Por décadas, el sector lácteo costarricense se desempeñó en un ambiente de alto proteccionismo estatal. Antes de los Acuerdos de la Ronda de Uruguay, de la Organización Mundial de Comercio (OMC), cualquier importación al país requería de una licencia, que raramente era otorgada. Con la entrada en vigor de dichos acuerdos en 1995 y la “arancelización” que allí se contenía, esta licencia se convirtió en un arancel de más del 100% que, en la práctica, hacía casi imposible cualquier importación o elevaba a precios exagerados el producto que se importara. Asimismo, en dichos acuerdos se establecía una cuota arancelaria –dentro de la cual se podía importar contra el pago de un arancel menor–, pero que por su exiguo tamaño representaba únicamente una apertura de carácter simbólico.
Igualmente, los tratados de libre comercio suscritos por el país con varios socios comerciales han excluido al sector lechero de los programas de desgravación arancelaria y de la competencia que sí enfrentaban otros sectores, con excepción de los productos originarios de Centroamérica y República Dominicana. Esto fue diferente en el Tratado de Libre Comercio entre República Dominicana, Centroamérica y los Estados Unidos (DR-CAFTA), y su firma el 28 de mayo del 2004. Allí se acordó un cronograma de desgravación que iniciaría 10 años después de esa firma, y que culminaría con un trato de libre comercio al cumplirse las dos décadas, en particular para la leche fluida y el yogurt. A partir del 2025, entonces, las importaciones de todos los productos lácteos originarios de los países suscriptores del acuerdo, incluyendo EE. UU., ingresarán al mercado nacional sin pagar impuestos de importación.
La apertura del sector lácteo no toma por sorpresa a nadie. Veinte años han sido un plazo suficientemente amplio para prepararse debidamente de cara a la dura competencia que podría avecinarse. Dichosamente, la gran mayoría de las empresas del sector así lo han hecho, como se evidencia en nuestros reportajes de la semana anterior. Algunas tienen ya marcas muy consolidadas en el mercado y son ampliamente reconocidas entre los consumidores con productos de calidad internacional. Otras ya compiten muy exitosamente en los mercados externos. Otras han desarrollado productos que se identifican regionalmente y han obtenido su respectiva “denominación de origen”, permitiéndoles distinguirse entre una muy variada oferta. Todos han debido innovar e invertir más para aumentar la eficiencia y especializarse, y de esa manera asegurar una clientela y enfrentar la presión de la competencia. En última instancia, es el consumidor quien se ha beneficiado con una amplia gama de productos lácteos de mayor calidad y mejor precio.
Con todo, bien sabemos que el comercio agrícola –y entre ellos el sector lácteo– sufre todavía de una gran cantidad de distorsiones y disfruta de medidas proteccionistas en otros países, a pesar de los esfuerzos que se hacen a nivel multilateral para tratar de reducirlas. Es más, la pandemia de la covid-19 y la invasión rusa a Ucrania han exacerbado esas distorsiones en muchos de nuestros socios comerciales. El calvario que el sector lácteo (junto con otros productos) ha vivido en el mercado panameño, viéndose sometido a medidas totalmente injustificadas, es un claro ejemplo de ello, y bien han hecho en acudir al mecanismo de solución de diferencias de la OMC –tan debilitado por la inexplicable posición de EE. UU.– para provocar cambios de parte del gobierno de Panamá.
Este entorno internacional hace indispensable que el gobierno y sector privado aprovechen todos los foros posibles para forjar alianzas, concertar acuerdos, fortalecer el multilateralismo e integrar nuevos bloques comerciales. De esta forma se contribuye a detener la escalada y continuar con esa cruzada antiproteccionista, al mismo tiempo que, a lo interno, se trabaje con más ímpetu en la reducción de trabas y cargas que dificultan la ardua tarea de nuestros emprendedores y el sector productivo nacional. Los mensajes que ha venido emitiendo el nuevo gobierno van en esa dirección. Es un cambio de marcha en el campo de la política comercial del país que todos debemos aplaudir.