
En 1995, Luis Matamoros González, un ingeniero en sistemas que en ese entonces tenía 31 años, fue despedido de la empresa en la que trabajaba como jefe de cómputo. Esta situación incómoda dio pie para que se aventurara a crear su propio negocio.
Junto a su esposa, Lilliana Rivera Calderón, administradora de empresas, fundó una pequeña empresa de servicios de cómputo llamada Multiservicios Digitales, dedicada a darle mantenimiento a computadoras.
Poco a poco, la empresa empezó a ganar clientes. Dado el crecimiento que experimentaron, en 1998 a Matamoros se le acercó un programador, con quien se convirtió en socio en una nueva empresa, esta vez dedicada al desarrollo de software y que fue bautizada como Novasoft.

Matamoros nunca imaginó que este nuevo negocio iba a ser el causante de su ruina económica y la de su familia.
“Decidí pasarme a Novasoft, dejé a Multiservicios Digitales casi solo. Mi esposa estaba a cargo de esa otra empresa. Yo jugaba en los dos bandos”, recordó.
Su experiencia ilustra los errores que se deben evitar en las empresas y muestra las lecciones que debemos aprender para mantener y hacer crecer un negocio.

Un error que le costó su casa
Matamoros no escuchó los consejos de su esposa, quien le decía que no se enfocara tanto en Novasoft. Pero, él estaba resuelto en seguir su intuición y empezó a invertir en software, pues creía que le iba a generar más réditos.
El dinero que le ingresaba a la empresa de soporte técnico lo utilizaba en beneficio de la compañía de softrware. Pero hoy reconoce que estaba equivocado. Ese no era su campo de trabajo, su experiencia estaba ligada al mantenimiento de equipos de cómputo, no en los programas informáticos.

Decidió hipotecar su casa y hasta la de su mamá, para hacer frente a las obligaciones financieras originadas por la nueva empresa. Llegó un momento en el que negocio se empezó a endeudar y a perder la perspectiva, hasta que finalmente todo estalló, a finales del 2000 e inicios del 2001.
La quiebra estaba a las puertas, no por ladrones ni estafadores ni por ser malas personas. Más bien por una mala planificación.
Al poco tiempo, los bancos se “asomaron por la ventana” para reclamar el pago de su deuda o, de lo contrario, rematarían su casa y la de su madre. Matamoros recuerda que su estrés era tal que por un mes presentó dolores ciáticos, de modo que no se podía levantar.
A pesar de que su esposa le había aconsejado “más de 100 veces” no invertir en Novasoft, él agradece que ella lo apoyara en todo momento.
Precisamente fue ella la que propuso, para evitar los remates que se venían encima, vender ambas casas y, con lo que les quedara, pagar las deudas y comprar otra casa. El monto que les sobró para adquirir la casa, únicamente cubría la prima.
"Ocupábamos una casa más grande donde viviéramos y tuviéramos oficina a la vez, una casa viejita y que no valiera mucho. Esa fue una solución. A mi esposo le pareció bien", dijo Lilliana Rivera.
Matamoros también perdió su carro. En tono jocoso, dice que lo único que no perdió en ese tiempo fue su alma, pues todo lo material se esfumó. La madre de Matamoros se tuvo que ir a vivir con él, con su esposa y sus dos hijos: Luis Manuel, el mayor, y Cristian, el más joven.
Lilliana Rivera recuerda que fueron momentos muy duros, tanto en el campo financiero como emocional. Reconoce abiertamente que su relación con su suegra nunca ha sido fácil, por lo que tuvo que hacer un esfuerzo extra para compartir prácticamente todo con ella. Vivieron en la misma casa por alrededor de siete años.
Su mismo esposo bromeó con ello. "Imagínese lo que era juntar a la suegra con la nuera. Juntar las refrigeradoras, las salitas, los comedores y las lavadoras y meter a dos señoras en una misma cocina. Fue todo un trauma", recordó.
El hecho de que el negocio estuviera ahora en la casa también causó molestias.
"Hubo muchas incomodidades, se perdió la privacidad", añadió Rivera.
Incluso en varias ocasiones se atrasaron con el pago del colegio privado de su hijo mayor. Pero, se mantuvieron firmes en que siguiese sus estudios en una institución privada, pues el joven era muy buen estudiante y no consideraban justo sacarlo de allí debido a los problemas que tuvo la empresa.
"En una ocasión nos dijeron que teníamos que sacarlo del colegio (por los atrasos)", recordó Lilliana.
La situación había llegado a tal punto que hasta un amigo de la familia tuvo que pagar el colegio de su hijo en una oportunidad y también ayudarles con la compra de libros, pues ellos no podían hacerle frente a esa obligación.
Pero ellos no fueron los únicos en ser golpeados, pues otros socios de Novasoft también se vieron afectados y uno de ellos perdió ¢ 100 millones y un lote.
Volver a sus raíces
A pesar de la caída de Novasoft, Multiservicios Digitales siguió en pie de lucha. Por lo sucedido con Novasoft, esta otra empresa vio afectada su credibilidad, pues compartían clientes.
Como compensación, Matamoros les ofreció soporte gratis por un año a algunos clientes afectados que habían invertido en productos de la empresa de software.
Luego de lo peor de la tormenta, en el 2001, nació una nueva empresa: SoporteXperto, que se basa en un modelo de outsourcing, en el cual se venden servicios de instalación de equipos y asesoría para la administración de red por el período que las compañías requieran: tiempo completo, medio tiempo, octavos de tiempo, varios días.
De acuerdo con Matamoros, el negocio tiene entre sus clientes a varias “compañías importantes” y hoy cuenta con 68 empleados.
Posteriormente, Multiservicios Digitales se transformó en Hardware & Network.
En el 2006, SoporteXperto se internacionalizó. Buscaron compañías en Centroamérica y Suramérica, principalmente, que brindaran los mismos servicios y se unieron bajo un mismo nombre: Latin American IT Corporation (LaitCorp), que agrupa a empresas en Guatemala, El Salvador, Honduras, Nicaragua, Costa Rica (SoporteXperto), Panamá, República Dominicana, Puerto Rico, Colombia, Argentina y Perú.
A nivel local la empresa es de carácter familiar: Matamoros es el gerente general; Rivera se encarga de las finanzas; su hijo mayor, Luis Manuel, trabaja como técnico y estudia Relaciones Públicas; y su hijo menor, Cristian, apoya a la empresa cuando está en vacaciones del colegio.
"Nosotros los tratamos de involucrar en la empresa, aunque vayan a estudiar cualquier otra cosa", dijo Rivera.
Lecciones
¿Qué hace diferente ahora Matamoros para evitar caer en una situación como la que vivió con Novasoft? “Enfoque, todas las baterías están en una misma idea. Se concentran esfuerzos en una idea y en un solo mercado”, respondió Matamoros.
Rivera mencionó que otro motivo por el cual Novasoft fracasó se debió a que no hubo una buena escogencia de los socios. “Tener socios es difícil, siempre hay alguien que trabaja menos o más. A veces es alguien con intereses diferentes”, afirmó Rivera.
Agregó que, hoy día, su esposo y ella trabajan por los mismos objetivos y que su reto es hacer que la empresa crezca más en el mercado.
Rivera le recomendó a las pequeñas empresas tener mucha voluntad, pensar bastante cómo hacer las cosas y perseverar, aparte de aprender a adaptarse a los cambios, pues el mundo de los negocios varía constantemente.
Por su parte, Matamoros también aconsejó persistir, pero tampoco ser testarudo y tener la capacidad de reconocer cuándo no se puede seguir más.
“A veces te cegás, se te mete una idea y que la idea tiene que funcionar. Tenés que tener los pies bien aterrizados y los números bien aterrizados, bien plasmados”, dijo el ingeniero.
Además, insistió en que no se debe perder el enfoque.
Parece ser que esta es la cualidad que marca la diferencia entre el Luis Matamoros de hace 16 años y el de hoy.