Cuadro primero. Un joven e inexperto gobernante griego llamado Tsipras visita (en sueño) al Oráculo de Delfos en su santuario al pie del monte Parnaso.
Tsipras: —¡Oh, Oráculo, sabio entre los más sabios! Una opinión tuya a obtener vengo. Elegido he sido por mi pueblo para, como prometí en campaña, acabar con eso que austeridad en las Europas del Norte y en otros lares llaman. Y a repudiar la deuda que heredado hemos. Sobre esto ¿Cuál tu valiosísima y siempre bien ponderada opinión es?
Oráculo : —Las deudas de tu país, generadas por falta de austeridad, no podés ignorar, pues solo un eslabón en la cadena temporal del poder eres. De irresponsables es desatender problemas solo porque otros gobernantes los crearon. De estadista es atacarlos, como si tuyos fueran, pues lo son. Si a tus ideas, y promesas de campaña, te apegas, promoverás una gran victoria.
Cuadro segundo . Tsipras (despierto) visita Bruselas y se reúne con la Troika, conformada por el FMI, el Banco Central Europeo y la Comisión Europea, los voceros de los países acreedores, para comunicarle sus planes.
Tsipras: —Acreedores de mi país, que de crédito otrora lo llenaron, a informarles vengo que democráticamente elegido he sido, prometiendo a mi pueblo acabar con la austeridad por la que ustedes para mi país abogan y que sus acreencias en la forma pactada no pagaremos.
Troika: —Por tu elección te felicitamos. De la democracia, que ustedes tiempo ha inventaron –y que, al decir de un recordado patricio, es el peor sistema de gobierno… con excepción de todos los demás– orgullosos estamos. Recordarte hemos que los gobernantes de los países a quienes representamos también democráticamente elegidos fueron, con el mandato, ciertamente más noble que el tuyo, de cobrar sus acreencias.
Tsipras: —Deduzco que insisten en la austeridad, en la privatización de activos estatales como hoteles, ferrocarriles y casinos. Que revisemos la generosidad de nuestras pensiones públicas que, comenzado a edades mucho más tempranas que las de sus países, ofrecen beneficios de lujo. ¿Nos pedirán, acaso, que el Estado nuestro deje de ser el principal y más generoso empleador del país? No. “No” es mi respuesta. También es la respuesta mayoritaria de mi pueblo. Y en un referéndum, ese ejemplo clásico de democracia directa, les mostraré lo que favorece mi gente.
Coro: _¡Bien hecho, Tsipras, hijo noble del pueblo, que por él valientemente luchas como David contra Goliat! Y en el referéndum, que anuncias, te daremos el apoyo a lo que los italianos, nuestros vecinos allende del Mar Jónico, La Dolce Vita denominan.
Troika : —Ustedes, como adultos en pleno uso de sus facultades mentales, responsables por sus actos son. Sin propósito de enmienda no hay perdón de los pecados. Vedado nos está autorizar la liberación de más recursos financieros para su bello y democrático país mientras la faja no se soquen en la forma pactada tiempo atrás. Y aunque deseamos que de la eurozona miembros continúen siendo, por las consecuencias de su intransigencia responder no quisiéramos.
Cuadro tercero . Tsipras, en sueño, de nuevo visita al Oráculo de Delfos y de él sabias respuestas nuevamente obtiene.
Coro: _¡Oh bancos de mi pueblo, otrora cornucopia que alimentó nuestra felicidad, sin liquidez se han quedado! Nuestro dinero y nuestro poco ahorro encorralados quedaron. ¡Irresponsables quienes sus euros del país recién sacaron! Se oyen los lamentos por doquier, no ya en la desdichada Borinquen, sino en toda nuestra nación.
Tsipras : —Ilustrísimo Oráculo, si a mis ideas me apegaba una gran victoria promovería, con tu pausada voz me aseguraste. Y ¿qué sobrevino por adherirme a mis peculiares promesas de campaña, si no miseria generalizada en Grecia? Hasta importantes miembros de mi partido, Syriza, su apoyo y habla me han negado.
Oráculo : —Como te dije, con tus ideas fijas una gran victoria has promovido: la de los países que representa la Troika, no la de Grecia. También victoriosa ha salido la lógica, de la cual los griegos se ufanan pues también sus descubridores se consideran. La lógica económica (término que también nuestros antepasados acuñaron, para designar el “manejo ordenado del hogar”) señala que no es posible para pueblo alguno gastar y gastar, y asumir más y más deudas, sin tener que sacrificar su estándar de vida en algún momento futuro para frente a las obligaciones contraídas hacer. Como clarísimo dejó el judeo-cristianismo: “Te ganarás el pan con el sudor de tu frente”, no la de otros.
Tsipras: —¡Ay de mí! ¡oh infortunio! ¿Debo, entonces, aceptar que me equivoqué de cabo a rabo, que de mis promesas de campaña desdecirme he y que el propio resultado del referendo ignorar debo? ¿Todo a cambio de un tercer rescate de trillones de euros, que al normal (al menos por ahora) proceso económico de mi país nos devuelva?
Coro:_ ¡Traidor! ¡Traidor! ¿Quién a ti, a tu grupo y filosofía política a creer volverá?
Oráculo: —Mejor que como lo dices procedas y que sea la historia la que tus acciones juzgue.
Tsipras : —Pero, ¡cuánta desdicha!, la actual deuda de mi país es impagable en la forma negociada y, excepto que los de la Troika un perdón, o quita, misericordiosamente nos concedan, no concibo cómo de nuestra miseria presente salir podríamos.
Oráculo: _—Si saldrán, por Zeus te lo aseguro. Si tu país la senda del crecimiento retoma –pues las reformas estructurales que, muy a tu pesar, se han acordado a eso apuntan–, el servicio de la deuda más soportable se hará. También, su inhumano nivel desempleo, que hoy supera el 26%, bajará y con ello verdadero alivio las penurias de tu pueblo encontrarán. Debido es considerar, y agradecer, que los de la Troika la tasa de interés de los bonos de su deuda pública, por mucho tiempo ya, subsidiado han.
Tsipras: —Pero mientras no medie una quita, o perdón de deuda, como Germania se niega a aceptar, ¡las penurias de tan pesado fardo per secula seculorum hemos de soportar!
Oráculo: —No si das muestras de buena conducta, si la casa en orden a volver pones, y si –como premio ex post facto , pues tu credibilidad y la de los tuyos más caídas que la múcura están– los de la Troika te conceden un plazo largo y una tasa de interés simbólica, como en los últimos tiempos han hecho. Hagan las proyecciones del caso, con la ayuda del álgebra que los hábiles sumerios inventaron, y que tan bien utilizó nuestro héroe Pitágoras, y se convencerán que esto así es.
Fin de la obra.