En estos días se dio a conocer la pronta inauguración de una cárcel donde se buscará resocializar a los presos proporcionándoles un encierro digno, oficio y educación.
En esta moderna prisión solo podrán ingresar los reos que tengan una condena de tres a quince años, que no sean violentos, registren buena conducta y cuenten con recursos familiares de apoyo.
Separar a los no violentos de los condenados por delitos más graves es evitar que la cárcel se transforme en escuela de delincuencia, permite la resocialización y facilita la reinserción social.
El Ministerio de Justicia pensó creativamente y suscribió convenios con el MEP y el INA para brindar a los reclusos una oferta educativa y laboral.
En la nueva cárcel se evitará el tiempo ocioso, los internos deberán trabajar, estudiar, recibir instrucción técnica y hacer ejercicios a lo largo de 14 horas diarias.
El castigo irracional no protege a la sociedad, por el contrario, la fragiliza, aumenta la desigualdad, provoca desempleo y familias en abandono.
Un preso que regresa con un oficio a la vida cotidiana es un apoyo para su familia, y los hijos no se ven condenados a la pobreza perpetua.
La acción de la ministra de Justicia, una humanista inteligente, y de su viceministro, un intelectual esclarecido, es un aporte valioso en la lucha contra la delincuencia, porque le pone un escollo importante a su posible reproducción. Además, es consistente con nuestra trayectoria respetuosa de los derechos humanos.
Personas ocupadas, con estudios y buena salud no seguirán por malos caminos y se reincorporarán a la vida social de manera positiva.
Inteligencia de la política penitenciaria frente al populismo punitivista que incita al miedo y a la venganza contribuyendo a la inseguridad, pues la pasión por castigar fragiliza a la sociedad en vez de protegerla.
Felicitaciones al Ministerio de Justicia por una muy buena iniciativa. Están cumpliendo con el juramento constitucional.