Costa Rica no ha movido la aguja del STEM en los últimos 10 años. Solo tres de cada 10 títulos universitarios de bachillerato o licenciatura corresponden a carreras de ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas (STEM, por sus siglas en inglés); con una graduación que sigue mayoritariamente concentrada en la Región Central, con brechas de género persistentes y con un músculo de las universidades públicas que sigue siendo indispensable en diversos ámbitos.
EF revisó los datos más recientes de emisión de bachilleratos y licenciaturas en Costa Rica, que todos los años publica el Consejo Nacional de Rectores (Conare). Los registros comprenden información de todo el sistema universitario costarricense, incluidas las instituciones privadas.
Con esos datos es posible trazar la evolución por área académica.
A continuación, le mostramos 5 claves para entender la titulación costarricense en STEM.

Estancamiento general
Si se analizan las estadísticas de graduación de bachillerato y licenciatura en las universidades públicas y privadas del país en los últimos 10 años, se observa un estancamiento de la promoción en carreras STEM.
La graduación STEM nacional se ha mantenido, casi de forma invariable, en un 30% de la graduación general del país. Las cifras cayeron en 2021 y 2022; sin embargo, la titulación de aquellos años estuvo directamente influenciada por la pandemia de covid-19, tomando en cuenta que muchas de las asignaturas relacionadas con ciencia y tecnología requieren de evaluaciones presenciales en laboratorios o hasta de prácticas en lugares de trabajo como hospitales.
La proporción de títulos en STEM es más alta en universidades públicas (35%) que en universidades privadas (29%). Sin embargo, como las universidades privadas son muchas más y dan seis de cada 10 títulos en el país, también son las que dan más títulos en STEM a nivel general. De los 12.537 títulos de grado emitidos en esas áreas en 2024, los centros privados entregaron unos 7.451.
Las dos universidades públicas que más títulos STEM emiten son la Universidad de Costa Rica (2.256 en 2024) y el Tecnológico de Costa Rica (1.113); mientras que en el sector privado son la Universidad Latina (1.350) y la Fidélitas (896).
Emilia Gazel, rectora de Fidélitas, considera que el estancamiento podría estar relacionado más con un desafío de orientación vocacional y de formación preuniversitaria que a una falta de oferta académica. Según señaló, “hay varios aspectos que influyen en la elección de carrera STEM” y a veces hay factores como el desconocimiento, los estereotipos y los temores terminan bloqueando el ingreso de más jóvenes.
“Muchas veces, los jóvenes evitan disciplinas STEM porque piensan que son “difíciles” o “no son para ellos”, y estas percepciones limitan su potencial antes de siquiera explorar la posibilidad”, subrayó.
Algo similar plantea la Universidad Latina, la cual añadió que en los últimos años se han interrumpido los procesos de aprendizaje en primaria y secundaria, lo cual complica la situación.
Centralización
La graduación STEM costarricense, además, es muy centralizada, territorialmente hablando.
En 2024, por ejemplo, de los más de 12.000 títulos de grado emitidos por todas las universidades del país en carreras STEM, el 70,9% fueron a dar a manos de estudiantes que dijeron habitar la Región Central.
La proporción sube a 73,5% si se excluyen las carreras de las ciencias de la salud, cuyo mercado educativo y laboral es mucho más amplio por la naturaleza de sus funciones.
La tendencia centralista también se replica cuando se estudian las tasas cantonales de graduación en STEM de los últimos cuatro años. Si se colocan los datos en un mapa de calor, se observa que mayoritariamente son cantones del centro del país los que registran más de 10 títulos anuales, en promedio, por cada mil habitantes de 18 a 34 años.
Esa centralización está ligada con una menor presencia universitaria de esas carreras fuera de la Gran Área Metropolitana (GAM); pero también con factores preexistentes, como los rezagos en educación preuniversitaria de las zonas periféricas o la evolución histórica de sus mercados laborales, mayormente centrados en otras actividades.
Migración
La concentración del STEM en el centro del país también produce un efecto migratorio.
De los más de 12.500 títulos entregados en carreras STEM durante el 2024, solo 1.970 fueron emitidos por sedes universitarias ubicadas fuera de la Región Central.
Esa cifra es unas 1.400 unidades menor que el número de estudiantes que se graduaron de STEM en el mismo período y que dijeron vivir fuera de la Región Central en algún momento de sus vidas universitarias.
En otras palabras, al menos esa fue la cantidad de estudiantes de fuera de la Región Central del país que tuvieron que desplazarse a ella para obtener su diploma de bachillerato o licenciatura; aunque podrían ser más si hubo alumnos de la Región Central que estudiaron fuera de ella.
Instituciones como la Universidad Latina aplican modelos híbridos de enseñanza para que algunos de sus estudiantes puedan avanzar en una parte de sus carreras a distancia, y que no tengan que trasladarse durante todo el proceso educativo a sus sedes centrales. Sin embargo, es difícil llevar la totalidad de los programas de estudios a las zonas periféricas por la inversión requerida y las dificultades para atraer personal docente.
Brechas de género
La graduación STEM en Costa Rica, por otra parte, también sostiene grandes brechas de género.
Aunque en el período 2014-2024 se emitieron 65.523 títulos de grado en ciencia y tecnología para mujeres y 61.556 para hombres; esos mismos datos reflejan una desigualdad porque son muchas más mujeres que hombres las que se suelen graduar de la universidad todos los años.
Esto quiere decir que, aunque son más en cantidad, los 65.523 diplomas STEM dados a mujeres representaron un 24,8% de los títulos dirigidos a ellas; mientras que los 61.556 diplomas STEM dados a hombres implicaron un 37,5% de los títulos entre ellos.
La situación se agrava aún más cuando se quitan de la ecuación los títulos de ciencias de la salud; y se dejan únicamente los relacionados con ingenierías, ciencias básicas, recursos naturales o computación. El 29,3% de los títulos entregados a hombres en el período 2014-2024 fueron en esas materias; mientras que en el caso de las mujeres, la proporción fue de solo un 9,6%.
Investigadores de centros como el Programa Estado de la Nación (PEN) han señalado que esas brechas podrían estar relacionadas principalmente con “la persistencia de estereotipos de género”, según redactaron en su último Informe del Estado de la Educación 2025, publicado este año.
Clave pública
Por último, las universidades públicas cumplen un rol fundamental para llevar carreras STEM no relacionadas a salud a todo el país.
A pesar de que en 2024 hubo cinco universidades públicas y 48 universidades privadas que entregaron títulos de bachillerato y licenciatura, solo 33 de las entidades privadas entregaron títulos STEM en general y 27 lo hicieron en carreras STEM no relacionadas con el sector salud.
Las universidades privadas emitieron 7.451 títulos STEM y las públicas 5.086; sin embargo, cuando se excluyen las carreras relacionadas con salud, las cinco universidades públicas pasan adelante en el conteo (4.292 frente a 3.842).
Fuera de la Región Central, solo 13 de las 48 universidades privadas entregaron títulos de STEM en sedes o recintos periféricos, y solo 10 lo hicieron en carreras STEM no relacionadas con ciencias de la salud.
Las 13 universidades privadas entregaron 1.081 títulos STEM en sus sedes y recintos fuera de la Región Central, frente a 889 de las cinco universidades públicas. Pero, cuando se analizan los datos excluyendo a las carreras de salud, las universidades estatales dieron 824 diplomas y las privadas solo 455.
Para Olman Madrigal, jefe de la División de Planificación Interuniversitaria del Conare, la situación es comprensible porque la enseñanza de carreras como ciertas ingenierías implica la realización de altas inversiones en infraestructura, maquinaria y personal docente, lo cual podría hacer que para la mayoría de centros privados no resulte rentable la operación. “No hablamos de algo barato. Son carreras muy costosas”, puntualizó.
La radiografía del STEM en los últimos años no muestra un fracaso, pero sí una inercia estructural. El STEM costarricense no retrocede, pero tampoco avanza. Quedan muchas brechas por cerrar y potenciales por aprovechar.
