Chaves es un fenómeno inédito, fruto de la coyuntura, del derrumbe del sistema de partidos y de la crisis orgánica del régimen político.
La coyuntura actual es diferente, aunque factores anteriores se repiten. Extraer de ese pasado un optimismo exagerado en la victoria electoral es tan errado como profetizar su derrota inexorable.
Hoy el chavismo no surge de la nada. El oficialismo ya tiene pasado sobre el que tiene rendir cuentas, abandonar la pose antisistema y pasar a defender al gobierno.
Chaves quiere continuismo y goza de popularidad, pero esta se ha erosionado y no es la del inicio, el piso es más bajo. Ante la carencia de “partido taxi,” se ha intentado formar uno que se revela frágil por renuncias reiteradas y alejamiento de Cisneros .
La erosión natural de Rodrigo Chaves coincide con el inicio del proceso para levantarle la inmunidad, lo que traerá más deterioro. Las encuestas serias revelan el rechazo ciudadano a obedecer indicaciones presidenciales para votar.
El continuismo enfrenta enemigos muy diversos tanto en el ámbito institucional como en otros sectores, decepcionados por el incumplimiento de promesas.
La situación es muy fluida y no se presta para vaticinios esotéricos, sobre todo si tenemos en cuenta apatía partidaria, influencia de procesos judiciales y electorado que decide su voto en último momento.
La popularidad de Chaves se ha sustentado en un discurso agresivo que cala en un sector. Empero, el oficialismo no puede lanzar las campanas al viento y creer que esa popularidad se transmite automáticamente, el carisma es personalísimo.

La popularidad no es intención de voto, contribuye a la integración simbólica de masas enojadas pero no es suficiente para la integración política, carece de narrativa que trascienda el “denuncismo” y formule un proyecto de futuro.
El continuismo chavista deberá enfrentar en primera ronda una competencia adicional. Fabricio Alvarado y su base evangélica han pescado en las aguas zapoteñas. Natalia Díaz, salida del riñón oficial, ha hecho casa aparte, pero su llamado resuena en las bases oficialistas.
Continuar no va a ser fácil, dispersión, fragmentación, desgaste y personalismo intransferible se ciernen como negros nubarrones en el horizonte.
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Constantino Urcuyo Fournier es abogado y doctor en Sociología Política de la Universidad de París. Catedrático de la Universidad de Costa Rica, exdiputado y director académico del Ciapa. Profesor visitante en las universidades de Tulane y Salamanca. También es consultor internacional y nacional para diversas empresas.