Existe una promesa de mejores condiciones laborales y desarrollo territorial con las carreras STEM, pero solamente se cumple donde hay laboratorios y empresas: en el centro del país.
La dimensión territorial de las carreras y los trabajos de ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas (STEM, por sus siglas en inglés) en Costa Rica es una especie de círculo vicioso, en detrimento de las regiones periféricas de la nación. Para las universidades es más costoso abrir ese tipo de carreras en zonas donde hay menos población y donde menos personas se gradúan de secundaria; mientras que, para el mercado laboral, es más atractivo asentarse en lugares donde hay un mayor caudal de graduados.
El fenómeno se trasluce en datos palpables.
EF analizó a fondo los datos de graduación universitaria y del mercado laboral en Costa Rica, y encontró que hay brechas estructurales que se alimentan entre sí.
En materia de graduación, solo un 8,5% de los casi 39.935 títulos de bachillerato y licenciatura otorgados por las universidades públicas y privadas del país en 2024 fueron a estudiantes de carreras STEM provenientes de la periferia.
Y en materia laboral, ocho de cada diez personas graduadas de áreas STEM que trabajan en el mercado formal laboran en la zona central del país.
Si bien las carreras STEM se relacionan con mejores condiciones salariales y laborales, estudiarlas y desempeñarlas sigue siendo un privilegio altamente concentrado. Los datos del país son unos cuando se revisan a nivel general y otros cuando se dividen en el mapa.
Graduación
La graduación en STEM es otra de esas múltiples aristas en las que el mapa de Costa Rica se divide en dos versiones: la del centro y la del resto.
De los casi 40.000 títulos de grado que entregaron las más de 50 universidades que operan en Costa Rica durante el 2024, solo 12.537 fueron en carreras STEM y únicamente 3.394 fueron a manos de estudiantes que reportaron vivir fuera de la región Central en algún momento de sus vidas universitarias.
Los 3.394 títulos de grado en STEM que recibieron estudiantes de regiones periféricas no solo son menos en cantidad, sino como proporción del total recibido por las personas de esos lugares. Apenas representaron un 24,9% del total recibido.
En cambio, en el centro del país, la proporción de STEM alcanzó un 34,7% de los títulos entregados a sus habitantes.
La diferencia entre la región Central del país y la periferia, además, se ensancha cuando se quita de la ecuación a las carreras de ciencias de la salud, cuyo mercado es más amplio territorialmente hablando por naturaleza.
Si se restan los títulos entregados en el sector salud y se dejan únicamente los que se asignaron en campos como ingenierías, ciencias básicas, recursos naturales o computación, la graduación STEM en la región Central del país se reduce un 32,8% mientras que en la periferia cae un 39,3%.
Esa concentración regional de los títulos en 2024 también se replica cuando se hace un análisis cantonal sobre los títulos emitidos en los últimos cuatro años. Si se saca un promedio de graduación anual por cantón en carreras STEM entre 2021 y 2024, y se divide el resultado de cada territorio entre su población de 18 a 34 años, entonces se observa que las tasas de graduación en STEM solo son superiores a diez por cada mil habitantes en cantones del área central y algunos pocos de la periferia.
Parte de los factores que explican esa brecha tienen que ver con el costo que implica para las universidades públicas y privadas llevar ese tipo de asignaturas a zonas alejadas.
Así lo reconoció Olman Madrigal, jefe de la División de Planificación Interuniversitaria del Consejo Nacional de Rectores (Conare), quien subrayó que esas disciplinas muchas veces requieren “laboratorios, profesionales muy capacitados e infraestructuras más desarrolladas”, que “para nada son baratos”.
Esto se traduce en que menos personas logren graduarse de carreras STEM en sedes fuera de la región Central. Solo las cinco universidades públicas y 13 de 48 universidades privadas emitieron títulos de ese tipo en 2024 en sus sedes ubicadas en las regiones periféricas (10, si se excluyen las carreras de la salud).
Barreras de entrada y salida
La oferta académica, sin embargo, no es la única explicación del fenómeno.
También existen rezagos preuniversitarios y lógicas del mercado laboral que dificultan los mayores niveles de graduación en campos de ciencia y tecnología.
Para empezar, las condiciones económicas en las regiones periféricas son peores en términos generales, lo cual incide en que los posibles estudiantes universitarios se enfrenten a una mayor presión para trabajar por encima de continuar con sus estudios superiores.
“Hay familias que están esperando que sus hijos o hijas se gradúen del colegio para que empiecen a ayudar casi inmediatamente al hogar", subrayó Madrigal.
Además, las regiones periféricas tienen poblaciones más pequeñas y que se gradúan en menor medida de secundaria.
Según estima el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC), la población de 18 a 39 años en la región Central de Costa Rica asciende a un millón de personas; pero, en la periferia apenas alcanza las 600.000 personas, en conjunto.
Estos datos se desprenden de la Encuesta Nacional de Hogares, publicada en 2024, la cual también permite estimar que un 64,5% de las personas de ese bloque etario sí lograron terminar la educación secundaria en la región Central del país; pero que esa misma tasa cae sustancialmente en la mayoría de zonas periféricas.
La reducción es drástica en las regiones Huetar Norte (46%), Pacífico Central (53,7%) y en la Huetar Caribe (54,3%); y un poco menor en la Brunca (58%).
Solo en la región Chorotega, que abarca la mayor parte del territorio guanacasteco, la tasa de aprobación se mantiene en un 64%.
Las condiciones educativas preuniversitarias suelen ser peores en las regiones periféricas y así lo han documentado múltiples investigaciones académicas. La ruralidad se relaciona con menor disponibilidad de infraestructura y con la aplicaciones de horarios y mallas curriculares reducidas en primaria y en secundaria, solo por citar algunos ejemplos.
Absorción laboral
Por otra parte, también hay factores relacionados con el mercado laboral que podrían ser al mismo tiempo causa y consecuencia de los bajos niveles de graduación de profesionales STEM fuera de la región Central costarricense.
Si se revisa a profundidad la información de la Encuesta Continua de Empleo (ECE), que también publica el INEC, es posible determinar que la inmensa mayoría del trabajo formal en ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas sigue concentrado en las ciudades del centro del país.
Según las estimaciones de ese instrumento, hay alrededor de 630.000 personas que trabajan en el mercado formal y que dicen tener formación técnica, parauniversitaria o universitaria y, de ese gran total, un 32,5% (unas 204.000 personas) se habrían graduado en áreas relacionadas con ciencias; ingeniería, industria y construcción; o salud.
El resto, en cambio, se habría graduado en áreas como educación, humanidades, artes aplicadas, deportes, ciencias sociales, comercio, derecho, agricultura, pesca, acuicultura o servicios.
Entre el primer grupo, tendiente a áreas STEM, hasta el 80,1% de los trabajadores dijo habitar en el centro del país; mientras que en el segundo, la concentración cae a un 73,4%.
El porcentaje de trabajadores formales concentrados en el centro del país es particularmente alto en la categoría de ingenierías, industria y construcción (85,5%) y solo cae en el sector médico (73,7%), que —por sus características específicas— es una actividad más democratizada territorialmente y con mayor peso del sector público como empleador.
EF también analizó los datos de la ECE por actividad económica desempeñada. Este otro método se aplicó para evitar distorsiones, pues la formación de los profesionales empleados no garantiza que trabajen en su campo específico de formación.
No obstante, el análisis arrojó resultados similares.
Se determinó que unas 222.000 personas del mercado formal se desempeñaban en labores tendientes a requerir formación STEM y que, de ese gran total, hasta un 78,9% lo hacían en la región Central del país (o hasta un 81,3%, al excluir las carreras del sector salud).
Para llegar a esa conclusión, EF utilizó los microdatos de la ECE, que permiten dividir los niveles de ocupación en más de 300 tipos de ocupaciones. A partir de esa distribución, se clasificó cada ocupación según su tendencia a requerir formación STEM y se realizó la división posterior por regiones.
Migrar o renunciar
La conjunción de todos esos factores implica una realidad cruda, pero fácil de describir: para muchos jóvenes fuera de la GAM, estudiar una carrera STEM implica la necesidad de migrar o renunciar.
Esa es una realidad que se trasluce en los mismos datos de graduación universitaria.
De los más de 12.500 títulos entregados en carreras STEM durante el 2024, solo 1.970 fueron emitidos por sedes universitarias ubicadas fuera de la región Central. Esa cifra es unas 1.400 unidades menor que el número de estudiantes graduados en ciencia y tecnología que dijeron vivir fuera en regiones periféricas en algún momento de sus vidas universitarias. Esa diferencia refuerza la teoría de migración: un número importante de estudiantes de la periferia debe trasladarse hacia el centro del país para completar sus estudios en STEM.
El fenómeno de este desplazamiento también fue recogido por el PEN en su más reciente Informe del Estado de la Educación, publicado este 2025. En ese documento, los investigadores explicaron que “la mayoría de las personas graduadas en Ciencias Económicas y en otras disciplinas tiende a permanecer en su cantón de origen”; mientras que en las disciplinas STEM ocurre todo lo contrario.
“Ello”, redactaron, estaría “indudablemente relacionado con la concentración de oportunidades laborales en sectores específicos que requieren desplazamiento hacia ciertas regiones”.
Para llegar a esa conclusión, el PEN trabajó con los microdatos de la Encuesta Nacional de Hogares (Enaho) y con registros administrativos del Conare y de universidades. A partir de esa información, describieron cómo el sistema educativo costarricense premia la movilización estudiantil y laboral a la GAM, principalmente.
Para hacer más llevadera esa situación, las universidades aplican diferentes métodos de movilidad. Por ejemplo, becas que facilitan la migración definitiva durante el estudio o modalidades híbridas que permiten a los estudiantes llevar algunas partes de sus carreras a distancia o en recintos más cercanos, sin tener que desplazarse definitivamente a sedes centrales.
La Universidad Latina, por ejemplo, señaló que promueve nuevos modelos que amalgaman lecciones en línea con prácticas en laboratorios, lo cual permite a alumnos de zonas alejadas acceder a carreras de alta demanda sin tener que desplazarse de forma permanente.
Esas soluciones, sin embargo, solo son parciales cuando se analiza la migración general que promueve el ecosistema. Así lo reconoció Madrigal, de Conare, quien explicó que si la persona no encuentra los espacios necesarios para colocarse en el mercado laboral dentro de su lugar de origen, muy posiblemente tenga que terminar mudándose igualmente.
“Es cierto que ahora muchas personas pueden buscar teletrabajo, pero no ocurre en todos, ni en la mayoría de los casos”, subrayó.
La triple hélice
Los datos, entonces, evidencian que el rezago de la periferia costarricense en STEM se compone de varias causas estructurales y que esas mismas causas estructurales se hacen más fuertes entre sí mismas.
Por ese motivo, Madrigal considera que no se pueden plantear soluciones aisladas sino que únicamente se puede modificar la situación general con una actuación más articulada de “la triple hélice” que componen el sistema universitario, el Estado y el sector privado en su conjunto.
Universidades como la Latina o la Fidélitas, que destacan por sus niveles de graduación en áreas STEM, aseguran que ya realizan coordinaciones con el sector privado y con entidades como Cinde o Procomer; sin embargo, para modificar condiciones estructurales habría que ampliar esos esfuerzos a todo el ecosistema.
Los avances hasta el momento, sin embargo, permiten visualizar posibilidades.
Por ejemplo, la Universidad Latina destacó cómo sus alianzas con empresas han sido claves para tener personal docente de alta calidad y hasta para anticipar demanda de perfiles laborales en zonas de ebullición industrial, como el cantón de Grecia.
No es un asunto sencillo, según Madrigal; pero sí es clave si lo que se quiere es llevar verdaderas oportunidades a la periferia.
“Para desarrollar formación universitaria en las zonas y para que las personas graduadas también se queden en ellas, y ayuden a desarrollarlas, todas las tres partes deberían estar revisando constantemente”, puntualizó.
