La pandemia nos terminó de confirmar lo que ya sospechábamos: tenemos un Estado inmenso y enredado, que ya no podemos costear. Un Estado agónico que olvidó al ciudadano.
Un Estado que ha sido presa de grupos de interés muy variados, que lo han desangrado por años. Desde los CAT hasta el FEES, desde Fodeas hasta pensiones de lujo, desde proteccionismo hasta anualidades.
¿Por dónde comenzar? El problema no es económico, es político. Como país, debemos decidir qué Estado queremos. Mi propuesta es que el Estado defina sus prioridades de los próximos 30 años conforme a lo que se denomina SEIS: Salud, Educación, Infraestructura y Seguridad. Estas cuatro prioridades están amarradas por dos hilos que son tecnología y sostenibilidad.
Todo lo demás en lo que esté metido el Estado deja de tener prioridad. ¿Simplista? Tal vez. ¿Realista? Al máximo.
La pandemia ha llevado el tema de salud a nivel superlativo. Aunque el país tenía una posición destacada, la crisis actual desnudó debilidades que no habíamos advertido.
Educación porque no hay una herramienta más poderosa para erradicar en el largo plazo la desigualdad social. No se trata de si son 200 o 150 días lectivos. Es de que nuestra juventud sea dotada de las armas más modernas, y defenderse de los retos de mitad de siglo. Matemáticas, ciencias, tres o cuatro idiomas, pensamiento analítico. Es probable que habrá que construir de cero al MEP.
Infraestructura porque nos hemos rezagado de manera impresionante. Los estudios lo confirman. Y Seguridad porque la riqueza que vayamos construyendo, en sus muy variadas formas, debe ser protegida.
Esas prioridades tendrían en común el uso más intenso de la tecnología, no solo computadoras, sino la digitalización más masiva e intensa que hallamos visto. Y todo nuevo esfuerzo sujeto a una prueba ácida: en qué contribuye a la sostenibilidad del país, en el sentido más amplio.
Quedarán algunas áreas por fuera, sin duda. Pero es que hay un problema económico primario: infinitas necesidades con recursos limitados. Ese es el dilema por resolver. Pero en serio.