No entiendo cómo los tres sindicalistas pueden pensar que los costarricenses somos tan ingenuos.
Ellos persiguen una agenda única: su interés particular. Y para hacerlo usan alternativamente –según les convenga– dos disfraces, uno social y uno ideológico.
En su disfraz social se presentan como defensores de la justicia –Patria Justa se hacen llamar– y no son más que los representantes de la gula descontrolada de unos cuantos grupos de empleados públicos que han decidido servirse con cuchara grande los recursos de los costarricenses, aprovechando el error enorme de haber puesto bajo su tutela y en forma monopólica o cuasimonopólica los servicios esenciales: salud, agua, electricidad, telecomunicaciones, acceso a información, combustibles y otros.
En su disfraz ideológico se presentan ante los grupos políticos que los apoyan –Frente Amplio y ala izquierda del PAC– como líderes de una ideología socialista, pero su único afán es su propio bienestar y el de sus afiliados –menos del 10% de la fuerza laboral del país– sin tener compromiso alguno con los ideales fundamentales del auténtico socialismo que –a ratos– dicen representar.
Mal hacen estos partidos en apoyarlos cuando su agenda es meramente de interés particular.
Amenazan con una huelga general y “consecuencias” si se tocan sus desmedidos privilegios y dicen descaradamente que defenderán lo que les pertenece. Iluso yo que pensaba que esas instituciones nos pertenecían y servían a todos los costarricenses.
Hay que apoyar al Gobierno y a las instituciones –Contraloría, Aresep y otras– que han empezado a cuestionar y a tratar de moderar los abusos.
Debemos formar una gran coalición, no ideológica sino nacionalista en el más puro sentido, y enfrentar este inaceptable abuso de nuestros recursos públicos.
El bien común debe regir sobre el interés particular, no importa en qué forma se trate de disfrazar.