Las finanzas del ICE, empresa estatal sólida por historia e icónica por precepto, no están bien. El 2018 dejará pérdidas totales por ¢314.000 millones que, en teoría, no serán pagadas por los clientes del Instituto en los futuros recibos de electricidad. Ese fue el compromiso de su presidenta ejecutiva, Irene Cañas.