Es una mujer bajita, cuida su arreglo personal con esmero, el pelito bien cortado, teñido de forma discreta, usa joyería y es menudita, cuando sonríe sobresale la sonrisa bonita.
La conocí visitando a un cliente, ella nos trajo café a la reunión. ¿Sabe que edad tiene esta señora? – Me dice él con una mirada pícara. Ni idea, le digo yo, ¿unos sesenta años?
La señora tiene 78 años, 10 hijos y más de 100 nietos y biznietos, pues se casó a los 13 años de edad.

Esther trabaja, está pensionada hace 8 años, pero ella no quiso quedarse en casa. Pidió a su empleador que le permitiera seguir trabajando y hoy tiene un trabajo remunerado a donde ella va feliz diariamente, trabaja de miscelánea en una institución que le ha dado trabajo por más de 30 años.
Para ella, el trabajo es salud, la distrae, la ocupa. El día que la entrevisté se había levantado a las 3 a.m. para preparar alguna fruta que lava, pica y vende y llegó antes de las 5 a.m. a su lugar de trabajo, para lavar platos sucios del día anterior, acomodar la sala de reuniones y esperar a que lleguen los empleados mañaneros para ofrecerles una ensalada de frutas para que desayunen.
El 24 de diciembre pasó con la hija mayor en Turrialba haciendo tamales y es al único lugar que sale de vacaciones, le gusta estar en su casa y compartir con su familia.
Me cuenta que su esposo la dejó abandonada cuando su último hijo tenía 6 años, tenían en total 10 hijos y su hija mayor 18. Era un hombre muy mujeriego, el año pasado se murió y yo nunca busqué otra pareja porque dediqué mi vida a mi trabajo para sacar a mis muchachos adelante.
¿Cómo hizo para sacar adelante tanto chiquito? – Pregunto curiosa -Ella sonríe, me mira fijamente: Mire, trabajando, primero trabajé haciendo tortillas, le vendía tortillas a bares, restaurantes, etc. Yo las hacía. Luego, trabajé de empleada doméstica, y en algún momento alguien me dio la idea de aplicar como personal de limpieza en una empresa, al principio me dio muchísimo miedo, tomé algo para calmarme (pastilla) porque pensé que era un trabajo demasiado grande para mí, pero me animé y lo tomé y ha sido la mejor decisión de mi vida. Y aquí ya llevo más de 30 años, ya me pensioné, pero la verdad quiero trabajar hasta que Dios me dé vida, no veo mi vida sin trabajar.
¿Qué consejo le da a las mujeres con su edad y experiencia? Que trabajen, que tengan su propia plata, que se entretengan buscando hacer lo que les gusta. Que la edad es solo un número, una persona de 50 años es joven, imagínese yo, me siento bien con 78… Me gusta tener mi platita, comprarme mis cositas, enaguas, blusas, ropa interior, me gusta andar linda. También tener carne y comidita rica cuando mis hijos me visitan. Yo no como carne, solo arroz y frijoles huevo y banano que fue con lo que crecí, pero me gusta tener cosas ricas para cuando vienen los muchachos a visitarme. Y algo que hago para descansar es ver tele, no puedo leer porque no sé.
¿Es feliz? Si, mucho, siento el cariño de la gente, que me rodea toda. Siento que me gusta estar ocupada, además, tengo lo que necesito y me puedo dar mis gustos. Trato de no faltar, la verdad amo mi trabajo y todo mundo en este trabajo, me quiere aquí y me tratan bien. A veces si vengo un poco enferma me mandan para la casa, pero la verdad, para mí trabajar es lo que me da ilusión.
Cuando llego a mi casa también hago algunas otras cosillas, pues me gusta que mi casa esté bonita. ¿Sabe? Tengo casa propia. Y, eso me hace sentirme muy feliz y muy orgullosa.
Un problema que tengo es que no ahorro mucho porque luego pienso, para qué dejarles ese pleito a mis hijos, mejor me lo gasto todo en vida con ellos. MI plan de verdad es morirme trabajando. No creo que necesite ayuda de ellos, yo creo que moriré trabajando.
Cuando me despedí de ella le di un beso olía a limpio, a perfume a jabón, a vida, trabajo y amor.
¿Qué enseñanzas le deja Esther a usted?
¿Qué perspectiva le da su vida?
¿Cómo considera que conocer esta historia puede impactar asumir los retos y adversidades de la vida?