YouTube llegó en 2005 para consolidarse como la red social especializada en creación de videos largos, y desde entonces millones de usuarios consumen contenido con temáticas muy variadas: entretenimiento, política, terror, historias, belleza y autocuidado, música, críticas, entre otros.
En 2007 se llevó a cabo el lanzamiento del Programa de Socios de YouTube, el cual permitió que aquellos con mayor éxito tengan una remuneración económica por medio de publicidad, donaciones y alcanzar números meta en suscriptores y visualizaciones.
No obstante, en 2020 empezó a fortalecerse la preferencia por videos cortos en vertical con la llegada de TikTok, antes llamada Musical.ly. Al principio el foco consistía en bailes y música en tendencia, pero rápidamente se diversificó hasta absorber a gran parte de los usuarios de Internet.
Ante esta situación los números de YouTube empezaron a caer levemente, pues algunos creadores de contenido detectaron que la audiencia ya no estaba tan interesada como antes en ver videos largos, sino que se estaban trasladando junto a sus preferencias por una nueva forma de entretenerse en redes sociales.
Para saber qué pasaba exploraron la nueva plataforma, donde muy pronto descubrieron un fuerte enganche pero también la ausencia de monetización.
Así las cosas, se encontraron en una encrucijada: ¿quedarse en una red que les paga, pero con el riesgo de ir cuesta abajo, o dar atención una nueva tendencia sin remuneración fija?
Diversificar y adaptarse
Lo que acaba de leer es la experiencia de tres creadores de contenido. Se trata de Benjamín Ramírez, quien realiza videos mayormente de entretenimiento; Carlos Castro, especializado en divulgación tecnológica y Evangelina González, con preferencia por la temática de viajes.
Ramírez empezó en YouTube a los 14 años junto a su hermana, donde hacían videos solo por diversión. Con constancia y tiempo, al cumplir la mayoría de edad ya tenía una comunidad fiel a su contenido que le apoyaba, de forma que lograba generar ganancias con esta actividad.
Castro se describe como una persona tímida que logró vencer su miedo a la cámara, tras lo cual descubrió el potencial que tenía para enganchar a la audiencia.
González, por su parte, es argentina y encontró en Costa Rica una audiencia fiel que apoyaba su contenido relacionado a su paso por el país y los viajes.
Ellos se dieron cuenta de la importancia de diversificar los canales que utilizaban para comunicar sus proyectos, por lo que decidieron irse a nuevas herramientas de la mano de su creatividad para generar ingresos.

El surgimiento y expansión de las nuevas aplicaciones digitales no solo provocó esta transición, sino que los métodos de las empresas para publicitarse también tuvieron transformaciones en los últimos años.
No basta solo con reproducir un anuncio de unos cuantos segundos mientras usted ve un video, sino que ahora trabajan en conectar con las personas por medio de estos creadores.
Así, mediante campañas y videos dirigidos al público que poseen, logran conseguir ingresos rentables en el caso de TikTok e Instagram. Aunque el trabajo puede ser realizado en su totalidad por el creador, algunas agencias apoyan el proceso para asegurar los términos de los contratos, condiciones y hasta pagos al Ministerio de Hacienda.
Castro y Ramírez gestionan su trabajo con Hype Management, una agencia de influencer marketing que colabora en mediar sus contrataciones con marcas como Kentucky Fried Chicken (KFC) y Kölbi. González, por su parte, lo maneja por su cuenta.
En estos casos, las multinacionales suelen exigir contratos de confidencialidad y acuerdos formales que delimitan qué puede y qué no puede hacerse en una campaña.
La esencia sí cambia en cada red
“Ahí la gente confía más en vos, el contenido es más honesto y tiene mayor permanencia. En TikTok un video puede explotar en tres días y después desaparece; aquí, un video sigue generando vistas por años”.
Así respaldó González su preferencia por YouTube como medio para compartir su contenido, un punto en el cual coinciden sus colegas entrevistados por EF.
En materia de monetización, destacaron que se trata de la plataforma que más oportunidades ofrece al valorar la calidad de los contenidos y pagar directamente a los creadores.
En cambio, algunos ingresos en las demás a veces llegan por medio de regalos en transmisiones en vivo o de prácticas como las “batallas”, en las que dos creadores compiten para recibir la mayor cantidad de donaciones de sus comunidades.
Aunque esas actividades generan dinero, admitieron que este formato no es bien visto entre su comunidad y lo evitan por completo, porque se percibe más como entretenimiento propio que dirigido a una audiencia consolidada.
Entonces, ¿cómo es el público actual en estas plataformas?
En cuanto a las audiencias, destacaron que YouTube actualmente concentra en gran medida a los niños con su plataforma Kids, pero también depende de la temática de los videos.
“En gran parte se debe a que muchos padres restringen redes como TikTok e Instagram, pero sí permiten el uso de YouTube Kids", comentó Ramírez.
En TikTok, señaló, la comunidad suele ser más amplia en edad (adolescentes y adultos) pero es difícil de consolidar, pues los videos llegan a un público masivo sin necesariamente generar lealtad.
Instagram, en cambio, resulta más propicio para establecer vínculos más cercanos con seguidores que interactúan y participan en actividades como los canales o mensajes directos.
“En cuanto a la fidelidad, YouTube e Instagram están muy por encima porque en Tiktok la relación con los usuarios es más superficial", mencionó Castro.
A futuro, opinaron que la preferencia por plataformas continuará su dependencia a la edad y el contexto cultural de cada país.