La seguridad alimentaria tiene varias definiciones, para algunos está bien que otros países cultiven los alimentos y nos lo vendan, sobre todo si logramos buenos precios. Muchos expertos consideran, sin embargo, que una total dependencia para comer en otros países es peligrosa. La historia apunta en esa dirección, los alimentos pueden no poder comprarse por diversas razones: una crisis económica o política aquí o en el país proveedor, pérdidas de las cosechas, trabas al comercio internacional, entre otras. Entonces, los precios se disparan de un momento a otro a niveles muchas veces inalcanzables. No se trata de producir absolutamente todo lo que consumimos, pero sí los alimentos suficientes para satisfacer las necesidades básicas de la población.
Por otro lado, nuestra economía de exportación es frágil: incluye productos dispensables en momentos críticos, como piña, banano, café, y un sector de dispositivos médicos y tecnológico que no es propio, solo “habita” en nuestro suelo mientras le sea conveniente. Es decir, hay riesgos importantes asociados al dinero que nos entra.
El último Informe Estado de la Nación muestra que la producción agrícola, especialmente la destinada al consumo interno, ha caído en el último año. La marcha reciente de cientos de agricultores que protestaron por las calles de San José es consistente con estos datos. Muchos están quedando desplazados, sin tierras, en quiebra y sin alternativas que les permita tener una vida digna. ¡Qué siembren cáñamo en lugar de arroz, alguien dijo por ahí!
Factores como el cambio climático, la transformación forjada por la inteligencia artificial, el dominio de las plataformas digitales en poquísimas manos, con su poder de manipular y alterar realidades, el debilitamiento de los modelos políticos que han sostenido las democracias, son un llamado urgente a reconsiderar nuestra situación y corregir la política pública en este vital tema.
(Jose Cordero)
Las economías más fuertes no abandonan la agricultura, al contrario, la estimulan con las nuevas opciones científicas y tecnológicas que permiten darle mayor sostenibilidad ambiental, eficiencia y precisión, con menores riesgos. Más aún, con frecuencia la subsidian. Resulta irónico entonces que un país tan fértil, capaz de desarrollar una dinámica actividad de exportación de alimentos, con una historia y una identidad construida junto al “labriego sencillo”, esté en esta situación de vulnerabilidad que obliga a importar hasta el gallopinto. De la actual administración no se espera ya nada, pero ¿qué dicen en concreto los candidatos?
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Leda Muñoz es catedrática de la Universidad de Costa Rica, exvicerrectora de Acción Social, investigadora en nutrición y desarrollo infantil; coordinadora del Informe Estado de la Nación y exdirectora de la Fundación Omar Dengo. Ph.D. en nutrición infantil y epidemiología.
Leda Muñoz es catedrática de la Universidad de Costa Rica y cuenta con más de 35 publicaciones científicas y académicas. Es exdirectora ejecutiva de la Fundación Omar Dengo.
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