La cartera de crédito de Conape, la institución pública que financia préstamos de pregrado y postgrado en el país y en el exterior, ha crecido sostenidamente en los últimos cuatro años, a un ritmo del 8% a junio del 2017 y 9% a junio de este año, comparando la variación interanual de ambos períodos.
Los saldos, que a junio de este año registran un total de ¢120.980 millones —¢26.222 millones más que hace tres años— han servido para financiar principalmente a estudiantes de carreras relacionadas con ciencias de la salud, ciencias sociales e ingenierías, las tres áreas académicas de mayor demanda por financiamiento para estudio de grado y postgrado dentro y fuera de Costa Rica.
Según el plan anual de gestión de crédito del 2018 de Conape, así como los datos más recientes de la cantidad de préstamos y los montos colocados, el 92 % fueron colocados en solicitudes de pregrado y grado en nuestro país, mientras que el resto de los recursos se destinaron a estudios en el exterior: 4,7% en pregrado y 2,7 % en posgrados.
Los fondos para este tipo de créditos provienen de los pagos de los préstamos que realizan los beneficiarios y de aportes que realizan los bancos públicos y privados del país, conforme lo establece la ley.
Conape explica que los recursos que reciben de las entidades financieras es lo que permite tener tasas de interés bajas, mucho más atractivas que las de los créditos de consumo que ofrece el mercado.
La demanda de fondos de Conape aumenta ante la poca posibilidad de muchas familias para financiar los estudios superiores de sus miembros, tasas crecientes de desempleo y la incapacidad del país para colocar en puestos de trabajo a personas recién egresadas de estudios de educación media.
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María Gamboa, de 27 años, comenzó a estudiar bachillerato y licenciatura en odontología en el 2010, una carrera que cursó durante cuatro años.
Como ni ella ni su familia tenían capacidad financiera para pagar los estudios, solicitó un préstamo con la entidad, por un monto de ¢7,9 millones, a una tasa de 4,5 % por un período de 12 años.
Al finalizar los cuatro años de estudio, Gamboa procedió a pagar una cuota mensual de ¢98.000, monto acordado en el contrato de préstamo. Además, en aras de asegurar la continuidad del financiamiento presentó, cada cuatrimestre, las calificaciones y las materias que matricularía en el próximo período.
Aunque admite que el monto no alcanzó para cubrir todos los estudios, considera que sin el aporte de Conape no hubiera podido prepararse académicamente.
“Las carreras de ciencias de la salud son muy costosas, sobre todo cuando se llega a la parte de clínicas. Sin el financiamiento no hubiera podido hacerlo”, afirmó Gamboa.
Una vez finalizados los estudios, Conape le otorga al cliente un período de gracia de tres meses para que se coloque en el mercado laboral.
Sin embargo, la realidad del mercado es otra y en algunos casos los egresados pueden tardar hasta un año en ubicarse en un trabajo, por lo cual el solicitante puede solicitar una extensión del período de gracia que le permita comenzar a pagar cuando consiga trabajo.
Según explicó Jean Carlo Barrientos, secretario ejecutivo de Conape, el endeudamiento promedio programado de un préstamo para estudios durante este año es de ¢5,4 millones, aunque con los incrementos universitarios proyectados ese monto podría ubicarse en ¢6,4 millones.
La suma es ligeramente superior al promedio del 2017, aunque el incremento no ha sido tan significativo.
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Mientras tanto, para pregrado y postgrado en el exterior, el monto promedio ronda los ¢17 y ¢18 millones, respectivamente, con datos del 2017.
Otras áreas también demandadas para los créditos son las carreras de educación, ciencias básicas, artes, letras y filosofía.
La formación técnica es, de todas las áreas, la que tiene menor solicitud de financiamiento.
Alta morosidad
Pese al crecimiento de la cartera de crédito en general, la cartera morosa de Conape es considerablemente alta si se compara con la de otras entidades financieras.
La cartera total en mora a junio de este año representaba el 12,6% del total colocado, un porcentaje alto en comparación con el 3% que permite la Superintendencia General de Entidades Financieras a los bancos.
De acuerdo con la entidad, es normal que ese indicador esté por encima del 10% dado las características de los deudores. Asegura trabajar fuertemente en pro de reducirlo.
Barrientos asegura que, pese a alcanzar estos niveles, la capacidad de préstamo de Conape no está en riesgo, ya que los índices de morosidad no son “tan altos”.
Según Gamboa, aunque su cuota inicial de pago mensual era de ¢98.000, recientemente recibió un correo electrónico avisándole que debido a su excelente récord de pago el monto se le redujo a ¢88.000.
Para Juan Muñoz, exintendente de Sugef, mantener una cartera de crédito morosa tan elevada puede representar un riesgo que reduzca la disponibilidad de fondos para financiar a nuevos beneficiarios. En su opinión, se trata de una situación que amerita atención y, en la medida de lo posible, corrección.
Sin embargo, Carlos Fernández, exgerente del Banco de Costa Rica y quien tiene una amplia experiencia en manejo de carteras, el nivel de morosidad de Conape no debería preocupar ya que las ligeras mejoras en la morosidad menor y mayor a 90 días puede significar que las políticas de cobro han mejorado o, en su defecto, que los financiamientos de los últimos años se están colocando con mejores mitigadores de riesgo.