En la película F1, estrenada el 16 de junio de este año, Brad Pitt es Sonny Hayes, un exconductor de Fórmula 1 que ahora es un piloto nómada a sueldo y a quien contacta un antiguo compañero para que salve a su equipo.
Pitt aparece con un bolso verde, el cual fue diseñado y fabricado por los costarricenses Danilo Coto y Miguel Cruz, respectivamente.
Desde ese momento aumentaron sus seguidores y las ventas de su marroquinería. Hasta le llegaron pedidos fuera del país.
Es un momento que pasará. Para él, es el resultado de su habilidad y pasión. “Tengo la fortuna de tener ambas”, dijo Miguel.

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Propósito único
Miguel creció en San Juan de Oriente, en Masaya. Vivió con sus abuelos Isabel Salazar (q.d.e.p.) y Humberto Gutiérrez desde sus seis años. Allá cumplió la primaria.
En 1991, con 14 años, viajó a Costa Rica para reunirse con su madre Sara Salazar, que era trabajadora doméstica, sus hermanos y quien se convertiría en su padre, Rafael Narváez.
Rafael había llegado desde Nicaragua años antes y se dedicaba a la confección de artículos de cuero como bolsos, fajas y billeteras.
Para Miguel seguir la secundaria era imposible por la situación económica. La construcción no le llamó la atención y le tomó gusto a la marroquinería. Le impresionó cuando iba con Rafael a visitar a los clientes del Mercado Central.
Empezó como dependiente en una tienda ubicada a la vuelta del Teatro Mélico Salazar. Pero él no olvidaba su propósito.
—Quiero aprender el oficio— le dijo a Rafael.
—Póngase ahí y observe— le respondió su padre.
Varios días después, le ordenó a Miguel hacer unos monederos y pronto apareció otra oportunidad.
Un vendedor que era vecino le pidió que le hiciera 10 fajas. Le llevó todos los insumos: vinil, hebillas, hilo y remaches. Después volvió con más material. Le llegó a hacer 600 fajas por semana. Al año el vecino no continuó con su negocio. Otra puerta se abrió.
Miguel empezó a trabajar en una de las tiendas de souvenirs para turistas ubicadas en Moravia y, a los 17 años, fue jefe de un equipo de cinco personas.
Al año siguiente se fue a Guápiles y trabajó en una talabartería. Aprendió a fabricar cubiertas para machetes, fundas para cuchillas y monturas para caballos. Le propuso al dueño hacer canguros y mariconas para ampliar el negocio. Resultó. Después, que fueran socios.
El propietario no le dio respuesta. Miguel salió por unos meses y regresó con sus propias condiciones. Cuando renunció, al final de cuatro años en la talabartería, usó los ¢95.000 de la liquidación para su propia marroquinería y después de trabajar un tiempo con Rafael de nuevo.


Empujón
Una agente de ventas, Gabriela Piedra, le pidió a Miguel y a Rafael unos productos de muestra. Luego aumentó el encargo. Durante 10 años, siguió haciendo pedidos para colocarlos en San José, Guanacaste, Limón, la zona sur y otros lugares del país. Rafael prefirió apartarse.
“Usted tiene la energía y está empezando. Ya pasé por eso. Estaré aquí por si necesita”, le dijo Rafael a Miguel.
Miguel también obtuvo más clientes y aprendió la dinámica comercial: luego de un tiempo, los comerciantes lo cambiaban. Tomó una decisión.
Para ese entonces estaba nacionalizado. Tenía dos motivos: aprovechar nuevas posibilidades y era su deseo, pues siempre se identificó con Costa Rica.
Abrió un negocio en Desamparados. Lo tuvo durante seis años. En 2017 dio un paso definitivo.
Él y su esposa Kenly Chacón, una herediana que estuvo 22 años como trabajadora social en el Hospital México, empezaron a estructurar la empresa. Se propusieron sacar su propia marca. ¿Pero cuál? Miguel propuso cinco opciones.
Contrataron una empresa. El estudio mostró que la única marca posible, con la que reconocían el negocio los clientes, era “Miguel Cruz”.
Lanzaron el sitio web y las redes sociales, obtuvieron el datáfono y realizaban envíos mediante Correos de Costa Rica. También usan Sinpe Móvil. Hoy eso no es extraordinario. En aquella época eran casi pioneros.
Kenly renunció a su trabajo y se encargó de la parte administrativa.
Asistían a eventos como las ferias Hecho Aquí, el Festival Internacional de las Artes y Costa Rica Fashion Week. Tenían claro cuál era su mercado meta. Tuvieron muy buena aceptación.
Para entonces ya trabajaban con los diseños de Danilo Coto, sin imaginar lo que pasaría después.
Al llegar la pandemia los llamaron de las siete tiendas que vendían sus productos para que recogieran los artículos en consignación, pero casi de inmediato surgió otro negocio.
Los clientes les siguieron pidiendo productos y el inventario se agotó. También solicitaban otros nuevos: cojines, coberturas para escritorio, vasos de cuero para colocar los lapiceros y hasta forros para botellas de vino.
La demanda desde los hogares fue un fenómeno global. En medio del confinamiento, los consumidores se dieron cuenta de las necesidades de sus hogares para trabajar, estudiar o entretenerse en casa.
Y Miguel y Kenly mantuvieron el servicio de reparación de productos.
La ventaja era su presencia en las plataformas sociales. “En redes sociales hay que pagar, hacer fotos bonitas y hay que invertir. No es nada más estar”, recalcó Miguel.


Contacto de película
Las ventas se normalizaron, pero un hecho fortuito rompió la rutina.
Hace 10 años, el diseñador Danilo Coto preguntó por alguien que le fabricara los productos que creaba con su marca Pacto. Oldemar Ramírez, de una talabartería de Cartago, recomendó a Miguel. La relación comercial creció.
Un día a Danilo le pidieron unos bolsos grandes para viajes desde Inglaterra, una producción exclusiva de varios colores: rojo vino, azul marino y verde, como el de Brad Pitt en F1. ¿Cómo llegó al film?
Un año después Danilo llamó a Miguel y le contó que acababan de informarle que uno de los bolsos lo usaba Brad Pitt. Lo confirmaron después en los reels y otros materiales promocionales de la película. No podían decir nada. Hasta el estreno.
—El bolso lo hizo Miguel Cruz— dijo Danilo en la premiere de la película en Costa Rica.
Es un hecho que solo otro emprendimiento del sector vivió hace unos 15 años, cuando Michelle Obama le compró un bolso a la Marroquinería Yenory.
“Es indescriptible, algo que para agradecérselo a la vida”, dijo Miguel.
Los clientes, los vecinos en San Mateo (donde vive desde 2014), las amistades y la familia le recalcan que lo merece. Su padre, Rafael, está orgulloso. Y la viralidad se materializa. Las ventas se duplicaron y ya realizó envíos de diferentes productos a Canadá y EE. UU.
Miguel se mantiene enfocado en Facebook e Instagram y la personalización de los productos.
Tiene nuevos proyectos. Da clases privadas en su taller y a domicilio y negocia con la Universidad Estatal a Distancia (Uned) un programa de formación para emprendedores.
Todo esto pasará, como la fama. Pero Miguel tiene claro que para su negocio es clave que quede la referencia de haber sido quien fabricó el bolso de Brad Pitt en F1 y que millones de personas vieron en los cines o en streaming.
Datos vitales |
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Empresa: Miguel Cruz |
Fundación: 2017 |
Fundadores: Miguel Cruz y Kenly Chacón |
Inicio de actividad: hace 33 años |
Ubicación: San Mateo de Alajuela |
Colaboradores: 5 colaboradores externos por medio de contratos de servicios |
Productos: carteras, fajas, billeteras, maletines ejecutivos, bolsos, portadocumentos de viaje, porta pasaportes, monederos, maletines y productos personalizados |
Precios: desde ¢9.000 hasta ¢220.000 |
Comercialización: mediante redes sociales y tienda en línea y en tiendas en Playas del Coco, Monteverde y la sala de exhibición en San Mateo |
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