La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) advirtió sobre la prevalencia de una brecha de género educacional que se refleja en las tasas de empleabilidad de Costa Rica.
Así consta en el informe Diferencias de Género en Educación, Habilidades y Carreras STEM en América Latina y el Caribe, publicado el 3 de junio del año en curso. En su metodología, utiliza datos de las pruebas PISA (Programa para la Evaluación Internacional de Alumnos, en su traducción al español) y Piaac (Programa para la Evaluación Internacional de Competencias de Adultos).
La organización advierte que, a pesar de los avances generales en educación, las niñas y mujeres costarricenses muestran un menor rendimiento en matemáticas y ciencias, aspiran en menor medida a carreras técnicas y, finalmente, enfrentan tasas de empleo significativamente más bajas que sus pares masculinos.
La Encuesta Continua de Empleo del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC) del periodo marzo, abril y mayo 2025 confirma esa afirmación al mostrar una tasa de desempleo en hombres del 6,3% y en mujeres del 7,7%.
Ahora bien, si se analiza por fuerza de trabajo (cantidad de personas que participan o están dispuestas a participar en la producción de bienes y servicios económicos), la población fue de 2,36 millones de costarricenses, de los cuales 1,42 millones son hombres y 942.000 son mujeres.
La disparidad inicia en los primeros años de educación
Las pruebas PISA 2022 demostraron que los niños superaron a las niñas por un margen de 15 puntos tanto en matemáticas como en ciencias. La diferencia es tan marcada que situó a Costa Rica como uno de los países con brechas de género más amplias a favor de los hombres en comparación con todos los países participantes en la evaluación internacional.
Bajo esta línea de medición, la cantidad de niñas con bajo rendimiento en matemáticas superó al de los niños en más de 6 puntos porcentuales. No obstante, este margen de diferencia no se repitió en el área de lectura, donde el informe no encontró diferencias estadísticamente significativas en el rendimiento entre géneros.
Las diferencias que comienzan en la escuela y se consolidan en la elección de carrera culminan en una severa desigualdad en el mercado laboral. Para los adultos jóvenes de entre 25 y 34 años, la tasa de empleo de los hombres supera a la de las mujeres entre 30 y 44 puntos porcentuales, indica el informe.
Asimismo, existe una diferencia abismal en las expectativas de carrera: los adolescentes varones tienen 15 puntos porcentuales más de probabilidades que las mujeres de esperar trabajar en un campo relacionado con la Ciencia, Tecnología, Ingeniería o Matemáticas (STEM).
Esta tendencia se confirma en la educación superior: en el sector de las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC) solo el 20% de los graduados en Costa Rica son mujeres.
Por otro lado, señala que, a diferencia de la mayoría de los países de la OCDE, en Costa Rica haber completado la educación secundaria ofrece una ventaja comparativamente menor en el acceso al empleo.
Falta de motivación y consecuencias en educación universitaria
Katherine Barquero, investigadora del Programa Estado de la Nación (PEN) aseguró en una entrevista con El Financiero que el problema radica en la motivación que se les brinda a los estudiantes desde temprana edad.
Comentó que, desde la primera participación del país en las pruebas PISA 2009, se ha documentado una diferencia cercana a los 20 puntos en matemáticas y ciencias entre estudiantes hombres y mujeres, que siempre termina por favorecer al primer grupo. Esta brecha, que inicia desde niveles básicos y se acentúa en la secundaria, “refleja un desafío estructural del sistema educativo nacional”.
Dicho obstáculo no se compone únicamente de necesidades en programas y planes de estudio, pues aunque forman una parte importante del proceso, la prevalencia de estereotipos de género provoca desinterés de las niñas en el área STEM y, por ende, menores niveles de autoeficacia para desempeñarse en ella.
“Se puede observar incluso desde el uso que le dan a la tecnología a corta edad: mientras una mayor proporción de hombres empieza a desarrollar interés por videojuegos y plataformas más complejas en resolución de problemas y creatividad, las mujeres se centran en las redes sociales”, ejemplificó.
Para Barquero, cerrar esta brecha requiere intervenir la mediación pedagógica en las aulas y fortalecer la formación docente con perspectiva de género. Eso sí, aclara que la idea es fomentar el interés en el área STEM para que descartar dichas carreras sea una decisión por preferencia y no desde el miedo por sentirse incapaz o insuficiente.

La ingeniera María Estrada, rectora del Instituto Tecnológico de Costa Rica (TEC) y presidenta del Consejo Nacional de Rectores (Conare), coincidió en que este fenómeno es resultado de la cultura estereotipada del país.
Las consecuencias no se quedan en la elección de carrera por género, sino que trasciende a las aulas universitarias donde queda cada vez más en evidencia las deficiencias en conocimientos matemáticos y científicos.
“Esto responde a la crisis educativa que desde hace muchos años venía creciendo y solo se profundizó con la pandemia. Por eso, organizamos acciones para nivelar al estudiantado durante sus primeros años y reponer esa necesidad de aprendizaje para que sean capaces de enfrentar los retos del Tecnológico”, dijo.
Costa Rica no detiene esfuerzos en superar la brecha
Pero no todo el panorama es negativo, pues el reporte reconoce los esfuerzos del país como una notable mejora en la finalización de la educación secundaria, donde la proporción de jóvenes sin este título se redujo del 50% en 2016 al 38% en 2023. Asimismo, Costa Rica fue uno de los países con las mayores caídas en las tasas de repitencia escolar.
Existen también iniciativas del sector privado: el informe menciona programas como Women at Intel (WIN), que ofrece formación técnica, y Ellas de Uber, que busca atraer a niñas a talleres STEM en el país.
En cuanto al sistema público, también hay acciones concretas. Por ejemplo, desde 2024, el Consejo Institucional del TEC aprobó un programa piloto dirigido a las cinco carreras de ingeniería con menor representación femenina. Este programa no implica discriminación afirmativa en el proceso de admisión, sino que motiva a las mujeres que ya han ingresado a estas carreras para concretar su matrícula y continuar sus estudios.
A través de redes de apoyo y espacios de diálogo con egresadas, las estudiantes pueden conocer de primera mano las oportunidades laborales y los aportes que pueden hacer en estas áreas.
El seguimiento está a cargo de una comisión interdepartamental, con fuerte participación de la oficina de equidad de género que vela por la permanencia, el éxito académico y la eliminación de estereotipos o discriminación dentro del campus.