
Lenin nunca pensó que su credo sería utilizado por tantos que profesan el capitalismo como modo de vida. Pero, la realidad es que, apartando cualquier dogmatismo ideológico o intención original, es muy cierto que quien no forma parte de la solución, normalmente es, al menos en parte, causante del problema.
En 30 años de consultoría, hemos confrontado fallas tanto en la definición de estrategias como en su ejecución, discontinuidad en los proyectos, fuga de talentos y hasta quiebras. Y los líderes siempre han encontrado otros culpables, pero no siempre se atreven a evaluarse a sí mismos para determinar si no habrán sido ellos la razón de su fracaso.
“El hombre es arquitecto de su propio infierno” dicen. Sin embargo, gurúes, como Mahatma Gandhi, apuntan que lo más bello del destino yace en que podamos construirlo nosotros mismos. Así que sirvan estas reflexiones para precisar cómo podemos evitar, nosotros, ser dueños de nuestro propio fracaso.
La firma de recursos humanos europea Cezanne precisa en uno de sus ensayos las siguientes causales como principales fuentes de fracaso en la dirección de empresas y organizaciones:
1. Incapacidad para inspirar: Principalmente por falta de entusiasmo, pero también debido al desconocimiento del ramo por parte del líder. Cezanne destaca esta como la principal falla en posiciones de liderazgo.
2. Aceptación de desempeños mediocres: Eso es liderazgo sin exigencia.
3. Falta de visión y sentido de dirección: Una falla intrínseca del líder.
4. Incapacidad para trabajar en equipo, y para forjar el espíritu colectivo.
5. No liderar con el ejemplo: Inhabilidad para ir del dicho al hecho.
Estos vicios parecen ser innatos al líder. Harvard University publica en su blog cuatro causales que tienen más que ver con su estilo y su desempeño: 1). Ausencia de análisis rigurosos, previo a la definición de estrategias. 2) Creer en recetas mágicas que construyen estrategias en un día con una varita. 3) Incapacidad de conectar la estrategia y la ejecución, léase los procesos. 4) Fallas en el control y seguimiento de planes y estrategias.
Diez vicios
Nuestra experiencia nos lleva a sugerir diez defectos entre aquellos en posiciones de liderazgo que pueden significar el fracaso de una gestión, proyecto o empresa.
En orden de importancia, son falta de visión, parálisis pragmática, indecisión, improvisación, incompetencia, mediocridad, desinformación, descoordinación, prepotencia y falta de liderazgo.
La falta de visión se refiere a la incapacidad que tenemos muchos para ver lo que no salta a la vista. Los grandes empresarios normalmente tienen olfato para los negocios. Sin embargo, muchos gerentes se complican entre dudas y desconfianza, no se arriesgan, y muchas veces pasan más tiempo sobando estadísticas que generando resultados.
A muchos nos afecta eso que llaman parálisis paradigmática, una tendencia a creer que si algo no se hace como siempre se ha hecho, no funciona. Algunos gerentes buscan respuestas solo bajo la luz, por ejemplo, cuando quizás yacen en la oscuridad.
Dicen que más se pierde por indecisión que por la toma de decisiones equivocadas. Este es un problema muy común. Algunos gerentes permiten que los problemas destruyan los procesos, los proyectos y las empresas antes de tomar una decisión, y cuando la toman, obviamente, es tarde.
La improvisación es la contraparte de lo anterior. Algunos emprendedores no se toman el tiempo de analizar los hechos y las circunstancias y se lanzan al vacío sin la menor previsión. Aunque a veces aciertan, el riesgo es muy grande. Los análisis no garantizan el éxito pero definitivamente minimizan las probabilidades de fracaso.
Por otra parte, algunos líderes creen ser los únicos capaces en sus empresas y, por ello, les cuesta delegar. Eventualmente, las cargas de trabajo los abruman, y la censura en las decisiones termina frustrando a la gerencia media.
Y algunas veces, personas carentes de liderazgo son colocadas en posiciones de mando. Pueden dar órdenes, más nunca motivar la iniciativa de quienes para ellos trabajan.
Creemos que el liderazgo nace y se desarrolla con la persona, pero definitivamente, quienes deben asumir posiciones de liderazgo pueden evitar muchos, si no todos, los errores anteriores.
Procure la introspección y sapiencia de su equipo. Rodéese de gente que sea más inteligente que usted; así demostrará ser más inteligente que ellos. Delegue. No piense paradigmáticamente. Atrévase a decidir, consulte, promueva el concurso de opiniones distintas de la suya, pero decida y explicite su estrategia.
Eso sí, no improvise, estudie, analice. Permita que la información fluya. Y cuando todo esté en marcha, controle las 3-P: Los planes, los procesos y el desempeño de las personas. Y, sobre todo, lidere con el ejemplo.