
Casi todos los días a las 6 p. m. Víctor Caravaca sale de su trabajo en el cine y se convierte en un “pato”.
A esa hora, se reporta activo en la plataforma digital Go Pato que pone en contacto a personas como él, con tiempo y disposición para hacer mandados, con gente que necesita esos servicios.
Entonces comienza su segunda jornada laboral: sin jefes, sin presiones y sin horario.
De la mano de las tecnologías digitales, miles de trabajadores en el mundo, como Víctor, comienzan a romper las estructuras del empleo para adaptarse a la creciente “economía a la carta” o “bajo demanda”.
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Uber, Go Pato, Air BnB (que tienen “asociados” en Costa Rica) son las aplicaciones más icónicas del “dígame qué necesita y yo se lo proveo”, sin importar si es comida, transporte, pañales, alojamiento o un vestido nuevo.
Son parte de una modalidad de negocios que, sin duda, crea opciones de trabajo y activa el mercado, pero que desdeña los derechos laborales y las obligaciones tributarias de los trabajadores con el Estado.
Libertad inclina la balanza
Víctor está feliz porque tiene un trabajo fijo, que se encarga de su seguro social y su pensión mientras tiene otro flexible, que complementa sus ingresos.
También lo está Karla Netzer, de 28 años, quien trabajó en banca privada durante ocho años y renunció a su trabajo para tener su propio negocio. Ahora, complementa sus ingresos manejando para Uber, que le da la libertad de conectarse y desconectarse cuando quiera.
Es precisamente la forma en que se promocionan estas plataformas, que se bautizan a sí mismas como facilitadoras de oportunidades económicas, de equidad de género (Uber paga la misma tarifa a hombres y mujeres) y flexibilidad a través de una herramienta segura.
Pero, ¿qué pasaría si Karla se dedicara únicamente a trabajar con Uber?, ¿se convertiría en una empleada de la compañía?, ¿quién, cuándo y cómo se define esa relación?
Las condiciones para que exista una relación laboral entre las partes, en Costa Rica, quedan claras en el Código de Trabajo: que haya una remuneración, que el trabajo lo preste una persona física (no jurídica) y que exista una subordinación (sanciones, por ejemplo), explicó Marco Durante, abogado laboralista de BDS.
Si un “pato” o un chofer de Uber incumplen con las políticas o le son infieles a los valores de la empresa, nadie puede despedirlos... pero les asignan menos trabajos o los descartan.
Los asesores de las aplicaciones los capacitan, los motivan a dar confites a sus clientes o a despedirse con un código (como un ¡cuac, cuac!) pero, según su definición, no existe una relación laboral entre ellos porque no les asignan un horario ni les exigen conectarse. “Es una relación ganar-ganar”, dicen los dueños de las apps.
Uber se sabe de memoria este discurso: la relación entre la compañía y sus choferes asociados ya ha sido motivo de polémica legal en el mundo.
Para los tribunales de California en Estados Unidos, las condiciones en que se desarrolla el trato entre estas partes implican una relación laboral y los choferes deben ser tratados como empleados. Los abogados de Uber no están de acuerdo e impugnaron la sentencia.
A la fiesta de la creación de empleos, estas gigantes tecnológicas que nacieron como startups llegan vestidas con traje informal mientras las instituciones encargadas de las pensiones, el trabajo y la recaudación las miran con cara de signo de pregunta.
Video: ¿Cómo es ser un 'Pato'?
El traje de la informalidad
Adriana, madre de familia que tiene una casa registrada en Air BnB y que evitó dar su apellido, se dedica a atender a los huéspedes en su casa en Tibás.
No paga seguro voluntario ni cotiza para su pensión porque los ingresos apenas le alcanzan para cubrir sus gastos, contó.
Es justamente el tipo de ocupación a la que deberían temerle los gobernantes, los bancos y las operadoras de pensiones.
“¿Cómo será un buen empleo en el futuro?”, se cuestionó la precandidata a la presidencia de Estados Unidos, Hillary Clinton.
En Costa Rica, estas plataformas se topan con un caldo de cultivo poderoso: el desempleo está estancado en el 9,5% y el subempleo sobrepasa el 13%.
Un malestar que pide a gritos innovación para salir del hoyo negro en que se encuentra.
Por otro lado, se enfrentan a la defensa de los derechos laborales y con la necesidad imperante del Estado de cobrar más impuestos en un clima de déficit fiscal que ahoga al país.
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Entre el segundo trimestre del 2014 y el del 2015 la cantidad de personas que reciben ingresos por trabajos independientes aumentó de 376.000 aproximadamente a 414.000 (9,5%), según la Encuesta Continua de Empleo.
“Con altas tasas de desempleo, los contratos laborales con plazos cortos representan la mayor parte de la creación de nuevos puestos en la mayoría de los mercados”, dijo Gilles Maury, especialista en tecnologías de Deloitte.
Las cifras del Pew Research Center lo respaldan.
Según la compañía de investigación, tres de cada diez empleos creados en Estados Unidos son independientes (reciben ingresos por trabajar “en lo propio”) o son generados por jefes también independientes.
Panorama oscuro
Mientras tanto, la cantidad de personas que no cuentan con un seguro o cuyos patronos incumplen con sus obligaciones empeora en lugar de mejorar.
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El Ministerio de Trabajo y Seguridad Social (MTSS) insiste en la necesidad de formalizar el trabajo para eliminar su precariedad, que carcome a la población con menores niveles académicos y oficios más manuales.
A su vez, este tipo de oficios manuales son la apuesta de las plataformas digitales de economía “a la carta” más utilizadas.
Uber busca choferes, Go Pato busca mensajeros, Task Rabbit se enfoca en gente con talento para oficios hogareños...
Cuanto más se popularice el uso de estas herramientas, más buscarán las compañías adaptarse a la tendencia, dijo Carly Creighton, jefa para Latinoamérica de la firma de encuestas Universum, que entrevista a jóvenes en todas las latitudes para conocer sus preferencias laborales a futuro.
Pensiones sin fondos
A los creadores de política pública en materia de pensiones y seguros tampoco les espera una tarea sencilla.
Con la población envejeciendo y las altas remuneraciones que perciben algunos funcionarios jubilados, los regímenes se deben dar a la tarea de estirar los fondos para no colapsar.
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“Las condiciones actuales se diseñaron pensando en un mundo diferente al de ahora”, asegura el jerarca de la Superintendencia de Pensiones (Supén) Álvaro Ramos.
Las herramientas digitales le apuestan a una generación de millenials que prefieren “viajar y ser felices” antes que acumular grandes capitales por medio de puestos en grandes compañías o cotizar para un futuro al que no saben si llegarán, dijo el asesor en temas tributarios de la firma AFC, Diego Salto.
Esa dicotomía entre la forma en que se comportan los nuevos empleos y los esfuerzos de los gobiernos se ensancha al ver el saco del fisco vacío.
El arte de atajar los impuestos
Las oficinas tributarias de cada país sufren los mayores impactos cuando la creación de empleo es informal y se potencia en plataformas digitales que muchas veces ni siquiera tienen su base de operaciones en el país.
Air BnB registra unos 7.000 alojamientos en Costa Rica cuyos propietarios no necesariamente pagan los mismos impuestos que los hoteles (ellos creen que no deben hacerlo y Hacienda cree que sí deberían).
Los empleados por cuenta propia deben tener facturas, tributar y hacer declaraciones informativas, explican los abogados tributarios de AFC y Deloitte, pero ¿qué pasa cuando el empleo se genera y se paga por medio de herramientas digitales desde cualquier otro país?
Algunos de los trabajadores entrevistados dijeron cumplir con sus obligaciones fiscales en sus empleos formales, pero no reportan su ingreso extra a Tributación porque “no hace falta”.
Aunque el panorama no está dimensionado en todo su esplendor (no hay encuestas que le pregunten a un trabajador si sus ingresos vienen de una plataforma digital), a los grandes países la situación ya les incomoda.
La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) impulsa un plan para impedir que los ingresos generados con las nuevas tecnologías se escapen de sus redes fiscales como hasta.
El reto, para los estados, es encontrar una clave para formalizar a todos los trabajadores que están por cuenta propia y que se unen a estas plataformas pero sin marchitar el proceso de la innovación.