La creación de prótesis biónicas de bajo costo, el desarrollo de habilidades blandas a través del arte y una red de distruibuidores de productos orgánicos y sostenibles son parte de los cinco proyectos premiados en la quinta edición de los Premio Yo Creo.
Los otros dos proyectos galardonados fueron uno de creación de espacios de participación ciudadana para jóvenes y otro de recolección de ropa de segunda mano para venderse a través de mujeres emprendedoras,
Cada una de las iniciativas premiadas, que recibieron $2.500 cada uno para invertir en sus emprendimientos, fue ideada por jóvenes de 18 a 29 años:
-Proyecto Oportunidad de Adrián Quesada.
-Lléguele, Centro Integral de Arte de Cynthia González.
-Mi Huerta Trade Market de Ricardo Castillo.
-Participación Ciudadana Joven, Isla Venado de Yoselin Barrios.
-2da Mano, Ropa Solidaria de David Hernández.
Este certamen organizado por la Universidad Latina de Costa Rica tenía como meta reconocer el liderazgo y espíritu emprendedor de los jóvenes co-fundadores y fundadores de proyectos u organizaciones con alto impacto social.
Lourdes Brizuela, directora de responsabilidad social de esa universidad, señaló que en esta oportunidad tuvieron más de 125 proyectos inscritos, de los cuales se eligieron aquellos que generan un impacto positivo en sus comunidades a través de acciones innovadoras y comprometidas.
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Además, estos jóvenes ganaron un programa de capacitación especializado y serán incluidos a la red internacional de emprendedores sociales más grande del mundo Youth Action Net™ Global Network (formada por más de 1.100 jóvenes en más de 89 países).
También tendrán la posibilidad de participar en el concurso Laureate Global Fellows (encuentro anual de todos los jóvenes premiados en el mundo para formarse con especialistas en emprendimiento social).
Brizuela destacó que parte importante del éxito de una pyme está condicionado por los conocimientos de su fundador y de su equipo. "Es por esto que Premio Yo Creo hace una fuerte inversión en el desarrollo de capacidades y conocimiento para los fundadores de las empresas sociales".
Ganadores
Adrián Quesada es la mente detrás de Proyecto Oportunidad, una iniciativa que diseña y produce prótesis biónicas de bajo costo para personas que no poseen un brazo o una mano.
"Son impresas en 3D y se encuentran al alcance de todos a través de alianzas público-privadas, con diseño y fabricación 100% costarricense bajo licencia de código abierto", comentó Quesada.
Lléguele, Centro Integral de Arte es el proyecto de Cynthia González y consiste en un espacio para el desarrollo de habilidades blandas mediante el arte y capacitación en solución de conflictos sociales.
Se encuentra ubicado en San Miguel de Desamparados, un sector catalogado como de riesgo social.
"El programa está dirigido a niños y adolescentes con resultados relevantes en permanencia escolar y abandono de drogas", explicó González.
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El proyecto Mi Huerta Trade Market, de Ricardo Castillo, es una red de productores y distribuidores de productos del mercado orgánico sostenible, que tiene como fin educar al consumidor en cuanto a la importancia de tener conciencia sobre lo que consume y cómo se produce.
Dentro de los servicios que Castillo quiso ofrecer está la planificación de cosechas con los productores, la recuperación de los suelos mediante prácticas de siembra sostenibles, asesorías, y desarrollo de nuevos productos, entre otros.
Yoselin Barrios fue otra de las ganadoras. Su emprendimiento se llama Participación Ciudadana Joven una red de jóvenes de Isla Venado.
Su objetivo es crear espacios de participación ciudadana para realizar proyectos de empoderamiento y capacitación a la población con la intención de mejorar la calidad de vida de los habitantes de esta zona a través de actividades culturales y de turismo rural.
2da Mano, Ropa Solidaria fue fundado por David Hernández, cuya idea es estructurar una cadena de valor compartido en torno a la ropa usada. Con este insumo, promueve y estimula la cultura de emprendimiento en mujeres jefas de hogar de comunidades urbano-marginales y rurales.
"La idea es que todas estas mujeres, que son jefas de hogar, puedan participar convirtiéndose en dueñas de una tienda. La cadena de valor permite a personas de nivel de ingreso medio-alto poner a disposición prendas en excelente estado que se convierten en capital de trabajo para las beneficiadas", dijo Hernández.