es la falta de equipamiento, que junto con barreras logísticas impiden el desarrollo de la ciencia. Hoy es muy difícil, por ejemplo, realizar un experimento que involucre la rápida importación de algún reactivo en condiciones especiales.
Muchas instituciones públicas y su burocracia, lejos de apoyar, entorpecen el avance del conocimiento. Por ejemplo, en el campo de la biodiversidad, CONAGEBIO ha establecido una cantidad excesiva e injustificada de trámites que desincentivan la I+D en un campo tan estratégico.
También existen barreras en los propios investigadores. Algunos sufren del complejo del subdesarrollo, es decir, el pensar en pequeñito. Además, existen excesivas distracciones administrativas, feudos que limitan la colaboración, falta de actualización, carencia de habilidades para buscar recursos y conformismo.
Para superar la limitación, es necesario que dos personas demuestren un compromiso genuino con la I+D: el Presidente y la Ministra de Hacienda. Se requerirán cambios en leyes para crear incentivos, reducir trabas y cerrar instituciones. Los rectores, gerentes e investigadores en general, también deben asumir su cuota de responsabilidad.