Mientras la región de Latinoamérica proyecta un crecimiento moderado en su comercio exterior para el 2025, impulsada por la estabilización de la demanda global y una mejora en los términos de intercambio para varias commodities (materias primas), una economía del sur del continente se prepara para nadar contracorriente.
En un contexto donde la mayoría de los países esperan aumentar el valor de sus envíos al exterior, las proyecciones de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) identifican a una nación que no solo quedará rezagada, sino que registrará la contracción más severa de todo el bloque regional.
Se trata de Venezuela, país que se perfila como el de peor desempeño exportador en Latinoamérica para el próximo ciclo fiscal. Según los datos del informe “Perspectivas del Comercio Internacional de América Latina y el Caribe 2025”, el valor de las exportaciones de bienes venezolanos caerá un -9%.
Este indicador sitúa a la economía venezolana en el último lugar de la tabla de proyecciones regionales, desacoplándose de la tendencia de crecimiento promedio de América Latina y el Caribe, que se estima en un 5% para el mismo periodo. La cifra negativa de Venezuela es un caso “atípico” en un año donde la mayoría de sus vecinos esperan números azules.
El desplome venezolano obedece a una vulnerabilidad estructural crítica: la dependencia extrema de los precios del crudo.
El análisis de la Cepal detalla que la contracción del 9% en el valor exportado es el resultado directo de una caída proyectada del -11% en los precios de sus productos de exportación, arrastrados principalmente por el descenso en la cotización internacional del petróleo.
Aunque se estima que el país logrará aumentar moderadamente el volumen de sus envíos en un 2%, este esfuerzo productivo será insuficiente para compensar el deterioro en los precios, resultando en una pérdida neta de ingresos por divisas.

Esta situación contrasta dramáticamente con el desempeño de otros exportadores de materias primas en la región. Por ejemplo, Guyana, vecino de Venezuela en la fachada atlántica, proyecta el mayor crecimiento de todo el continente con un 38%.
A diferencia de la economía venezolana, Guyana se beneficia de una expansión masiva en su capacidad de extracción que le permite aumentar el volumen de sus exportaciones en un 53%, neutralizando cualquier efecto negativo de los precios.
De igual forma, países como Ecuador y Bolivia, que también enfrentan precios más bajos por sus hidrocarburos, logran equilibrar la balanza gracias al buen desempeño de otros productos como el cacao, el oro y la plata, proyectando crecimientos del 5% y 3% respectivamente en el valor de sus exportaciones.
El único otro país de la región que acompaña a Venezuela en terreno negativo es Cuba, con una caída proyectada del -7% en el valor de sus exportaciones. Sin embargo, las causas son distintas: mientras Venezuela sufre por precios, Cuba enfrenta un colapso en su capacidad productiva, con una contracción del volumen exportado del -10%. Ambas economías comparten un contexto de rigidez interna y sanciones internacionales que limitan su capacidad de maniobra y diversificación ante los choques externos.

El informe de la Cepal subraya que la región en su conjunto crecerá un 5% en el valor de sus exportaciones de bienes, impulsada por un aumento del 4% en el volumen y un 1% en los precios. En este escenario de “interdependencia instrumentalizada”, donde el comercio se ve afectado por tensiones geopolíticas, la falta de diversificación productiva de Venezuela la deja expuesta a la volatilidad del mercado energético, sin los amortiguadores que otras economías han logrado desarrollar.
Para el 2025, el país enfrenta el reto de sostener sus ingresos en un mercado bajista, mientras el resto de Latinoamérica avanza hacia la recuperación.
